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Emilio

Me adentré a la biblioteca y caminé por las estanterías llenas de libros sobre leyes. Concentrado en encontrar el libro que me serviría para mi tarea del fin de semana comencé a dirigir mi mirada hacia cada letra y encontrar el nombre del que necesitaba.

Dos semanas han pasado desde el inicio del último año de mi carrera. He formado una buena amistad con Fera quien se ha encargado de salvarme del imbécil de David cada que intentaba coquetearme o darme siquiera un beso. Dejando de lado al insoportable hombre, me reencontré con otro insoportable hombre: Joaquín Bondoni.

Hermoso ante la vista de cualquiera, su cabello rizado luce tan suave, sus hermosos grandes y profundos, un rostro tallado por ángeles y los labios más apetecibles. No dudaría en dejarme caer por él, sin embargo todo lo arruina su forma de ser. Sé que intenta no ser un idiota pero a veces simplemente cuando habla es imposible no pensar que sea un presumido.

No se de dónde proviene, aunque ha dicho varias veces que viene de intercambio de España, no tiene el acento, sólo los modismos. Su arrogante forma de ser simplemente hace que me quiera alejar pero algo extraño me atrae de él y no es solamente su físico. Quiero odiarlo pero es totalmente imposible para mí hacerlo.

A pesar de aún tener choques con el chico español-mexicano, he logrado tener una buena amistad con gente que lo rodea, Laura y Jimena son chicas increíbles, son muy amables y divertidas. A Lau la conocí en clases de psicología y supe que era amiga de Joaquín cuando, saliendo de clases, él fue por ella para ir con las demás chicas. La forma en que conocí a Jimena fue extraña pues al entrar al salón ella iba saliendo y nos quedamos atorados intentando pasar por lo que reímos y nos pusimos de acuerdo para pasar. Cuando había llegado a los asientos noté que sólo quedaban dos disponibles y, afortunada o desgraciadamente eran en la misma fila donde se encontraba sentado Joaquín quien me sonrió y siguió ojeando su libro. Me resigné a sentarme en esa fila, cuando Jimena regresó y detrás de ella venía Fera, caminaron hacia nosotros dándome a entender que nos sentaríamos juntos los cuatro. También hice una amiga nueva llamada Grecia, a ella la conocí en la misma clase que Laura y desde ahora ella y Fera se han convertido en mis mejores amigas.

Saliendo de mis pensamientos cuando hallé el libro que buscaba, sentí unas grandes manos cubrir mis ojos. Eran manos de hombre, estaba seguro pero temía que fueran de David, estaba harto de sus coqueteos y que intentara besarme, odiaba su acoso.

– hola, hermoso – saludó la voz de quien más temía

– suéltame, David – me moví sacando las manos del idiota acosador de mi rostro

– no te pongas así, simplemente quería saludarte, hermoso – sonrió y yo fruncí el ceño

– ¿de verdad no has entendido que no quiero nada contigo? Deja de acosarme.

– no te acoso, te estoy cortejando – movió un rizo mío detrás de mi oreja

– no soy una princesa, no quiero tus cortejos. No me gustas David. – sentencié y me arrepentí de mi tono pues me empujó contra el estante y comenzó a besar mi mejilla bajando poco a poco

– deberías aprovechar que estoy interesado en ti, nadie más lo está, siéntete importante.

– d-déjame, por favor, no hagas es-esto – cerré mis ojos intentando empujarle pero era muchísimo más fuerte que yo

– tú disfruta mis besos, soy el único intentando tener algo contigo, afortunado deberías de sentirte – chillé ante la suave mordida que me dio en el hombro sobre la ropa, no quería que esto siguiera

– D-David... basta, por fav-or...

Lo último que sentí fue una leve mordida antes de escuchar un golpe seco.

– no se toca a una persona sin su consentimiento, gilipollas – la voz que menos pensé sentir alivio de escucharla, resonó en mis oídos

– maldito imbécil – se quejó David levantándose del suelo, observé su labio con sangre y temblé ante su mirada enojada

– lárgate ya – Joaquín habló firme y David salió furioso de los pasillos.

El temblor en mi cuerpo no se iba, las lágrimas aún caían por mi rostro y me abracé casi dejándome caer al suelo si no fuera por los brazos de Joaquín.

– Emilio... ven, ven aquí – me jaló hacia su cuerpo y me abrazó firmemente mientras me mecía un poco intentando calmar mi llanto y temblor ante el miedo.

Sin pena escondí mi rostro en su cuello e inhalé su perfume, un suave olor fresco y de toques cítricos que sin duda hacían relajarme entre sus brazos. Sus manos sobaron mi espalda todo el rato que estuvo consolándome. Algo en mi corazón se calentó y sentí que me encontraba completamente cómodo en ese instante.

Las manos de Joaquín abandonaron mi espalda y yo me aferré a su cuerpo rodeándolo de la cintura, mis mejillas fueron apretadas entre sus manos levantando mi rostro y dejándome ver a los ojos al castaño rizado. La mirada preocupada que me otorgaba me hizo querer quedarme para siempre en ese lugar, sólo observándolo.

Un escalofrío recorrió mi columna cuando sus dedos limpiaron las lágrimas que quedaban en mi rostro, luego recorrieron cada parte de la piel del mismo hasta llegar a los labios, los acarició suavemente sin quitar la mirada de ellos.

Estaba nervioso pero también demasiado ansioso, quería besarlo pero sería muy estúpido de mi parte. Cerré mis ojos cuando sentí sus labios acercarse pero los abrí cuando estos se posaron en mi frente, dejando un suave y tierno beso.

Otra corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y mi corazón bombeó rápidamente.

– eres precioso, Emilio.

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Creo que ya le voy agarrando a la escritura otra vez, ustedes juzguen. En verdad espero que les esté encantando la fic y que cada espera por un capítulo nuevo valga la pena.

Los amo, besos xx.

royalty: the prince; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora