𝑰𝑿

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Maratón 1/3

La espalda de Joaquín se erizó al escuchar esa pregunta. Se giró lentamente mientras colgaba el teléfono.

– contéstame Joaquín.

– Fera... y-yo...

– respóndeme – pidió cortante

– s-sí, soy príncipe de España – soltó un bufido tenso

– supongo que te irás al terminar el año – se recargó en uno de los árboles del área

– era el plan – Joaquín comenzó a jugar con sus dedos

– ¿te piensas que puedes venir, fingir, enamorar a mi mejor amigo y luego irte al otro lado del mundo sin siquiera pensarlo? – esta vez Fera habló enojada

– te prometo que yo iba a decirle, sólo quería estar listo.

– ¿o querías tenerlo comiendo de tu mano para que cuando le dijeras entonces se fuera de aquí persiguiéndote?

– ¡no!, te juro que jamás fue mi intención. Quiero a Emilio mucho más de lo que piensas pero hay cosas que debo arreglar con el consejo de España. Fera, he empezado a enamorarme de tu amigo, ha sido tan rápido que el sentimiento me ha golpeado durante estos días.

– ¿y qué harás? – se cruzó de brazos

– el consejo de España está tomando en cuenta la iniciativa que propuse acerca de no necesitar casarme para tomar poder de la corona. Si no se aprueba yo tendré que casarme con alguien a quien no amo sólo para tomar el lugar que me corresponde. – explicó el castaño

– Joaquín... – suspiró cansada – sólo no le hagas daño a Emilio, te lo pido, más bien te lo ruego. Él está igual o más enamorado de ti. – Joaquín asintió y se acercó a Fera quien abrió los brazos y lo recibió en un cálido abrazo reconfortante.

Ambos chicos caminaron sin percatarse si alguien los había escuchado.

– ¿por qué tardaban? – preguntó Grecia al verlos entrar por la puerta de la cafetería

– Joaquín estaba en medio de una llamada con su madre y decidí esperarle como la excelente amiga que soy, me debes unos takis por cuidar a tu hombre – señaló Fera hacia Emilio, quien se sonrojó ante el comentario

– ¿todo bien? – preguntó Emilio en cuanto Joaquín se sentó a su lado, el castaño asintió mientras le daba un suave beso en la sien al rizado

– todo perfecto, ahora explícame qué es esto – pidió sonriente viendo la comida frente a él

– es un tamal verde, pruébalo – sonrió.

Joaquín asintió probando la comida y luego abrió los ojos sorprendido.

– ¡es riquísimo! – continuó comiendo hasta que soltó el tenedor – ¡joder pica mucho, Emilio! – se quejó sacando sacando la lengua e intentando abanicarla para que disminuyese el ardor.

Emilio se rió mientras buscaba el agua y se la dio logrando que Joaquín volviera a calmarse.

– olvidaba que eres tremendamente español – se rió Grecia

– calla, me ha quemado la lengua – un puchero se formó en sus labios y Emilio no pudo evitar reír y mirarlo con ternura

– un día de estos te daré unos takis fuego, necesito ver cómo reaccionas – se rió Fera

– no Fera, no vas a matar a mi chico – Emilio no se dio cuenta de lo que había dicho hasta que tanto Grecia como Fera se empezaron a reír y hacer burla. El rizado se cubrió el rostro sonrojado.

– tú también eres mi chico – le susurró Joaquín en el oído al menor.

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Emilio salía de su última clase cuando David lo acorraló en la esquina de un salón.

– mañana sabrás quién es realmente Joaquín Bondoni y por qué tienes que alejarte de él – apretó la mandíbula del rizado

– s-suéltame – Emilio comenzaba a sentir pánico

– y cuando te enteres de quién es realmente tu noviecito, vendrás llorando a pedirme una oportunidad cuando te quedes solo – David retiró la mano bruscamente y caminó a paso rápido saliendo de la facultad.

Emilio se tomó un momento para volver a respirar hasta que sintió una mano sobre su hombro que lo hizo saltar de un susto. Se relajó al ver a Joaquín a su lado con el rostro preocupado.

– ¿todo bien, lindo? – preguntó el castaño con seria angustia

– sí, sólo me espanté un poco – soltó una risa nerviosa intentando disimular lo que hace unos minutos David había provocado

– no te creo pero no quiero presionarte a que me digas algo que no quieres así que aquí estoy para lo que necesites, ¿si?

La tierna mirada del más alto simplemente lo derritió y se prometió ser sincero con él cuando se sintiera más seguro.

– mientras tanto, ¿listo para nuestra salida a un lugar al que no tenemos planeado pero aún así acepté ir porque a tu carita preciosa no le puedo decir no? – sonrió emocionado

– oye baboso, tú fuiste el que insistió en ir a quien sabe donde – el menor se cruzó de brazos levantando una ceja

– ¿ah sí? Mi error, como sea, vamos lindura que muero de hambre – el castaño tomó la mano del rizado y lo jaló hacia la salida de la facultad

Entonces cómeme a mi, pensó Emilio sonrojándose al instante.

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Empezamos con el maratón wuwuwu, en un ratito más les subo el siguiente

royalty: the prince; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora