32. La Orden Del Fénix.

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Así como lo dice el título, en éste capítulo comienza el quinto libro, La Orden Del Fénix. <3

—No entiendo porque no puedo ir. —Crucé mis brazos, frunciendo el entrecejo con fuerza—. Ya estoy mucho mejor, y lo sabes.

 —Danielle, no creo que sea correcto. —Dumbledore negó— Apenas y ha pasado una semana. Solo irán los miembros de la orden.

 —Albus, sabes que soy tan audaz como ellos. ¡Puedo ir volando y volver en un parpadeo!

 Dumbledore sostuvo su mirada fija en mí por unos minutos, luego dejo salir un suspiro por su boca, el hombre se levantó de la silla de madera en la que yacía y vio por una de las ventanas que dejaban la entrada de la luz. Después se dio la vuelta, quedando frente a mí.

 —Lo lamento, no puedes ir.

 Salí y me dirigí hasta la habitación que compartía con Hermione, y Ronald. Hermione leía El Profeta, mientras que Ron jugaba con su varita encendiendo llamas en un frasco, al estar dentro de la habitación cerré la puerta con fuerza, atrayendo los ojos de los presentes. Ron había crecido varios centímetros durante el mes, y ahora parecía más larguirucho y desgarbado que nunca, aunque la larga nariz, el reluciente cabello pelirrojo y las pecas no habían cambiado.

 —Es inútil. —crucé mis brazos.

 —Te lo dije.—Hermione y Ron hablaron al mismo tiempo.

**

 Esperaba sentada en las escaleras de la casa a los miembros de la Orden del Fénix y trajesen a Harry con ellos. Ya había pasado más de una hora desde que los miembros se fueron, más de una hora había pasado yo sentada en las escaleras. En ese momento, la puerta se abrió con un chirrido, y se escucharon más de unos susurros. Saqué mi varita,  y encendiéndola al murmurar lumus, comencé a caminar dando pasos lentos hasta la puerta que se encontraba abierta. Entre la oscuridad pude distinguir a Lupin y Tonks, cargando un baúl y la jaula de Hedwig.

 — ¿Y Harry? —pregunté en cuanto Moody encendió la luz en el vestíbulo.

 —Aquí. —contestó Moody, a la vez que con su varita golpeaba algo en el aire. Lo que había en el espacio vacío era Harry.

 Una sonrisa se extendió por mi rostro. Era el mismo chico, solo que más alto y delgado. Inmediatamente lo abracé, sentí su cuerpo tensarse al principio pero después sus brazos se cerraron alrededor de mí.

 —Te extrañé…—le susurré.

 Sus brazos se apretaron con más fuerza.

 —Yo igual. —contestó en un murmullo.

 Luego, se escucharon unos rápidos pasos y Molly Weasley, entró por la puerta que había al fondo del vestíbulo. Corrió a recibirlos con una sonrisa radiante, aunque mucho más pálida y delgada. Me alejé de Harry para que Molly pudiese saludarlo.

 — ¡Oh, Harry, cuánto me alegro de verte! —susurró, y lo estrujó con un fuerte abrazo; luego se separó un poco de él y lo examinó con ojo crítico—. Estás paliducho; necesitas engordar un poco, pero me temo que tendrás que esperar hasta la hora de la cena. —Luego, dirigiéndose al grupo de magos que Harry tenía detrás, la señora Weasley volvió a susurrar con tono apremiante—: Acaba de llegar. La reunión ya ha comenzado.

 Los magos emitieron ruiditos de interés y de expectación y empezaron a desfilar hacia la puerta por la que la señora Weasley acababa de aparecer.Harry se puso también en marcha, siguiendo a Lupin, pero Molly lo retuvo.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2015 ⏰

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