Prólogo

4 1 0
                                    

No podía estar pasando. No podía haberle dicho eso. Joder, era un capullo, un capullo monumental. No sabía cómo decirle que la quería y era verdad joder, la quería a morir.
Esa niña insufrible se había convertido en alguien imprescindible en mi vida y sólo con pensar que podía desparecer me ahogaba.
La miré tras mis últimas palabras y sus ojos se abrieron como platos. Me pareció ver en su cara dolor pero despareció a los segundos para convertirse en rabia. Sus ojos habían cambiado de mirarme con ese brillo especial a oscurecerse rápidamente.
No me gustaba lo que estaba por venir.
-Te odio Gerard Harrison y te odiaré por él restos de mis días.- soltó.
Una astilla se me clavó en el corazón. No podía ser cierto, ella no podía odiarme, ella también no. Se fue apartando de mi lado poco a poco, dando pasos hacia atrás. Cada vez que se alejaba un paso sentía que eran kilómetros de separación entre ambos.
Ya está, lo había conseguido. Había conseguido que la persona a la que más he querido y querré en toda me vida me odiara y no se lo podía reprochar, tenía sus razones.
-Nunca debiste sentir otro sentimiento por mí, cacao.- respondí. Giré sobre mis talones y salí de allí.
<<Te deseo lo mejor, Soph y lo mejor lo conseguirás cuándo te alejes de mí.>> me repetía a mí mismo en el camino hacia la puerta.

Te odiaré por el resto de mis días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora