Capítulo 4.

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Entramos al instituto todos y caminamos por el pasillo, observando las taquillas y las decoraciones de los equipos de fútbol de la escuela, con todos los trofeos, diplomas y certificados. Está valorado como el instituto con el mejor equipo de Madrid. A mí el deporte nunca me ha gustado, lo que hace que no tenga mucho interés en ello. Carlos es el capitán del equipo desde hace por lo menos unos cuatro años, es un jugador increíble, tiene las mejores técnicas y una inteligencia para el deporte, que el entrenador no deja de valorar, por ello sigue siendo la estrella del equipo.

-Bueno, ¿preparados para el último día?-pregunta Isaac.

-La verdad que estoy deseando que acabe esta pesadilla y que llegue la graduación mañana-contesta Monica.

-Seamos sinceros amiga, tú solo quieres que llegue mañana, para la fiesta de por la noche-comenta Carlos.

Yo solo me limito a reírme de estos dos, son un espectáculo de verdad, estoy deseando ver con las pintas que aparecen mañana y ver su comportamiento. Quizás yo no aguante mucho ya que no suelo beber alcohol y ver a mis amigos borrachos mientras que yo estoy sentada o hablando con gente que nunca he intercambiado palabras no es que me entusiasme, pero les prometí que iría.

-¿Qué piensas Carla? -Pregunta Miguel titubeando.

-En lo bien que nos lo vamos a pasar mañana, ¿bailarás conmigo, no? -Le sonrío.

-Bueno ... Ya sabes que yo no bailo-dice.

-Pero mañana es un día especial capullo, hay que bailar-dice Carlos.

Miguel, es como un hermano pequeño para nosotros, siempre hemos intentado que su estancia en el grupo fuera de lo más agradable, nunca le hemos tratado diferente, es uno más para nosotros y eso hace que él se sienta más a gusto con nosotros.

-Bueno qué, ¿vamos a clase? -Pregunta Isaac.

Agarro su brazo y camino a su lado apoyando mi cabeza en su hombro, el aprieta mi brazo y me da con la barbilla en la cabeza. 

-Vamos-sonrío.

Caminamos hasta nuestra aula, sin prisa pero sin pausa, disfrutando de los últimos paseos que nos quedan por estos pasillos que tanto han significado para nosotros estos cursos anteriores. Todavía recuerdo como mis padres y los de Isaac decidieron este instituto para nosotros aquella tarde de Julio mientras nosotros jugábamos a ser reyes en el balcón de mi casa. 

Que buenos momentos hemos pasado y como añoro mi niñez. Si pudiera haber elegido, hubiese elegido unos cuantos años más siendo pequeña, crecer... No es tan fácil.

Llegamos por fin al aula A, nuestra clase de siempre. Llamamos a la puerta y el señor Hernández nos espera sentado, todavía faltan alumnos por venir, ya que nosotros siempre solemos ser los primeros en llegar.

-Buenos días queridos alumnos, ¿preparados para el último día?-pregunta el señor Hernández.

-Pues claro, nosotros siempre estamos preparados para todo-digo mientras me siento en mi pupitre.

-Y más siendo el último día-dice Carlos entre risas.

-Tú siempre igual señorito-ríe el profesor.

-Pues claro, si no, no soy yo-dice.

Ya estamos todos sentados en nuestros sitios, cuando se abre la puerta y empiezan a llegar todos los demás. Todos compartimos saludos entre nosotros y cada uno toma su asiento. 

-Bueno Carla, todavía falta tu amiga-dice Monica desde la silla de delante riendo.

"Mi amiga" hablemos de Sofía Merchan, una de mis mejores amigas de toda la vida, la persona que quizás más he llegado a querer a lo largo de mi vida fuera de mi familia, una integrante de nuestro grupo, amiga de todos y cada uno de nosotros. La hija de un buen amigo de mi padre, en su día también, una gran amiga mía, la siguiente después de Gabriela. Toda la vida juntas, hasta que llegamos al instituto y en segundo curso, nos dio a todos de lado por convertirse en la popular de la escuela. Haciendo de su personalidad una gran mierda de persona, dejando mal a todo el mundo, insultando y despreciando a todas las personas con las que se cruzaba, incluyéndome a mí. Cuando murió su madre, fui a su casa todos los días durante un mes entero, sin recibir respuesta, aun que ya no fuéramos amigas, quería que supiera que siempre estaría ahí para ella si me necesitaba. Después de un mes sin aparecer por el instituto por la muerte de su madre, se convirtió en una persona todavía peor a como era antes. No la culpo puesto que la muerte de una madre puede ser de las peores cosas que le pueden pasar a alguien, pero yo, al menos intenté que eso cambiara. 

-Si, mi gran amiga-río.

Se vuelve a abrir la puerta y aparece Sofia, tan diva como siempre, vestida como si fuera de gala, con su trenza al lado y su maquillaje abundante, con un bolso en la mano y las gafas de sol puestas.

-Hola señor Hernández-se acerca a su mesa y sonríe.

-Llegas tarde Sofia-dice.

-Lo siento, la limusina es tan grande que en los atascos es imposible adelantar-dice mirando a la clase y sonriendo con maldad.

-Por favor, tome asiento-dice el profesor.

Camina por nuestro lado con la cabeza alta y murmurando insultos, de los cuales solo reconozco "escoria".

No puedo aguantarlo y me levanto de la silla.

-Mira Sofia, en todos estos años, te he consentido muchísimas cosas, pero hoy, mi último día en este lugar, no pienso dejar que lo arruines, tenlo muy claro, si tengo que decirte todo lo que no te he dicho en estos años atrás, pues te lo digo, estoy cansada de ti, de tus niñateces y de tus faltas de respeto, estoy cansada de que le amargues la vida a mis amigos y a todo el mundo de este lugar-digo acercándome a ella.

-¿Vas a pegarme Carla?-dice amenazante.

-Lo haría, créeme, me quedaría muy a gusto, pero todavía te guardo algo de respeto, quizás no sepas lo que es, ya que careces de ello-digo mirándola de arriba abajo.

-Estúpida-dice en voz alta.

Oigo un golpe en la mesa del profesor y me giro a observar la situación.

-Ya está bien, Álvarez, Merchan, a dirección, no quiero veros por aquí-dice gritando.

-Pero señor Hernández...-intenta hablar Sofia.

-He dicho que fuera, las dos, vamos-nos señala la puerta.

Y de repente, tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora