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Scott martilleaba con fuerza en el interior del taller de su familia. Únicamente el fuego que utilizaba para forjar lo que fuera que estaba creando en ese momento iluminaba la estancia.

Unos fuertes golpes resonaron al otro lado de la puerta

-¡Está cerrado!

El gran portón se abrió revelando a una mujer anciana, con su blanco cabello amarrado en una larga trenza y protegiéndose del frío con una gruesa capa de un oscuro color azul. Era la abuela de Stiles.

-Soy yo- Sonrió amablemente mientras entraba con total normalidad, haciendo oídos sordos a la advertencia que el joven le acababa de dar.- Hola Scott, te he traído unas galletas- Dejó los dulces envueltos por un paño sobre la mesita situada a un lado de la lumbre.

-Gracias- El moreno sonrió ante el regalo de la mujer, y no dudo en abrazarla suavemente. Aquella alfa siempre se había portado muy bien con su familia, era alguien a quien respetaba profundamente.

-Quería darte las gracias por defender a mi nieto esta mañana- Deshizo el nudo que sujetaba el paño y revelo las dos galletas que había en su interior- Ten, prueba una- El joven, partió un pequeño trozo de la galleta situada sobre la otra, mientras que la anciana hizo lo mismo con la que se encontraba debajo- Sí, has sido muy valiente

-Sólo he dicho lo que pensaba- Contestó de manera despreocupada mientras masticaba.

-Mira... Quiero que sepas que no estás obligado a dar la cara por Mieczyslaw, ya no estáis comprometidos...

-El que esté enamorado de otro no significa que Stiles ya no me importe- Respondió rápidamente el hombre, sin gustarle nada hacia donde estaba yendo esa conversación.

-Supongo que eso mismo sentiría Kassia por ti...- Negó suavemente mientras se alejaba de la mujer, intentando reanudar su trabajo.

-Yo no le gustaba

-Oh algo más que eso, yo creo que habría hecho cualquier cosa por ti... Incluso acceder a reunirse contigo en una noche de lobos si se lo hubieras pedido...- La expresión de la anciana cambió completamente, pasó de ser suave y conciliadora a una mucho más dura, además de su tono de voz, con una clara intención acusatoria.

El alfa tardó unos segundos en entender a lo que se estaba refiriendo, hasta que cuando finalmente empezó a atar cabos en su mente, soltó la herramienta que tenía en su mano y se enderezó ante ella.

-¿Por qué está haciendo esto? ¿Cree que soy el lobo? ¡¿Me está acusando de asesinato?!- La mujer colocó una mano en su pecho, haciéndole frenar en su discurso

-Yo no te estoy acusando de nada, sólo quiero averiguar la verdad- Scott se alejó de su toque como si éste ardiera.

-Es usted... Dios, es usted...- A medida que hablaba, iba dando pasos marcha atrás poniendo distancia entre él y la anciana- Es el mismo olor...

Caperucita Roja» SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora