Escena de contenido sexual explícito
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Un fuerte golpe en la puerta me despertó de repente. Las cadenas de huesos y figuritas que pendían del techo de la cabaña se movían intermitentemente.
Rápidamente me senté y me puse en alerta ante lo que fuera que había entrado en la casa, sin embargo, tras varios minutos intentando regular mi respiración y mi pulso desbocado, caí en la cuenta de que los golpes y el chirriante sonido de las decoraciones de la abuela, eran producidas por el fuerte viento que soplaba afuera y que se colaba entre las rendijas de la madera. Incluso el fuego había terminado por apagarse.
Me puse en pie y atusé la capa que aún me cubría de arriba a abajo, era de una tela muy calentita y me había protegido del frío de la noche. Recorrí toda la estancia en busca de la abuela, pero al ver que las cortinas, del mismo tono rojo que mi capa, y que conducían hacia su dormitorio seguían cerradas, supuse que aún estaría durmiendo. Ya era de día, pero probablemente algo pronto para ella.
Decidiendo no molestarla, ordené los utensilios sobre la mesa que había descolocado para prepararme ayer la cena y salí sin hacer el más mínimo ruido.
El suelo aún seguía completamente cubierto de nieve, y bastante cantidad, así que me di prisa en moverme a través de los árboles para regresar lo antes posible a Beacon Hills.
La abuela nos contaba que el lobo mataba a familias enteras, que se llevaba a los niños de sus camas... Pero sus historias nunca me habían parecido reales, hasta ese momento.
Después de un largo camino a través de la nieve, conseguí regresar al pueblo. Sí que debía de ser pronto, porque todas y cada una de las calles estaban desiertas, y las ventanas y puertas continuaban cerradas a cal y canto. Llegando a la plaza, divisé la enorme figura que representaba a la luna, frente al altar donde se llevaban a cabo los sacrificios para el lobo. Intenté no fijarme mucho en ella, seguía pertubándome igual que cuando era un crío.
Fue entonces que escuché algunos gritos y voces que expresaban total alegría y satisfacción. Provenían del interior de la sala de reuniones.
No dudando, me deslicé a través de una de las puertas y descubrí el panorama: La mayor parte del pueblo se encontraba ahí, entre jarras de cerveza, cánticos y risas. Estaban celebrando algo. A medida que me acercaba, pude ver a todo el grupo de alfas y betas que habían salido ayer en la expedición ¿Ya habían regresado?
En el centro de todo aquel gentío, se encontraba Christopher quien parecía relatar algún tipo de hazaña heroica con puñal en mano, mientras que a su espalda, se encontraba una de las figuras más inquietantes que había visto hasta la fecha; era la cabeza de un enorme lobo gris clavada en una gran estaca apoyada en el suelo, a modo de macabra representación de algún tipo de dios, o demonio en este caso. La criatura tenía los ojos, azules y fríos, totalmente abiertos, al igual que su boca, llena de grandes colmillos todavía cubiertos de un rojo líquido. En el pelaje al rededor del morro, todavía se mantenía parte de esa sangre seca. Aparté la mirada de tan grotesco espectáculo en cuanto el alfa comenzó a imitar con movimientos bastantes descriptivos cómo le había arrancado la cabeza al animal.
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Caperucita Roja» Sterek
FanfictionDurante décadas, los habitantes de Beacon Hills han mantenido un pacto con el lobo: para saciar su apetito, le ofrecen un animal cada mes a cambio de su promesa de no herir a ningún humano, hasta que la bestia incumple el pacto y vuelve a matar. La...