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Son interesantes los caminos de la vida. Un día estás aquí y otro allá, tratando de sobrevivir, exponiéndote a situaciones que a una persona normal le parecerían una completa locura.

—Tenemos un negocio que no pudo ser cerrado en la ciudad, la policía allanó la bodega y encontró parte de la mercancía, así que — el hombre bebió un gran trago de Whisky —Algunos de ustedes deben ir a ordenar ciertas cosas, saben a lo que me refiero, ¿verdad?

Acto seguido todos en la sala estallaron en risas, un conjunto de risas macabras.

Lo que llamó la atención de Jaemin fue ver a un niño como de unos 10 años, se encontraba nervioso y era de esperarse, este no es un ambiente "adecuado" para alguien que apenas va a descubrir en carne propia lo que es la vida.

Sintió algo de compasión por el muchachito, vio su reflejo de cuando él inició en este bajo mundo, pero ese sentimiento desapareció cuando dejó a un lado los pensamientos de su pasado y volvió a la realidad, uno de sus amigos le dijo que iban a comprar unos tragos.

Aún faltaba una noche para irse de esta ciudad, e iban a festejar como nunca. Por decisión "unánime" decidieron invitar a unas conocidas con las que iban a pasar un buen rato.

—Modela para el muchacho —pidió a la mujer señalando a Jaemin.

—Mark, deja de molestar ya, vete al infierno.

Lee se acerca a su oído:

—¿Acaso no te gusta lo que ves? Se nota que ella tiene ganas de estar contigo y te comportas como un niño malcriado, aleja esa mala vibra de ti de una vez, apestas cuando te comportas así.

—Voy a ir a dormir —dijo ignorando completamente el comentario de Mark.

Jaemin ya ha estado con varias mujeres, una más, una menos, le da igual.

Sabe que llama la atención y cuando quiere ocupa sus encantos para conseguir lo que quiere; hoy no estaba de ánimos para seguirle el juego a Mark.

Jaemin no siente mucha atracción con las mujeres, ya ha tenido algunas relaciones con hombres, y tiene más preferencia por ellos.

Pese que estamos hablando de un muchacho relativamente joven, muchos lo admiran y le tienen respeto, no cualquiera puede hablarle directamente.

En este caso no aplica el respeto por diferencia de edad, aquí lo único importante es saber quién está en la cima y quién se encuentra abajo, una relación como presa-cazador.

Aunque muchos perciben una figura fría y reservada, Na Jaemin es un chico muy inseguro de sí mismo, día a día trata de superarse, de no sentir miedo cuando jala el gatillo para matar a unos cuantos inocentes.

Dispara ya, mantén la calma, cierra los ojos, no pasa nada.

Subió hasta donde se encontraban las habitaciones, iba a ser una larga noche sin poder dormir por el ruido proveniente de la planta inferior, pero aun así cayó en un profundo sueño, ese mismo sueño que le recordaba su pasado.

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Regresando de la escuela lo interceptaron en un callejón los niños que siempre lo molestaban por el simple hecho de ser un "bastardo".

—Míralo, no tiene papá ni mamá, que desgracia ha de ser su vida.

—He escuchado que vive con personas que no son su familia, mi mami dice que eres un arrimado.

—No te queremos, debes irte de la ciudad, apestas.

Los niños comenzaron a empujar a Jaemin, provocando que se tropezara con un desnivel del suelo, posterior a esto comenzaron a patearlo con fuerza en todas partes, el pequeño Na solo cubría su cabecita, ya estaba acostumbrado a regresar a su casa con varios golpes y moretones en su cuerpo, total, nadie se preocupaba por él.

—Déjenme en paz, por favor, yo nada malo les he hecho —gritó con las pocas fuerzas que le quedaban, al borde de lágrimas - Deténganse, duele mucho.

Con cada palabra su voz se quebraba.

Como si sus súplicas hubieran sido escuchadas, las patadas se habían detenido, luego escuchó que alguien se acercaba a pasos apresurados hasta donde él yacía en el suelo.

Un muchacho cabellera azabache le extendió su mano para ayudarlo a ponerse en pie.

Llevaba puesto uniforme escolar, era mucho mayor que él, tal vez le llevaba unos 10 años más.

—¿Estás bien? Ven conmigo, te curaré las heridas.

—Me han dicho que no debo hablar con extraños — soltó Jaemin de repente y provocó que el muchacho sonriera, le pareció un niño tierno.

—No te preocupes, no te haré nada malo, me presento, soy Kim DongYoung, pero puedes llamarme Doyoung.

—Hola Doyoung, me llamo Na Jaemin, pero me dicen nana o nanita —estiró su manita para saludarlo apropiadamente, a como su querida madre le había dicho que debía hacer cuando conociera a personas mayores.

Al entrar, la madre de Doyoung miró a su hijo extrañada, él le explicó la situación mientras Jaemin sentado en el sofá devoraba las galletas de chocolate que la amable señora le había regalado, era algo tarde y salió de casa sin desayunar así que su estómago gruñía como una fiera.

Ambos curaron sus heridas, Jaemin se sintió amado, usualmente era ignorado y maltratado en el colegio y en casa, sus tutores lo golpean cuando hace algo que a ellos no les gusta, pero vamos, es un niño, no mide sus actos.

Tal vez con un poco de comprensión y amor las cosas hubieran sido diferentes.

119 Sweet Hell | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora