XI

204 5 0
                                    

(Noches en las cuales algunas cosas ocurren en el mismo segundo)

Luis.

—¿Otra cosa?— pregunto mamá al ver la caja nueva que había traído su hijo al llegar a casa después del pequeño viaje.

El camino callado y la coloco encima de la mesa, era una pequeña de metal, de esas que él consideraba buenas para guardar joyas, tenía un pequeño candado, y la llave colgaba de el.

—¿Era para ti?— hizo de nuevo otra pregunta.

—Si—

La tomo de nuevo imaginando todas las cosas que podía tener dentro, más cartas por ejemplo, una cosa que al el no le gustaría para nada.
Seguro las desecharía

Así como al parecer, estaba desechando la culpa. El se acostumbro a pensar que aquello era imposible, nunca dejaría de amarla, pero quizás, ya no se sentía mal, al saber que ella necesitaba verlo feliz.

Igual, lo del supuesto asesinato y todo el tema de Mateo lo tenía pensativo.

—¿La vas a abrir?— pregunto ella de nuevo.

—No, tengo que hacer algo primero.

Después de dicho esto lo único que ella pudo escuchar fue el ruido de la puerta cerrándose.

//-//-//-//-//-//-//-//

Mateo.

Apretó un poco más ambas manos en el cuello del chico.

Sentía unos brazos tratando de alejarlo pero la impresión de lo que ocurría le ganaba a los expectantes.

—Vuelve a decirlo hijo de tu put* madre, repitelo—dijo el furioso mientras lo asfixiaba.

Cegado por la rabia, sintió como dos hombres musculosos lo sacaban de encima del chico.

—Pero que cosa...—dijo Juan mientras se levantaba aturdido— tienes los huevos para tratar de matarme pero no para aceptar que la muerte de tu hermana, fue tu culpa.

¿Porque decía esas cosas? ¿Acaso sabía algo que el resto no? No cabía duda que Juan era uno de los delincuentes más famosos de la zona, pero eso no le quitaba lo idiota. ¿El mismo se estaría confesando?.

—¡¿Tu que sabes?!— pregunto Mateo aún atrapado por aquellos hombres.

Juan sonrió— Lo suficiente para que me des lástima.

Mateo se abalanzó de nuevo pero ya la fuerza no le daba para aquello, los guardias del bar lo sacaron y lo tiraron sobre el concreto negándose a darle nuevamente el paso.

De repente quiso llorar como nunca. Sabía que era el culpable de todo, pero ella no se lo merecería.

Saco su teléfono dispuesto a llamar a Luis, y tratar de hablar con el, pues sabía que también se encontraba molesto. Y quien no lo estaría, le habían quitado al amor de su vida.

—¿Mateo?— pregunto un chico detrás de él, lo reconoció al instante al haberlo visto segundos atrás en el bar.

—Soy yo.—contesto mientras sentía como la rabia regresaba— ¿Vienes a burlarte de mi hermana también?

Insomnio (#Superación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora