—Sakura—
Llegamos a casa y por los nervios me voy a la cocina para tomar un café y relajarme, pero Obito me toma de las caderas y siento su cuerpo en mi espalda.
—Obito..
—lo siento Saku, pero me has tenido loco toda la noche con ese vestido.
Yo levanto mi trasero y lo pego a su cuerpo, si no hago algo ahora me arrepentiré todos los días de mi vida.
Él suelta un gemido y desata mi vestido, la tiras caen dejándome semi desnuda, sus manos acarician mis pechos y su boca besa mi cuello.
—preciosa -dice en tono sexy-
Y mierda como sabe seducir mi dulce chico.
Siento como cae de rodillas y sube lentamente mi falda, sus manos se enganchan en mis bragas y las bajan lentamente haciendo que suba los pies para quedar sin ropa interior.
Él me inclina sobre la encimera, abre mis piernas su boca azota mi centro, mientras yo grito sin pudor alguno.
—Obito!
Él tiene la experiencia que a mi me falta.
Cada remolino de su lengua me lleva a la locura desenfrenada por tenerlo en mi interior.
Él sube mi pierna a la encimera y me penetra con su caliente lengua, estoy gimiendo, con la respiración al límite y mi senos desnudos pegados en la fría superficie.
Mi orgasmo es inminente y es la cosa más arrolladora que he sentido antes.
Él sigue besándome hasta que el último de mis espasmos desaparece.
Me gira y me besa con pasión y maestría, mi lengua siente su sabor mezclado con el mío y es algo tan erotico que me aturde.
—eres mucho más hermosa de lo que imaginé -dice mientras me mira-
Me levanta del trasero y me sienta en la encimera, yo apoyo mis codos y antebrazos en la encimera y lo miro segada por la lujuria.
—sácate la camiseta Obito.
Él sonríe y se ve tan sexy, no se como lo hizo pero el chico torpe desapareció por arte de magia, él saca su camiseta lento mientras yo trago grueso por lo perfecto que es.
—eres jodidamente caliente -le digo-
Su boca nuevamente esta sobre la mía, sus dedos recorren mi interior y escucho como el cierre de su jeans baja, estoy tan desesperada como nunca antes lo estuve por otro hombre, lo veo bajar su ropa y me sonrojo al ver el tamaño de su erección, desnudo es magnífico, pecaminoso y sumamente sensual.
Él toma mis caderas y se acerca peligrosamente a mi, siento su miembro en mi entrada, un roce simple que me hace suspirar.
Primero es suave, dando paso a que mi cuerpo se acostumbre a él, luego se funde conmigo en una sola estocada que me hace jadear.
—¿estas bien?
Yo solo lo beso, por que si siento un poco de dolor, pero llevo años sin tener sexo es obvio que algo así pase.
Obito respira rápido y cada vez que entra en mi cuerpo lo escucho maldecir, tiene los ojos cerrados y su frente comienza a perlarse se sudor, él saca mis tacones y apoya mis pies en el borde de esa mesa.
Estoy totalmente expuesta dejando que él admire todo de mi.
—preciosa estás tan apretada..