♥ Sugawara te mantendría segura sin importar que te puedas llegar a quejar ♥
— Koushi, tampoco hace mucho frío como para salir así. —Cierta fémina se encontraba haciendo unos pequeños berrinches al verse envuelta en unas cuantas capas de ropa, se podría decir que el albino no quería que saliera sin abrigarse bien al ver que había empezado a nevar justo cuando iban a salir de su casa.
— Prefiero que estés muy bien abrigada a que te enfermes, ¿y si por enfermarte llega a pasarte algo más grave? No lo permitiré. —Su pareja solo rodó los ojos al ver lo sobreprotector que podía llegar a ser.
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Ahí estaban, una pareja correteando por la casa del mayor, quien había invitado a su enamorada a pasar un lindo rato por mientras que se avecinaba una fuerte nevada para esa tarde. Sugawara intentaba alcanzar a su invitada tan inquieta para poder ver alguna película, pero ella no dejaba de moverse por aquel lugar solo para molestar al otro.
En cuanto habían llegado a la planta de arriba, estuvo al tanto de los peligros que podría pasarle a su pareja al estar moviéndose de un lado a otro sin prestar mucha atención a lo que la rodeaba. Un grito en el cual mencionaba el nombre de la fémina hizo que por fin la misma parara para poder ver el porqué aquel grito de desesperación de su actual pareja.
— _____, prefiero realmente que estemos solamente en el sofá mirando algo. —El peliplateado intentaba recuperar el aire que perdió por estar correteando atrás de su novia, para luego volver a hablar. — No quiero que te lastimes, ¿si?
— Me estaba divirtiendo haciéndote correr por todos lados intentado alcanzarme. —Una sonrisa se plantó en el rostro de la chica, a la vez que tomaba la mano de su novio para luego bajar las escaleras con cuidado e ir al sofá. — Pero creo que me vendría bien un pequeño descanso.
— A veces creo que estoy saliendo con un Nishinoya versión femenina.
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La chica estaba de la mano de su querido novio mientras que con la que tenía libre iba viendo algunos mensajes que le mandaban en su celular. Ambos estaban a punto de cruzar la calle y, si no fuera por el albino, la menor no se habría percatado ni de dónde estaban.
— No uses el celular cuando cruces la calle. —La mano libre del mayor fue la causa de que la fémina no tuviera ahora su celular, pero aunque le moleste aquel lado tan protector del chico con quien estaba, agradecía cada detalle y atención extra que le brindaba el mismo solo por su salud. — Vamos.
