Barbie, a virtual adventure

Capítulo 4

El grupo de cinco integrantes se dirigió hacia El bosque del Norte, la princesa ciruela era su último recurso para hacer frente al Rey Dino.

—Tendremos que cuidar de nuestras espaldas, este terreno está bajo el reinado de Dino. Bien, todos tomen una espada, y… veamos, Yut, tú protege a Ash.
—¡Claro que no, que se defienda sola!
—Ni que quisiera tu ayuda… Blanca, dame una espada.
—¿Sabes usarla?
—Claro que si, yo me protegeré solo, digo, sola— Ash tomó la espada y mostró sus habilidades con ella.
—Cielos, eres realmente buena, eres mejor que Yut— confesó impresionado Sing.
—¡Es pura suerte de principiante!— gruñó este celoso.
—Parece que jugar tanto a la Leyenda de Zelda tiene sus ventajas.
—Bien, a partir de ahora deben ser cuidadosos, miren en todas direcciones y no duden en atacar. Entremos al bosque.
—¡Si!

El grupo entro liderado por Blanca, posteriormente Sign, Yut, Ash y Eiji al final.
Caminaron cautelosos mientras se abrían paso entre la hierva.
Ash miraba de reojo a Eiji y este se dio cuenta.

—¿Qué pasa Ash?
—¿Estás bien? No sé, pareces cansado.
—Descuida, es solo el esfuerzo.
—¡Cuidado!

Frente al grupo un arquero, guardia de Dino apareció.

—Vaya vaya, pero si es el coronel Blanca y sus traidores amigos.
—Arthur…— Blanca desenbainó la espada y dio la orden al grupo de prepararse para el ataque.
—No tendré piedad… ¡Mueran!

Arthur solto una flecha y Blanca pudo desviarla. Sing y Yut lograron increparlo y éste quedó desarmado.
—Habla… ¿dónde está la princesa ciruela?
—No tengo idea de lo que dices.
—Claro que lo sabes, ¿dónde esta? ¿La tienen secuestrada?
—Te digo que no se nada sobre ella.
—Bien si eso quieres…— le dio un par de golpes hasta que este calló al suelo por el dolor— Átenlo, debemos evitar que escape.

Cortaron un pedazo de soga y lo ataron de pies y manos.

—Con esto no podrás seguirnos. Vámonos.

El grupo continuó su camino y tras una larga búsqueda encontraron finalmente el castillo.

—¡Viva, lo logramos!
—¡Rápido, hay que dividirnos y buscarla, nos veremos en el salón principal en 30 minutos!

Blanca fue solo, Sing y Yut fueron por otro camino y Ash y Eiji eligieron otro.

Eiji se miraba bastante cansado y calló al suelo.
—¿Eiji, que te pasa?— dijo Ash al tiempo que trataba de levantarlo.
—Mi pecho… me duele…
—Ven, vamos a sentarnos.

Cogio a Eiji de un brazo y lo pasó por sus hombros y con cuidado se sentó en la escaleras de un de los pasillos del castillo.
Ash saco un pañuelo y lo humedeció con un poco de agua, pasó este por el rostro de Eiji que estaba bañado en sudor.

—Esto es malo, no resistirás mucho tiempo…
—Ash…— Eiji tomó su mano y lo miró con ternura— gracias por preocuparte por mi.

El rostro de Ash se tornó rojo y quitó su mano de inmediato.

—D-deja de decir cosas así. Iré por ayuda, tu espera y descansa, no tardo.

Ash corrió por los pasillos en busca de sus amigos cuando una voz proveniente de la torre llamó su atención. Era dulce y gentil. Guiado por la curiosidad subio con cautela hasta abrir la puerta. Esposada en la pared, una hermosa joven de cabellos dorados se encontraba prisionera.

—¿Tu eres la princesas ciruela?— dijo Ash mirándola aturdido.
—Si, lo soy.
—Te ayudaré— Ash sacó su espada y rompió las cadenas que la ataban.
—Muchas gracias jovencita.
—¡Princesa, mi amigo la necesita, el ha sido hechizado por el rey Dino!
—¿El rey Dino dices?
—Si, por favor, ayúdelo.
—Vamos.

Ambos corrieron a prisa donde Eiji se encontraba.

—¡Eiji, resiste!

El joven sufría cada vez más del dolor en su pecho.

—Encontré a la princesa, ella te salvará.
—¿Que hechizo lanzaron sobre él?
—Mire— Ash le mostró el candado en el pecho de Eiji.
—El es el príncipe del hielo— dijo asombrada.
—Si, por favor, sálvelo.
—Si, lo haré, rápido, busca a tus amigos, yo lo cuidaré, necesitaré de su ayuda.
—¡Si!

Ash corrió a prisa saliendo de la sala, de pronto su mente comprendió lo que pasaba, el nunca le comentó que había llegado acompañado de otros… esa princesa era una impostora.

—¡EIJI!