La platica que tenían aquellas dos mujeres comenzaba a aburrir a la pequeña niña que yacía parada justo a lado del cuerpo de su madre con la mano tomada, evitando que la pequeña niña se fuera de su alrededor.
Aquella situación comenzaba a ser aburrida y la pequeña estaba hastiada. Tenía cerca de quince minutos parada sobre sus pies viendo a los autos pasar sin hacer absolutamente nada. Ni hablar lo incómodos que eran aquellos zapatillas blancas para su pies pequeños. Quería jugar, correr por aquel verde bosque frente a ella que le pedía a gritos que se adentrara a él.
– mamá... – la pequeña llamó con desesperación tratando de romper el agarre que su madre ejercía en su muñeca. Ya no aguantaba más estar así, y si podía haría berrinches para que su madre la dejara tan solo por un rato.
– Roseanne, basta – la progenitora regaño a la pequeña despistadamente, su amiga tan solo soltó una pequeña risita.
– no pasa nada si la dejas sola por un rato, deja que se desestrese.
– Bien, solo no te alejes mucho, cariño.
Su progenitora le advirtió por que sabía lo extrovertida, desobediente que llegaba a ser su hija. Roseanne tan solo escuchó finalizar sus palabras y sonrió en grande felizmente.
Haría caso a la orden de su madre, lo único que quería era deshacerse de aquella situación aburrida y desesperante. Hubo un momento en que sus ojos melosos distinguieron a una hermosa mariposa azul volando cerca de ella. Amaba las mariposas, después de las flores. Jugaba y reía con aquella pequeña mariposa de un hermoso azulado sin llegar a tocarla y lastimarla.
La pequeña castaña la seguía, hasta que la mariposa voló directo al bosque, adentrándose y perdiendo rastro de ella. Roseanne cambio su semblante a uno triste y desanimado, de verdad estaba entretenida con la mariposa que no pensó que se iría. Algo por el rabillo de sus ojos se divisó rápidamente frente a ella, Roseanne no dudó ni un segundo en llevar su mirada a lo que era.
Un conejito blanco.
Un conejito blanco y esponjoso se encontraba frente a ella, como si estuviese perdido y haya ido hasta la pequeña en busca de ayuda. Roseanne volvió a mostrar una sonrisa a lo largo de sus comisuras con la mirada en el animalito. ¡Claro que quería tocarlo! Los conejitos eran sus animales favoritos, después de las mariposas claro.
Se acercó a él y se agachó, poniéndose de cuclillas. Confiada llevó su mano al cuerpo del conejito, acariciando y tocando su suave pelaje como la seda, su color blanco como la nieve y lo lindo que se veía. de un momento a otro, el pequeño conejo salió corriendo tan rápido como sus ojos capacitaron de su lugar. Roseanne realmente le había gustando aquel pequeño animalito blanco, que no lo pensó dos veces para seguirlo.
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𝐅𝐀𝐍𝐂𝐘 𝐘𝐎𝐔 | r.k
Fanfiction𝐅.𝐘 | "- 𝙉𝙤 𝙚𝙨 𝙘𝙖𝙨𝙪𝙖𝙡𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙦𝙪𝙚 𝙝𝙖𝙮𝙖𝙨 𝙫𝙪𝙚𝙡𝙩𝙤 𝙖 𝙢𝙞, 𝙘𝙖𝙧𝙞𝙣̃𝙤. 𝙇𝙤𝙨 𝙙𝙤𝙨 𝙨𝙖𝙗𝙞𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙫𝙞𝙢𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙤𝙨" Y Roseanne nunca se esperó qu...