¿Que tan vergonzoso sería el que intentara verle la cara al chico con el que acababa de fantasear en sueños?
Si, definitivamente no estaba en sus planes ahora. Su mente había sido tan vil de jugarle un muy mal momento utilizándolo a travez de sus sueños como un simple juego del cual divertirse. No, definitivamente no había sido para nada divertido, y ahora que lo piensa, mucho menos satisfactorio.
Se sentía incómoda con el sudor rodeando su cuerpo, especialmente su cienes y torso, aún no podía asimilar qué demonios había sucedido. Pero algo si juraba y es que había sido lo más extraño e incómodo que pudo haber soñado. Ni siquiera con Jimin había tenido un tipo de sueño así.
Se levantó del suelo, sintiendo inmediatamente el dolor invadir partes su cuello y su espalda por el tremendo golpe que se metió. No lo pensó dos veces antes de meterse a darse un baño, primero, para quistarse esa asquerosa sensación del cuerpo, y segundo, despejarse mejor la mente. Ya no quería que aquellos recuerdos volvieran y la ofuscaran más.
Abrió la llave de la ducha, y el fuerte ruido del agua caer contra las baldosas inundó el baño rápidamente. El interior de su mente yacía dispersa por los malditos recuerdos que no se borraban del sueño. Vivos como el fuego que hasta sentía quemarse. Fue así, como se metió bajo el agua, tan solo quitándose la ropa con parsimonia hasta retirarla toda de su delgado y pálido cuerpo.
No supo realmente cuánto tardo bajo la ducha, pero al menos era seguro como del otro lado de la situación un chico a parte estaba un tanto desconcertado por la falta de la ya acostumbrada presencia de la chica al no bajar a la cocina a desayunar como lo hacía desde que se hospedaba ahí.
Rosé tomó la toalla colgada sobre la puerta que separaba la ducha con el baño. Se envolvió con ella el cuerpo, y otra sobre su largo cabello dorado. Fue demasiado tarde cuando cayó en cuenta que no había traído la ropa que se pondría.
Y no, no hubiera sido tampoco ningún problema de no haber sido por una voz masculina que rompió el silencio de su habitación. Era Jungkook, y realmente había aparecido en el momento menos indicado.
– ¿Roseanne...? – fue lo primero que a la mencionada le llegó a sus oídos – ¿Estas aquí?
Se lo pensó unos momentos, hasta que replicó parándose justo tras la puerta alzando un poco la voz. No mentiría. Realmente estaba nerviosa y no entendía en lo más mínimo porque.
– ¡Si, si! Me tome un baño antes de bajar a desayunar. Lo siento si no te acompañe.
– Oh... descuida. No pasa nada. Venia más que nada para, comentarte sobre algo.
Hubo un intervalo de segundos que cruzaron el silencio que se había formado entre ellos dos. Tan callado que Rosé creyó que el rubio se había vuelto a ir. Y lo llamo una vez más con la intención de verificar si estaba en lo correcto, pero este contestó enseguida, provocando que la fémina maldiciera por lo bajo.
– Jungkook... – Rosé llamó en un profundo titubeo, tomando entre sus manos la manija de la puerta que los separaba.
– ¿Si...?
– ¿Puedes hacerme un pequeño favor?
No tenía otra opción. Fácil podría "correr" al chico de su habitación, pero si se lo pensaba, no podía comportarse tan vil y cruel después de como lo había hecho ayer. No podía hacerlo sin sentir la culpa en su pecho, tan miserable que no se atrevía. Aunque, Jungkook parecía haber olvidado lo que había sucedido ayer entre ellos dos. Era él quien estaba viendo por ella después de todo.
– Por supuesto. ¿Que es lo que necesitas?
– Yo... necesito que, q-que me pases mi, r-ropa.
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𝐅𝐀𝐍𝐂𝐘 𝐘𝐎𝐔 | r.k
Fanfiction𝐅.𝐘 | "- 𝙉𝙤 𝙚𝙨 𝙘𝙖𝙨𝙪𝙖𝙡𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙦𝙪𝙚 𝙝𝙖𝙮𝙖𝙨 𝙫𝙪𝙚𝙡𝙩𝙤 𝙖 𝙢𝙞, 𝙘𝙖𝙧𝙞𝙣̃𝙤. 𝙇𝙤𝙨 𝙙𝙤𝙨 𝙨𝙖𝙗𝙞𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙫𝙞𝙢𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙤𝙨" Y Roseanne nunca se esperó qu...