Grito

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Los gritos que salían del despacho recorrieron toda la casa e hicieron eco en varios rincones, alertando a las tres mujeres que se quedaban a cumplir con sus tareas allí. Luna había optado por ayudar en las labores del hogar a Isis y Lili en lo que decidía en qué quedarse de manera definitiva.

—¡Nunca pensé que serías capaz de tal bajeza! —se escuchó decir con una voz potente y directa.

—No me juzgues antes de saber —se defendió otro personaje.

—¿Cuándo decidiste hacer tal cosa? ¡Madre de tus hijos! ¿Hijos? ¿Acaso eres badulaque? —El reclamo de Alí estaba siendo realizado de una forma nunca antes vista, como si esta vez se sintiera herido de verdad. Tanto, que sus ojos comenzaron a arder por todo lo que experimentaba.

—Ella está de acuerdo con esto —respondió León queriendo sonar tranquilo pero directo—. ¿Por qué no le reclamas también? Puede que así te convenzas de una buena vez.

Se mantenían separados por el ancho escritorio y Rey fungía como mediador intentando evitar una pelea física. Se reunieron allí para tratar otro tema, pero las cosas se salieron de control de un momento a otro.

—Es adecuado que bajen la voz y discutan esto con más decoro —propuso el muchacho que se vio en la necesidad de moverse de lugar porque vio que los dos se iban acercando.

—¡Porque eres tú el que la orilla! ¿Crees que no me doy cuenta? Aah, sí, conozco tus mañas para obtener lo que quieres, a mí no vas a engañarme —remató Alí.

León comenzaba a enojarse de verdad. Le tenía un respeto increíble a su compañero, pero en esta ocasión el disgusto iba logrando que lo dejara de lado.

—Estoy cansado de escucharte. ¡Ya fue suficiente! Te quejas demasiado y haces muy poco. Deja de meterte porque no voy a soportar más de tus pataletas.

—Amigo, él tiene razón. Ten presente que ahora tienen una relación formal; deberías dejarlos en paz. Si esto era una competencia, ¿por qué no hiciste algo al respecto? Creo que ya es tarde para decidirse —expresó Rey, ausente de toda la verdad.

Alí caminó directo hacia León, quien se mantenía a la espera de un primer ataque. Estaban a punto de agredirse cuando la puerta se abrió y Luna apareció, llevando una expresión de sorpresa.

—¿Qué está pasando? —exigió saber—. Su disputa se escucha por todas partes y las chicas se han puesto muy preocupadas.

Isis le había pedido que echara un ojo en la situación porque sospechaba que las cosas no iban a terminar bien si no hacían algo. Brisa hubiera sido su primera opción, ella transmitía paz y la respetaban en exceso, era capaz de apaciguar hasta al más feroz, pero se hallaba con el boticario y estaría allí hasta el anochecer.

—Nada en que debas involucrarte —dijo Alí sin voltear a verla.

—¿No se nota? ¡Quiere golpearme! Anda, hermano, ¡hazlo! Justo en el rostro para que dejes una marca —lo retó León, acercándose y provocándolo.

Rey usaba su cuerpo para detenerlos y Luna caminó directo hacia los tres, posándose muy cerca de su amigo que ahora parecía otra persona.

—¿Es eso cierto? —le preguntó casi musitándolo.

—Sí —respondió firme, pero seguía sin dirigirle la mirada.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

En un segundo su rostro se giró hasta ella y la contempló con urgencia.

—Él no te va a tomar en serio. No sé a qué está jugando, pero hazme caso, Luna, ¡no hagas tremenda impertinencia! —suplicó y una expresión de dolor que, aunque quiso evitar, salió sin más.

Aprendiz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora