Capítulo 7

5 2 0
                                    


Vivimos a muerte lenta y le llamamos vida

-Eliécer Brenno


Tuve que insistir repetidas veces a Padme—la paranoica que tengo como mejor amiga—y a la enfermera que me encontraba bien. Después de hacerme todas las pruebas posibles, llegamos a la conclusión de que había sido una bajada de tensión. Supliqué para que dejaran a mi padre tranquilo y no lo llamaran, pues sabía que era una tontería, e interrumpir su trabajo por mí iba a ser un desperdicio.

—¿Necesitas algo? —preguntó una vez más la rubia.

Revoleé mis ojos y dejé soltar un suspiro.

—Por décima vez Padme. No —insistí con cansancio.

—Perdona, es que nunca te has puesto enferma ni nada por el estilo, así que me pilla de primeras. —Sonreí al ver que actuaba como una madre.

—Ha sido un desmayo tonto, nada más —hablé intentando incorporarme de la camilla.

—Nada más porqué Ash te sostuvo justo antes de que te dieras un buen golpe en la cabeza. —Padme se llevó la mano al pecho y negó mordiéndose el labio, como si acabara de imaginarse esa trágica escena en su cabeza.

—¿Ash? —pregunté con la mente confusa.

—Claro... —Frunció el ceño y vino rápidamente a mi tocándome la cabeza—. Espera. ¿Es qué a acaso no te acuerdas?

—No, sí yo...

—¡Enfermera! —gritó sin dejarme hablar.

Hice una mueca e intenté apartar a Padme de mí, pero ella era perspicaz y seguía manoseándome comprobando mi estado de salud.

—¡Qué!, ¡¿qué pasa?! —dijo la trabajadora corriendo hacia nosotras con las gafas deslizándose por su rostro.

—¡No recuerda nada! —gritó la rubia en un sollozo dramático.

Me llevé las manos a la cabeza y negué con efusividad.

—¡Si recuerdo! —exclamé confundiendo aún más a la enfermera.

La mujer bufó exasperada y se quitó las gafas con seriedad. Se cruzó de brazos con una expresión de pocos amigos y nos fulminó a ambas con la mirada.

—Tendrás que ir al médico esta tarde a qué te hagan un tac —sentenció.

Abrí la boca con una mueca de sollozo y fulminé a Padme, que sonreía nerviosa mientras asentía. Me miró desconcertada y se encogió de hombros.

—Ogh, ¡Eres estúpida! —Golpeé su hombro con fuerza bruta y esta se quejó al instante.

—Yo te llevaré —murmuró con una sonrisa indefensa.

—¡Y tanto que me llevarás! —grité cruzándome de brazos indignada.

Gracias Padme por hacerme perder mi sagrado tiempo en una prueba que va a verificar que estoy jodidamente intacta.

—Por cierto. El chico que te ha traído lleva esperando un rato afuera.

Pude sentir en ese momento la mirada pervertida de Padme sobre mí, solo que ignoré su forma de intimidarme y hacerme ojitos juguetones.

—No quiero ver a nadie yo...

—¡Dile que pase! —La voz de Padme sonó por encima de la mía.

—Pero ¡¿qué diablos haces?! —musité.

—Tú tranquila. —Volvió a guiñar un ojo. Arrugué mi nariz y respiré conteniendo las ganas de propinarle un puñetazo.

AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora