Me desperté tarde para el trabajo, me di cuenta que mi alarma no sonó —¡otra vez! —pensé. Ya eran las 8:00 A.M., tenía que estar en la universidad a las 8:45 A.M. Era mi primer día como profesor de física y ya iba tarde. Decidí no bañarme, ya me había bañado la noche anterior antes de dormir. Regué mi pequeño bonsái, que me había regalado mi madre. Toqué dos veces el marco de la puerta de mi casa antes de salir, una de mis pequeñas manías. Pasé rápido por el McDonald's, pedí un egg mcmuffin combo, con papas alargadas y un ice tea.
Iba en mi Tesla model X, color blanco. Me encantaba saber que era uno de los tantos que por fin renunciaba a los carros de combustión, cogí el highway Saint Martin, escuchando before you go de Lewis Capaldi, por cierto, uno de mis artistas favoritos del momento.
Ella me llegó a la mente otra vez, recordé que la noche anterior cuando la vi, me había dado su número, pero aun no me decidía a escribirle, recordaba que la última vez que intenté contactar con ella, vi que estaba por Europa con alguien que por la forma de las fotos parecía su novio, desde entonces intenté enterrar nuestra historia en mi mente, pd: no dio resultado.
Llegué justo a tiempo a la universidad, pero aún faltaba llegar al salón dónde tenía que dar clases, estaba en el tercer piso, iba un poco desarreglado, camisa blanca, corbata azul de rayas negras, un pantalón negro, y los típicos nikes que acostumbraba a usar a diario; llevaba mi reloj de la suerte, de esos amuletos que usas en tu primer día de hacer cualquier cosa; mis lentes, eran la combinación de unos lentes cuadrados y unos redondos, parecía más bien un estudiante que un profesor; llevaba una mochila con varios compartimentos, donde en resumen llevaba mi laptop, marcadores, cuaderno de apuntes y el libro que estaba leyendo esa semana, por cierto era muy interesante, se titula Cien años de soledad.
Por fin, ya estaba en el salón, sentí eterno el ascensor, como era de esperar, los jóvenes me tomaron como uno de esos alumnos que le gusta hacerse pasar por el profesor. Rápidamente me presenté como el profesor Benjamín Christophe Jones B. (apellido de mi madre Brown).
—Llámenme profesor Christophe— les dije.
Unos cuantos de ellos saludaron en diferentes tiempos. En el transcurso de ese día, estuve un poco nervioso, les enseñé qué provocaba los movimientos marítimos y cómo sabemos que la tierra gira, la gran mayoría quedó asombrada al saber la importancia que tiene la luna para con nosotros.
Después de eso me dirigí al salón de maestros, allí conocí al maestro de lenguas modernas Dexter Walker, a la maestra de literatura Charlotte Roberts y al maestro de historia Jarod White. Me presenté con ellos, eran muy agradables, uno de ellos me pidió mi número telefónico para agregarme a un grupo que tenían los profesores. Me hablaron un poco de cómo funcionaba la administración, y ya luego nos despedimos, cada uno tenía otras responsabilidades.
A eso de la 1:30 P.M. decidí ir a almorzar a casa de mi madre. Me había llamado el día anterior diciéndome que quería hablar conmigo algo importante. La verdad no me preocupé mucho, los Brown son un poco dramáticos. La llamé para avisar que iba a comer con ella y su esposo Tom.
—Hey mami, como amanece esa bella dama. — le dije. Ella como siempre, con su tono de voz sarcástico dijo:
—Un poco cansada de los ronquidos de Tom, casi no duermo. Hoy me levanté temprano para escribirte en tu primer día de clases. — la interrumpí.
—Mami crees que soy un niño, es mi primer día de clases, pero como profesor. — escuché como ella sonreía del otro lado de la línea.
—Espero que llames para venir a comer a casa, ya te dije que tenemos que hablar.
—Me lees los pensamientos, creo a veces que me espías o algo así— la escuché sonreír.
—Hablamos en casa, te quiero cuídate. — dijo.
—Salúdame a To...— no alcance a decirle, y ya había colgado, como siempre ella vivía su vida apresurada.
Llegué a la casa de mi madre a eso de las 2:00 p.m., ella vivía en la calle Durazno, en uno de esos residenciales donde las calles tienen nombres de frutas. Era una casa promedio, césped a la entrada, sembrada de diferentes flores, unos pequeños escalones con barandillas doradas; la casa estaba pintada de un color pastel claro; ventanas grandes de cristal, se podía ver desde afuera parte de la sala, el recibidor y un poco de uno de los pasillos; tenía una puerta de mallas y luego una puerta de madera. Al entrar, lo primero que veías era la foto de mi madre Bethany Brown, su esposo Tommy Fisher, mi hermana Sara Fisher B., mi hermano Jacob Janes B. Y yo.
Rápidamente me dirigí al pasillo principal que conectaba la sala de estar con el comedor. Era un juego de comedor moderno con formas oblicuas y de color plateado, mi madre era una fan de lo moderno y lo que está de moda. Allí estaba mi madre y Tom. Saludé a Tom con una palmada en la espalda y abracé a mi mamá. Ella me abrazo súper fuerte, de esos abrazos que te dan cuando sabes que te dirán algo grave, sea bueno o malo. La miré y fruncí el ceño, me sentí inmediatamente un poco extrañó, no sabía qué pensar, si es solo casualidad o si realmente había pasado algo fuera de lugar. Tom estaba cerca de nosotros, al ver la reacción instintivamente se paró de la silla.
—¡Ya quería hablar contigo, estaba ansiosa de contártelo! — dijo mi mamá con la voz un poco quebrada.
— ¿Qué me quieres contar mamá?
— ¿Recuerdas el hospital donde íbamos con tu hermano?
— Si, ¿qué pasa con eso?
— ¡Decidieron ponerle su nombre al área de infantiles!
—¡Me alegra eso!, él hubiese estado emocionado, recuerdo verlo jugando con los niños en ese hospital.
Me abalancé sobre mi madre y la abracé. Mi madre era una persona un poco alta, de piel suave y blanca, tenía el pelo rizado, aun la cara un poco decaída por las malas noches, ella culpaba a Tom, pero realmente no podía dormir desde que pasó el suceso con mi hermano, su cuerpo era rígido, a pesar de tener 52 años, parecía ser más joven. Ella comenzó a llorar.
—Lo extraño mucho, aun no aprendo a lidiar con ello, todo me recuerda a él. — dijo.
— Lo sé, me pasa igual, pero sé que aún está con nosotros. Lo puedo sentir— le dije. No pude evitar llorar junto a ella. Los recuerdos de esa primavera trataron de entrar a mi mente, pero los contuve.
Al cabo de unos 10 minutos, vino Tom con la comida, y nos sirvió a mi madre y a mí. Tom era un hombre alto, se veía robusto; de piel un poco amarillenta, el poco cabello que tenía era gris, parecía siempre estar enojado, pero realmente era muy cariñoso y amable; tenía 60 años, caminaba un poco paticojo, por un trasplante de rodilla de hace unos años. Realmente le quería, por cómo se ha portado con mi madre durante todo este tiempo.
Comimos todos callados, luego Tom hizo unos cuantos chistes para hacernos sonreír un poco. Yo aproveché la sonrisa de mi madre, para contarle sobre mi primer día de clases. Después de esa tarde con mamá y Tom, me llegó una de las tantas inspiraciones "desahogos", decidí memorizarlo y luego ya escribirlo cuando llegué a casa.
Luego de unos minutos, me marché, llegando a casa tuve un pequeño déjà vu, sentí que ya había visto la misma persona cerca de la tienda que quedaba a una esquina del complejo donde vivía. No presté mucha atención. Tomé la llave y abrí la puerta.
Era un complejo de apartamentos en la calle 80th, era el típico apartamento de solteros, una habitación más o menos espaciosa, paredes de color blanco imperial, al entrar tenías la sala de estar, un pasillo que conectaba todo en el interior, a unos pocos metros una cocina unida con el comedor, luego el baño de invitados, y un poco más adelante, dos habitaciones paralelas, una era mi habitación y la otra un diminuto cuarto donde tenía una pequeña oficina para mis investigaciones de física, me basaba más en la relatividad y esas cosas, un aficionado de Albert Einstein, a veces pasaba mucho tiempo allí.
Estaba un poco cansado, me puse a leer un poco mi libro de la semana, como era de costumbre con una taza de té y música de ambiente. Luego de unas horas, coloqué un trozo de pizza de la noche anterior en el microondas, y me puse a ver la película Diario de una pasión, pd: me recordaba a ella y su desenfrenado amor. Me adentré tanto en los recuerdos, que me quedé dormido.
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El Alma Al Desnudo
RomanceEn este libro encontraran una bonita historia de amor. Christophe se dará cuenta quien siempre fue su verdadero amor, y luchará por ella. Este libro es muy bueno para personas que hayan terminado una relación, y aun tengan esperanzas de estar con es...