CAPITULO 1: Augurio

6.4K 407 147
                                    

Llevaba una semana en Japón, aunque fácilmente he estado preparándome para esto unos 4 años. Recuerdo el primer día donde me plantee venir a estudiar mis últimos 3 años de enseñanza a este país y dejar mi Latinoamérica querido; mis padres no confiaron en mí por un largo tiempo, sin embargo en su resignación apoyaron mi decisión y la beca ganada los llena de orgullo a millones de kilómetros desde sus camitas. Me sentía muy triste de todo por cumplir mis caprichos, pero ya estaba acá y no había sido muy fácil el camino. Los vuelos con escalas eran agotadores, desempacar y tramitar mis cosas era extremadamente difícil ya que no eran amables para nada. Se preguntaran, ¿cómo llegue a Japón y no morir en el intento? pues es una historia muy larga... 

Mi profesor en Chile al parecer iba en una escuela llamada karasuno, la cual impartía becas de intercambio por una asociación de institutos. Era extremadamente difícil llegar a obtener una, pero esta Diosa todo lo podía. Era complicado manejar la cantidad de dinero justa para sobrevivir sola, por lo que la escuela me daba el alojamiento y el uniforme mientras yo costeaba lo demás. El día que llegue, no pensé que me dejarían en un pueblo como miyagi, o sea, pensé que me quedaría algo como tokio donde podría turistear.

El camino desde mi residencia a la escuela no era obstaculizada por ningún tráfico, ni retraso de el autobús. Todo en primaverales calles era extremadamente tranquilo, teñidas de pétalos rosas su pavimento y el nublado dia lo hacia todo mas nostalgico. Comprendo, que tal vez mi forma de ver las cosas no era tan sencilla y la melancolía siempre invadía mi corazón, pero esa mañana de abril me provocaba una horrible sensación. Desde pequeña, comprendía que las sensaciones que sentía no eran normales, sino que premonitorias a lo que sucedería en el futuro. Es extremadamente complicado saber qué sucederá si ese instinto no me dice nada. Hoy no era la excepción, sentí angustia cuando cruce la calle principal de los cerezos.

Inmediatamente tropeze y cai de rodillas haciendo que sangraran. Dicho y hecho, mi intuición nunca fallaba.

-¿E..Estás bien?-  Tal como anime, un chico extravagante me miraba desde el cielo, montado en un árbol el viento sacudía su cabello negro y sus ojos eran tan penetrantes como los de un cuervo mirando a un objetivo preciso. Dicho y hecho, al saltar su uniforme se vio como una capa negra la cual se abalanzaba entre mi.

-Lo estoy, muchas gracias- reí al darme cuenta que mi monólogo se extendía cada vez más en mi cabeza. Sabía que soy torpe, no necesitaba que nadie me viera riendo o llorando por ello, por eso intentaba huir lo más rápido de ese tipo de situaciones. ¡Qué vergüenza!. 

Era un chico no muy alto, algo bajito diría yo. Se paró a mi lado, fácilmente me llevaba con él unos 5 centímetros, sus ojos me miraban con ganas de comerme. Los había visto antes y son los únicos ojos que siempre reconoceré.

- Si me disculpas...-sonreí y apunte con mi dedo pulgar al camino- seguiré mi camino. Chau.

-Espera por favor- me sostuvo del poleron*- ¿eres extranjera verdad? ¡¿vas a karasuno?! ¡déjame ir contigo!. 

- Disculpa... no te conozco- le sonreí intentando safarme de su agarre- estoy super feliz porque me ofrezcas tu compañía pero hoy no será. Chau.

Continue mi camino tranquilamente, claro que mis rodillas ardían como locas y  el chico me seguía, mantenía mi spray de pimienta en mi bolsillo por si algo sucedía. Había visto mucha información de acoso en japón y su sociedad machista, por lo que nunca se es suficientemente precavida. Si bien, estaba muy mal que yo pensara así en un país desconocido no era tan inocente para creer que durante estos 3 años nada me sucedería. Llamo mucho la atención como cualquier latina, en japón la gente es muy delgada y se celebra la apariencia de niña, en cambio yo de niña me quedaba muy poco. 

*°𝘓𝘢 𝘉𝘳𝘶𝘫𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘊𝘶𝘦𝘳𝘷𝘰𝘴°*- [𝙆𝙖𝙧𝙖𝙨𝙪𝙣𝙤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora