CAPITULO 23: Dulce

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El tímido sol se asomó centelleante por la ventana. Cálido y luminoso, golpeaba el dulce rostro de una joven muchacha. Llegaba y golpeaba sin avisar, molestando en aquel cuarto gris de decoraciones femeninas. Donde yacía ella, también lo hacía una pequeña bestia de oscuro pelaje, su menudo cuerpo subía y bajaba tan despacio como el viento, su nariz sonaba al son de sus suspiros anunciando su sueño profundo. La joven recostaba su rostro en una esponjosa almohada tan blanca y limpia, lo que contrastaba con su cabello oscuro y desordenado que se separaba por hebras para formar lo que parecía una enredadera.

Su respiración era frágil, tan frágil como un vaso a la espera de caer al suelo, su sueño también lo era. El molesto calor del sol por un pedazo de tela mal colocado mostraba un tono rojizo en sus párpados.

Emilia, Chilena de 16 años, signo aries y color favorito azul, abrió sus oscuros párpados hinchados de negra sombra barata para notar que él sol había tocado la frontera entre las montañas y el cielo. En miyagi, las mañanas eran tan tranquilas que el cantar de los pájaros era la música del despertar.

La joven se despojó suavemente de sus sábanas. Movió sus manos, su cuello y sus piernas de forma circular para cortar aquella tensión provocada por las extravagantes posturas al dormir. Una vez lista, miró a su perro que estiraba desde la cola hasta el cuello con una posición parecida al Yoga.

- Saludando al Sol- La chica posó su mano en la cabeza del animal- Oreo, esa posición se llama "Saludando al Sol".

Bostezó y se llevó las manos tallandose los ojos. Anoche llegó derrotada a lo que sería su habitación, tan derrotada que no removió aquellos pigmentos de sus ojos. El revés de su mano se encontraba negro como carbón.

Pensó, que quizás si iba a la habitación de Kageyama en ese estado lo asustaría. Dicho y hecho, el chico aún no despertaba del pesado y nervioso sueño.

Su boca soltaba quejidos que notaban su concentración en aquella pesadilla. Soñaba con un partido de voley, por lo menos eso suponía Emilia.

Se acercaron silenciosamente a su cama. Kageyama era alguien con un despertar bastante difícil. Su cabello se notaba tan bien ordenado que hacía un gracioso contraste con el de la extranjera que aún no dignaba a acomodar el suyo. Posó sus manos bruscamente en los hombros de Kageyama haciendo que éste comenzara a salir de su suelo.

- CUIDADO SE TE CAE EL BALÓN- Gritó la desordenada chica.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y su mano, que en su momento se encontró posada por encima de las sábanas, se levantó bruscamente para golpear la cara de Emy. La chica, en consecuencia, cayó lentamente al suelo espantando a la pequeña bestia. Quien dudaba si acercarse a ella o seguir retrocediendo.

Se llevó la mano a la cara revisando la zona que ardía como una quemadura. Kageyama la miraba con sorpresa. ¿Qué ocurrió?, miró su puño que se encontraba ardiendo por el trauma y miró a su amiga que soltaba algunas lágrimas.

Se veía fatal, su maquillaje corrido y su cabello desordenado era una vista que no acostumbraba a ver. Por lo general, la veía con su cabello tomado antes de dormir y su rostro limpio. Parecía un fantasma, su piel se volvía cada vez más pálida.

- ¿Por qué gritaste así?, ¿Me asustaste?.

Kageyama se paró de su cama y se acercó a la chica para revisar su colorada mejilla. "Probablemente quede marca" pensaron ambos. Kageyama miraba como el ojo derecho lloraba mientras que el otro se mantenía seco. Le parecía extraño, ¿No lloraba por el dolor?. No, no lloraba por ello. El golpe proporcionado fue tan fuerte que dañó el lagrimal derecho de la chica.

- No es nada grave- Dijo apartando su mano- Sólo fue un pequeño golpe.

- Emy, es muy temprano. ¿Qué haces despierta tan temprano?, son las 6 de la mañana- Dijo con preocupación.

*°𝘓𝘢 𝘉𝘳𝘶𝘫𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘊𝘶𝘦𝘳𝘷𝘰𝘴°*- [𝙆𝙖𝙧𝙖𝙨𝙪𝙣𝙤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora