Capítulo 21

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Helena dio vueltas por diferentes lugares, las cercanías de la escuela, de la casa de Ben e incluso la costa del mar donde iban a gritar cuando el mundo pesaba, pero no lo encontró.

-¡BEN!- gritó frustrada al mar y entonces se le ocurrió algo. Tomó el taxi y le dio la dirección, esperando que su pálpito fuera acertado. En el camino comenzó una llovizna suave.

Casi al llegar, distinguió la silueta del chico que buscaba.

-Me quedo aquí- le dijo al taxista y bajó deprisa.

Benedict estaba en aquella esquina, frente a la tienda que atendía su madre biológica, estaba cerrada pero Ben la contemplaba como si lo que viera estuviese más allá del alcance de los demás. La lluvia comenzaba a empaparlo.

-¡Ben! ¡Ben!- gritó Lena acercándose y él se giró a mirarla.

-No sé quién soy, Helena – dijo él y ella sintió el dolor, estaba en su mirada, en su voz, en la postura de su cuerpo. Era el dolor de muchos años, era una pregunta que lo atormentaba, era una sombra que quizás lo acompañaría siempre.

-Eres alguien que ama tocar el piano, aunque se resista – empezó a enumerar ella mientras se acercaba – Eres un tramposo, Benedict Cole, aunque todos crean que eres bastante decente, yo sé que eres un tramposo cuando te conviene. Eres inteligente, demasiado para mi propio bien, y buena persona. Te encantan las cosas dulces – dijo llegando al fin a él y envolviéndolo en el abrigo de su hermano- Y eres el chico que amo – agregó y lo abrazó. Ben se sujetó a ella como si fuera su salvación.

-Lena- musitó apoyándose en ella, y aunque Helena era más baja se las arregló para cobijarlo en sus brazos.

-Agradezco que hayas nacido Ben, y si algún día quieres cruzar esta calle, yo tomaré tu mano y lo haremos juntos. Ahora vamos a casa, te están esperando – dijo ella y Ben levantó la cabeza para mirarla.

-No soy un tramposo.

-Lo eres, pero te amo- contraatacó ella y Ben la besó. Y después de ese beso, volvió a besarla hasta que se quedaron sin aliento. Luego, Benedict, ya más dueño de sí se apartó.

-Consigamos un taxi, te estás empapando y si seguimos aquí creo que no te dejaré ir y Marco va a golpearme – dijo sosteniendo aún su cara.

-Vamos- dijo ella y fueron a buscar un taxi, afortunadamente circulaban bastantes por la lluvia y no demoraron mucho en conseguir uno, aún así estaban mojados y con frío.

Iban sentados tan pegados como podían, y Ben le sostenía la mano con fuerza, como si fuera a volverse a perder si la soltaba.

-Lamento haberte hecho buscarme de madrugada, me había prometido que no te haría pasar por algo así- susurró él, pensando en que la había expuesto cuando se había prometido cuidarla.

-Que no se repita.

-No lo volveré a hacer.

-Y Ben, si piensas huir de tu casa , al menos lleva teléfono y abrigo. Eres tan mal adolescente fugado como yo ladrona- le dijo y lo hizo sonreír.

Cuando llegaron al edificio, ella se ofreció a acompañarlo "solo hasta la puerta", así que Benedict le pidió al taxista que la esperara para llevarla de regreso a su casa.

-¿Estás nervioso?- preguntó ella mientras subían hasta el piso de la familia. Y él asintió. Durante el trayecto en taxi, ella le había avisado a la madre que lo había encontrado e iban en camino.

-Sí- admitió él.

-Solo dejan que sepan lo que te pasa, deja que te conozcan, es difícil pero vale la pena. Tú me enseñaste eso – lo alentó ella. Ben asintió con la cabeza.

Lena le sostuvo la mano hasta que llegaron a la casa, antes que pudieran entrar la madre abrió la puerta y lo abrazó.

-¡Ben! ¿Estás bien?

-Sí- respondió escuetamente.

-Sano y salvo- agregó Helena desde atrás.

-Gracias, Lena, gracias por traerlo.

-Vuelvo a casa- dijo ella antes que alguien la detuviera. Ben le dirigió una mirada de puro terror, pero ella sonrió –Hasta mañana –agregó y se fue.

La madre lo hizo entrar.

-Estás empapado, será mejor que te des una ducha caliente antes que te enfermes. Te prepararé algo caliente.

-Mamá

-Ve a darte un baño y cambiarte, Ben. Luego hablamos- le dijo ella y él obedeció. Un rato después cuando se estaba vistiendo, escuchó llegar a su padre.

"¿Ya volvió? ¿Está bien?" le llegó la voz apagada de su padre, no alcanzó a escuchar la respuesta de su madre. Le costaba encontrar el valor para salir, tras el estallido de emociones se sentía cansado, frágil y un poco estúpido. Había sido mucho más fácil que volver , eso lo hizo reflexionar en que quizás así había sido con su madre. Y también en helena, en lo valiente que había tenido que ser para desandar el camino por el que se había perdido, para volver a ser ella misma. Su chica mala era muy valiente, él debía serlo también. Suspiró, y salió a enfrentar a sus padres.

-¿Estás bien? – preguntó el señor Cole al verlo y él hizo un gesto afirmativo. El hombre se acercó y lo abrazó- Ya es muy tarde, será mejor que durmamos y hablemos mañana.

-Yo, lo siento- musitó Benedict.

-También yo, Ben. Ya cancelé esa maldita cena y festejaremos tu cumpleaños como quieras. Ahora ve a dormir.

Estaba agotado, y también sus padres estaban cansados por la preocupación y por buscarlo. Un día más no haría diferencia y les permitiría tener más claras las ideas.

-De acuerdo- respondió y fue a acostarse. Su madre pasó a verlo y lo arropó como un niño. Un poco después su padre también se asomó a su habitación.

-Ben, ¿duermes?

-No todavía

-¿Estás en esa etapa de adolescente rebelde?

-No lo creo- musitó él.

-Bien, porque creo que no sabría manejarlo. Pero, Ben...

-¿Sí?

-Si es así, aunque espero que irte de casa no se te haga costumbre, igual vamos a amarte. Siempre vamos a amarte, hijo- dijo el hombre y Benedict solo respondió un "Mmm" porque las palabras y las lágrimas se le mezclaron dentro.

ConociéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora