Capítulo 20

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Hace casi cuatro años que esta historia está en pausa, ha llegado el momento de retomarla y darles su final a Ben y Lena, que ya esperaron mucho tiempo. Quedan un par de capítulos para terminarla, así que estoy haciendo mi mejor esfuerzo para llevar al papel la historia que ya estaba en mi mente. Saludos

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Helena había hecho una lista de cosas que podrían gustarle a Ben, pero nada parecía convencerla. De verdad quería algo especial, algo que contuviera lo que él significaba en su vida, lo mucho que había cambiado su vida. Ben había sido un puente hacia una mejor versión de sí misma, él le había permitido dejar atrás el pasado y encaminarse hacia el futuro. Un futuro que, por primera vez en mucho tiempo, la entusiasmaba.

Sin embargo estaba segura que no había algo que pudiera envolverse en papel y transmitiera ese mensaje

Pensó que justamente ese sería un buen regalo, decirle a él lo que sentía, incluso compró una tarjeta y empezó a escribirla, pero luego la rompió y la descartó. Ella no era esa clase de chicas, las frases escritas sonaban absolutamente cursis, y estaba segura que moriría de vergüenza si Ben lo leía delante suyo.

También pensó en cocinarle algo, pero eso sonaba mucho más absurdo.
Se sentía totalmente frustrada, hasta que finalmente encontró algo. Era un objeto y se podía envolver como cualquier regalo, pero también tenía un significado especial de lo que él era para ella y lo que ella deseaba ser para él.

Ben también estaba entusiasmado, por primera vez, esperaba la visita de helena y su familia. Su cumpleaños siempre lo ponía ansioso, sacaba a flote sus miedos, sus inseguridades, le recordaba quien era, o mejor dicho quién no era.

Y todo eso que estaba latente en él salió la superficie cuando su padre volvió de viaje.

Habían terminado de cenar y su madre le comentó sobre los planes de Ben para el cumpleaños.

-Lo siento, Ben, pero organicé una cena con Douglas y su familia ese día. Deberás postergar tu reunión.

-No – dijo él escuetamente.

-Podemos reunirnos con ellos la semana que viene. Tengo negocios que resolver con Douglas y solo estará este fin de semana en la ciudad así que iremos a cenar con ellos.

-Es mi cumpleaños- dijo él irritado.

-Lo sé, se me pasó, Benedict. Lo festejaremos luego.

-Claro, no es tan importante, ¿verdad? No lo olvidarías si yo fuera tu hijo.

-¿Qué dices?- preguntó su padre y Ben estalló como nunca ante solo había hecho.

-¡ESO NO SOY TU HIJO! ¡NO DE VERDAD! Por eso no te importa ni mi cumpleaños ni lo que yo quiera

-Ben- intentó intervenir su madre.

-¡¿Qué rayos pasa contigo?! – preguntó su padre de pie enfrentándolo, pero lo que Ben había estado escondiendo en sí mismo, se había desatado como una tormenta.

-Como si te importara – respondió y se marchó de la casa dando un portazo.

-¡Benedict!- lo llamó su madre pero no la escuchó.

-Déjalo, está siendo un malcriado ¿Cómo se suponía que adivinaría que tenía algo previsto para su cumpleaños? Nunca antes le ha importado.

-De eso se trata, nunca antes le importó, hasta ahora – respondió su esposa preocupada.

Pasaron las horas y Ben no regresó.

Helena se despertó con la llamada de teléfono, somnolienta tomó el celular y vio que era la madrugada.

-Hola – contestó medio dormida

-¿Helena?- preguntó una voz que no reconoció.

-Sí, ¿quién habla?

-Soy la madre de Ben, ¿está él contigo? – cuestionó la mujer y su voz sonaba angustiada. Lena se despejó inmediatamente.

-No, no está conmigo ¿Qué sucedió? – preguntó alarmada y la madre le contó lo sucedido.

-Además no llevó su teléfono, no sé dónde buscarlo. Sé que él regresará cuando se calme, pero no sé qué hacer. Mi marido está dando vueltas en el auto buscándolo, pero no lo hemos encontrado aún- confesó.

-Lo buscaré también. Y les avisaré si se algo- dijo levantándose.

-Gracias, Helena.

Lena se levantó deprisa, la verdad era que si él ni siquiera tenía teléfono , no sabía ni dónde empezar a buscarlo, pero Ben estaba mal, era todo lo que le importaba.

El ruido que hizo al vestirse y buscar sus cosas despertó a su hermano.

-¿Dónde vas? – le preguntó al verla en el comedor.

-Ben tuvo una pelea con sus padres y se fue de la casa, no saben dónde está. Voy a buscarlo.

-Helena es la madrugada, ¿dónde vas a ir?

-Te busqué muchas veces de madrugada – respondió ella, no había querido sonar así de dura, pero estaba preocupada por su delegado.

-Es verdad. Al menos deja que te acompañe.

-No, iré sola.-respondió, sentía que Ben no necesitaba a extraños, pero sí a ella.

-De acuerdo, pero espera –dijo y regresó unos minutos después- Abrígate, toma dinero, anda en taxi que es muy tarde. Y lleva esto porque dudo que tu chico haya salido abrigado en su primera fuga – agregó extendiéndole un abrigo que era de él.

-Gracias, hermano.

-Cuídate, y llámame si me necesitas o si lo encuentras. Esperaré despierto.

Cuando salió a la calle el aire frío le dio de lleno y terminó de despertarla. Tenía que encontrar a Ben, pero no tenía idea de dónde podía estar. La escuela estaba cerrada así que su refugio para tocar el piano estaba descartado, intentaba buscar alguna pista, recordar los lugares que habían visitado, pero no sabía por dónde empezar.

-¿Dónde estás?- preguntó en voz alta, pero la noche era puro silencio.

ConociéndoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora