Capítulo 22

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Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve —Martín Lutero.

FRANCESCA

Llevamos cuatro días siguiendo los pasos de Marcelo. Su rutina es exasperante. En el día pasa en el hotel y en la noche va a un club exclusivo a esconderse como una rata.

—No sé que estás esperando sinceramente. Faltan tres días para iniciar las clases, no tendremos el mismo tiempo, primita —dice Bruno.

—Lo sé, sólo estoy esperando algo.

—Debiste dejar que lo matara —Comenta Piero.

—Y luego los treinta y cinco guardaespaldas nos mataban a nosotros, empezando por Alec —opina Mateo sarcásticamente.

—No eran guardaespaldas —acoto.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta Alec.

—Porque Sebastián me lo dijo.

—¿Le hablaste a tu toy boy de la misión? —pregunta Mateo.

—¡Cállate Mateo! —exclamo—. No es un toy Boy, y por supuesto que le hablé de la misión. Lleva cuatro días en el mismo hotel que Marcelo. Los hombres son sicarios y no se despegan de él —mi teléfono suena anunciando un mensaje de Sebastián, lo leo atentamente —Tengo una noticia buena y una mala —anuncio.

—Escúpelo.

—Hoy entramos a el club de Marcelo —digo sin rodeos.

—¿Y la buena? —pregunta Bruno.

—Esa era la buena. Sebastián nos consiguió pases para esta noche.

—Entonces, ¿cuál es la mala?

—Es con vestimenta de gala. Tienen que usar traje y yo un vestido.

Alec ríe —eres imposible —niega con la cabeza.

—Voy a buscar a Sebastián abajo, espérenme aquí —anuncio.

—No nos moveremos señora —responde Piero con un saludo militar.

ALEC

—¡¿Me vas a decir qué carajos estás haciendo, Alec?! —Exclama Bruno sacándome de Carlalandia.

Me quedé mirando fijo el lugar por donde se había ido, qué buenas curvas...

—¿De qué hablas? —pregunto haciéndome el desentendido.

—No te hagas el imbécil, Alec. Sabes que soy el primero en incentivarte si te quieres montar la fiesta mientras tu novia está de viaje, pero tengo hermanas y Francesca es la amiga y prima de ellas, quitando el hecho de que también es mi prima. Alec, ¡que es una niña y es inocente, joder!, tú sabes a lo que me refiero —advierte.

—No sé de qué hablas —le repito.

—¿Sabes que escuchamos todo lo que hablaste con ella el día que negociaron con la mexicana?

—Bueno que tan inocente no es —dice Mateo. Todos lo volteamos a verlo seriamente—. No se lo tomen a mal que igual es mi prima favorita, sólo digo que todos la hemos visto matar. Hace un mes estaba odiando a Alec y tirándose a su guardaespaldas.

Los engranajes de mi cabeza están asimilando la mierda que dijo Mateo, pero antes de que reaccione, el puño de Bruno impacta directamente en su mandíbula haciendo que este caiga al piso. Piero y Stephano se tensan, pero no hacen nada. Por un lado entiendo la tención, son trillizos, pero la conexión que tienen no impide que sepan que Mateo se lo merecía.

Ante los ojos de Roma | [Roma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora