Capítulo 28

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La envidia es una declaración de inferioridad —Napoleón I.

El Instituto es como cuatro mansiones juntas, es demasiado grande. Pensé que con la antigüedad qué tiene en tiempo, la arquitectura sería antigua, pero es todo lo contrario. Es moderno, está rodeado de vidrio elegante en las ventanas y los salones son insonorizados. Todo es de alta tecnología, cada alumno tiene una tableta digital asignada y todo es muy espacioso.

Noté que no hay cámaras, Alec me dijo qué se decidió así en el consejo de padres para preservar la privacidad de los alumnos. Aún no conozco ni la mitad del instituto y ya estoy maravillada. La sala de química y ciencias es como una juguetería para mí, todo está muy equipado.

—...Y cómo te iba diciendo, este es el lado de las clases teóricas, a la izquierda están los salones prácticos y cruzando el jardín está la parte donde practicamos deportes. Ahí hay canchas, gimnasios, piscinas, salones y toda esa mierda. Al otro lado cruzando la fuente está el comedor y la sala de descanso. Creo que hay una biblioteca, pero yo nunca he entrado,  igual con el tiempo vas a conocer todo mejor —finaliza Alec.

—Gracias por el tour —beso su mejilla.

—Es un placer, Bichito. ¿Que te pareció tu primera clase?

—Fue rara, mi madre se enfocó en enseñarme historia universal, supongo que aprender la historia de Italia en específico será interesante.

—Ahora nos toca inglés —suspira con fastidio.

—Se viene lo difícil —bromeo.

Caminamos juntos hacia el salón de inglés bajo la atenta mirada de las chicas y chicos del instituto, pero por el momento prefiero ignorarlo.

—Señor Bellucci, es bueno verlo otro año —dice la profesora cuando nos ve llegar—. Espero que no repruebe nuevamente.

—También es agradable verla, Miss Thompson —responde Alec fingiendo una sonrisa.

—Veo que tenemos una cara nueva —dice dirigiendo su atención a mí.

—Sí, ella es mi novia —contesta Alec con orgullo.

—Qué bien, esperemos que el noviazgo quede fuera de mi salón, no me gustaría reprobarlos —mira a Alec—. Nuevamente...

—No se preocupe, mi novia es inteligente, es de las nerds.

—Eso dicen todos los enamorados, señor Bellucci.

—No sé qué insinúa, pero ella no es tonta —responde Alec frunciendo el entrecejo.

—Eso espero —responde en inglés porque sabe que Alec no la va a entender y deduce que yo tampoco—. Su antigua cara bonita también reprobó inglés. Permítame el beneficio de la duda, señor Bellucci.

Alec la mira con molestia porque no entendió un carajo de lo que dijo, así que yo le respondo en el mejor inglés es que ha escuchado en su puta vida para que le arda.

—Señorita, ¿Thompson?, me alegra saber que se preocupa por la vida de sus alumnos, incluyendo la vida amorosa. Francesca Prada —le estrecho la mano—. Un gusto, le prometo esforzarme en su materia para desacreditar su teoría sobre las caras bonitas de Alec. En cuanto a él, le seguro que me encargaré personalmente de que logre el aprendizaje esperado, sería una pena decepcionarla —le sonrío.

Ante los ojos de Roma | [Roma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora