Capítulo 41

13.7K 1.5K 890
                                    

Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado —William Shakespeare.

—Alec —me llama Alessandro.

Me pongo de pie inmediatamente, el me hace una seña para que lo siga, lo hago en silencio avanzando por unos pasillos blancos, en un punto llegamos a una parte de acceso restringido, él le hace una seña a una enfermera indicándole que vamos a entrar, ella asiente.

—Cuando Alina salga puedes entrar.

—Gracias.

Llegamos a una parte en la que puedo ver a Carla, hay una ventana de vidrio dejando ver toda la sala, deduzco que al ser cuidados intensivos deben tener a los pacientes mas vigilados, espero pacientemente hasta que Alina salga, Alessandro palmea mi espalda indicándome que puedo entrar, abro la puerta y entro, a pesar de haberla visto a través del cristal, no se compara el tenerla cerca, me siento con cuidado en la silla que está al lado de su cama, el único ruido es el de las maquinas, Carla se ve tan débil, tan fragil e indefensa, en su brazo derecho tiene una aguja que conecta el suero que pasa por sus venas, cables rodean su pecho debido al monitor cardiaco y de su boca sale un largo tubo lo que debe ser un respirador mecánico, me inclino para darle un beso en la frente.

Llegamos a una parte en la que puedo ver a Carla, hay una ventana de vidrio dejando ver toda la sala, deduzco que al ser cuidados intensivos deben tener a los pacientes mas vigilados, espero pacientemente hasta que Alina salga, Alessandro palmea m...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Hola preciosa —susurro—. Te encanta hacer drama, ¿cierto?... creo que estás haciendo todo este escándalo para no asumir que me dijiste que me amas, porque lo dijiste y ya no te puedes retractar, ya me has visto eructar y hacer cosas asquerosas, ¿recuerdas la vez que Mateo me hizo reír y escupí la gaseosa en tu cara? —una sonrisa desganada aparece en mis labios al recordarlo—. Pensé que te ibas a molestar, ¿sabes?, nunca imaginé que me escupirías de vuelta la gaseosa que tenías en tu boca por reírte a carcajadas igual que yo... eres diferente Bichito, siempre lo has sido, eso me hizo amarte, eso y mil cosas mas —entrelazo nuestras dedos con el mayor cuidado posible—. Tienes que luchar Carla, tienes que hacerlo por los dos, tenemos tanto que vivir juntos, le conté a Bruno que nos iremos, le dije que me casaría contigo, la verdad no te lo preguntaré, no tienes elección, voy a arrastrarte a cada iglesia de este mundo hasta que te hartes de decir "si, acepto", podemos vivir en el campo que tanto te gusta, lo de las vacas no era una broma, te compraré cien, me enseñarás a ordeñarlas hasta que sea yo el que tenga olor a establo, vamos a recorrer el mundo y a comer tanta comida basura hasta tapar nuestras arterias, vamos a ser felices porque lo merecemos, porque te amo...

Su mano da un sutil apretón a la mía, abro mis ojos desmesuradamente.

—¿Bichito?, ¿me escuchas?

Ella vuelve a dar un apretón mas fuerte, sonrío, luego su mano vuelve a dar un tercer apretón mas fuerte, frunzo el entrecejo, no debería reaccionar así, su cuerpo comienza a dar suaves espasmos.

—¿Carla? —pregunto algo asustado.

De un momento a otro su cuerpo comienza a convulsionar bruscamente, se mueve por la cama sin un orden, solo convulsiona... el monitor cardiaco comienza a pitear indicando que su ritmo cardiaco se aceleró. Me pongo de pie rápidamente y corro hasta la puerta.

Ante los ojos de Roma | [Roma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora