Usar el poder de decidir te da la capacidad de superar toda excusa para cambiar cualquier parte de tu vida en un instante —Anthony Robbins
—¿Cual es el plan? —me pregunta cuando subimos las escaleras.
—Ya te dije, ir a mi cuarto, tengo la maleta dentro del sofá.
—¿Dentro?
—Si, lo abrí, le saqué el relleno y metí la maleta.
—Hay uno en tu piso.
—¿En donde está?
—En tu habitación, está escondido tras la puerta.
—Solo tengo cámaras en la sala, tu habitación está libre de vigilancia —repito las palabras que me dijo hace un tiempo imitando su voz a medida que subimos rápidamente.
El luce algo apenado —Prometo que no vi nada malo, solo la puse por tu seguridad, de hecho ni siquiera la reviso.
Blanqueo los ojos —La cámara está en el borde del ventanal, es una cámara de vigilancia microscópica y no tiene audio.
El me mira sorprendido —¿Sabías que estaba ahí?
—Me costó un par de días, pero cuanto pinté mi habitación la vi enseguida.
—¿Y por qué no me dijiste?
—Si la tenías ahí era por algo, desde ese día comencé a vestirme en el baño, no es que mi habitación sea una fortaleza, todos entran cuando se le da la puta gana.
—Eres una genia, llegamos, ¿confías en mi?
—No —algo me dice que tiene uno de sus planes de mierda.
—Excelente.
Bruno me toma de la mano y abre la puerta que conecta la escalera de emergencia con mi piso, me guía hasta estar a unos dos metros frente a la puerta de mi habitación y me indica que me quede ahí en silencio, frunzo un poco en entrecejo, pero le hago caso, no puedo ponerme a rebatir ahí.
Bruno se pega a una pared frente a mi y se agacha, luego mira a ambos lados, su rostro se ilumina cuando ve una de las esferas de cristal que mi madre colecciona, toma justamente la de navidad y sin previo aviso la arroja a mis pies, la esfera se hace añicos metiendo mas ruido que una orquesta, me quedo ahí estática con los ojos abiertos desmesuradamente, ¿que le pasa?, ¿quiere que me maten?.
La puerta de mi habitación se abre abruptamente dejando ver a un tipo que debió tomarse un licuado de esteroides, de otro modo no justifico su excesiva cantidad de músculos, debe pesar como ciento cincuenta kilos, ¿acaso Bruno quiere que pelee con un saco de músculos que pesa como tres veces mi peso y mide veinte centímetros mas que yo?
—Tú debes ser la niña Prada —dice caminando hasta mi.
Me alaga que Bruno tenga tanta confianza en mi, pero de no tener una pistola es imposible que le gane a este tipo, con una bofetada me reinicia la vida.
—Y tu debes ser santa Claus, ¿rompiste la chimenea al entrar?, ¿viniste a entregarme la bici que te pedí a los nueve? —Intento hacer tiempo y retrocedo en reversa.
El me sonríe con malicia —No sabes cuanto voy a disfrutar matarte.
Rápidamente la mano de Bruno se posiciona en su mandíbula y la otra en la parte trasera de su cabeza ejerciendo presión con fuerza tirando a lados opuestos quebrándole el cuello, el cuerpo del tipo cae sin vida al suelo.
Veo a Bruno con la respiración agitada acomodándose los mechones de cabello que cayeron por su frente, lo miro sin poder creer lo que hizo, en los entrenamientos Bruno es el mas débil de nosotros, tiene fuerza, pero en tácticas de peleas no es el mejor, su especialidad es la tecnología, creo que se ejercita solo para alimentar su ego y porque Alec lo obliga, ni buena puntería tiene a pesar de saber usar todo tipo de Armas, y no es que sea malo, solo que comparado con nosotros no es el mejor, no me doy cuenta que me he quedado con la boca abierta por el asombro hasta que bruno habla.
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Ante los ojos de Roma | [Roma #1]
ActionLa vida de Carla es relativamente normal para alguien de campo. Vive en una granja apartada en Texas, su madre le brinda estudios desde casa y su padre la entrena físicamente. Todo iba bien hasta que una noche un grupo de hombres invade su propiedad...