Epilogo

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Ocho años después

—¿Cuántas veces te he dicho Lalo que no quiero lidiar con ningún hombre en estos momentos?- me quejé con el chico que ha sido mi mejor amigo desde preparatoria.

—¿Y cuantas veces te he dicho que no me importa? ¿Crees que dejaré a mi mejor amiga morir soltera? Por supuesto que no -su paso era apresurado, haciéndome tropezar cada segundo. 

—Ni siquiera sé a dónde me llevas ¿esto puede contar como un secuestro?.

—No cuando tu estés de acuerdo.

—Pues no lo estoy-intenté detenerme, pero su agarre era mas fuerte.

—En unos momentos lo estarás- vió cómplice a Brenda, quien caminaba lentamente detrás de mi platicando por su teléfono. 

La cafetería de cristal en el centro de la ciudad lanza reflejos por la luz del sol.
Lo verde de las plantas que decoran su exterior da una sensación de calidez y frescura. 

La campanilla de su puerta tintinea cuando la cruzamos.
Y en unas de las mesas del fondo una cara familiar nos espera.

Mis ojos casi se salen de su lugar por tanto que los abrí sorprendida.

Los mismos ojos de color café oscuro. La misma sonrisa sencilla pero excelente. 
Sus facciones ahora mas maduras, mas marcadas.

Y entonces muchos pensamientos y recuerdos golpearon mi mente.

Habían pasado 8 años.
Pero por alguna extraña razón, mis sentidos se alteraron nuevamente.
Recordé lo mucho que me gustó, lo mucho que me encantó su sonrisa.
Recordé aquel día en la playa así como las veces que jugábamos en la escuela.
También la noche de graduación y el día después de ese.
Recordé el mensaje que me llegó  de Brenda.

Y millones de dudas me abofetearon.

Estaba demasiado emocionada de verlo, pero a la vez se me caía la cara de vergüenza al saber que leyó todas mis cartas.

Pero después de todo, eso fue hace demasiado.

Al final me decidí por correr para abrazarlo.
Porque para qué mentir. 
Cada día lo extrañé como loca. 
Y si, al final si sobró tiempo de arrepentimientos, preguntándome: ¿que pudo haber pasado si...?

Ahora, independientemente de lo que ocurra.
Lo intentaría nuevamente. 
Desde cero.



Cartas Jamas EscritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora