Capítulo 4

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   Era sábado. Yo estaba acostada sobre la cama deshecha, leyendo una revista de moda muy popular en Japón. Se llamaba Popteen, y su portada era una joven de mi edad, una modelo bonita. Tenía el cabello recogido en un rodete y muchísimo rubor en las mejillas. Sus ojos eran enormes.
    Yo estaba hojeando la sección de zapatos cuando oí un ruido. Provenía de la cocina, por lo que me levanté de la cama de mala gana y bajé las escaleras.
     Me encontré con nuestro gato, Meow, quien quería salir al patio trasero y lloriqueaba junto a la puerta de vidrio.
     —Está bien—dije. —Está bien.
     Le abrí la puerta y salió corriendo.
     "Qué raro," pensé. "Sólo corre cuando alguien lo persigue o cuando Hisoka llega en casa y va a saludarlo. Es un gato vago".
      Vi su pelaje anaranjado difuminarse con el pasto verdoso del patio. Decidí dejar la puerta abierta, por si quería entrar, y me di cuenta que ya estaba en la cocina. ¿Qué significaba eso? Comida.
     Tomé dos panes y los puse en la tostadora. Busqué la mermelada de durazno mientras esperaba y, cuando las tostadas estaban listas, me quemé las yemas de los dedos levemente al intentar sacarlas con la mano. Unté la mermelada, me serví Coca-Cola en un vaso y subí la comida a mi cuarto. Me volví a acostar en mi cama y empecé a comer. A su vez, tarareaba una canción alegremente.
    Continué leyendo mi revista y, estaba concentrada en eso, cuando oí que Hisoka regresaba del parque. Me había dicho que se juntaría con unos amigos suyos que yo no conocía. Lo que me llamó la atención fue que lo escuché entrar por la puerta trasera. Asumí que por eso Meow había salido corriendo.
     Leí una página más, esta vez sobre vestidos que estarían de moda en el próximo verano. Entonces, oí a Hisoka decir:
     —Por favor, cállense...
     Fruncí el ceño. Pensé que estaba solo.
     Me levanté de la cama y, todavía con la tostada en la mano, salí al pasillo. En ese momento, me encontré con el mayor disgusto de mi corta vida. Casi se me cae la tostada al suelo.
     —¡¿Qué haces tú aquí?!—grité. —¡Casi se me cae la tostada al suelo! ¿Qué te pasa?
     —Cálmate, T/N...—me dijo Hisoka.
     —¡¿Qué hace Bakugou en nuestra casa?!
     Solté un resoplo de fastidio y me crucé de brazos.
      —¡Cállate, estúpida!—me respondió Bakugou.
      —¡Cállate tú! ¡Es mi casa!
      Noté que no éramos sólo tres. Denki y Kirishima terminaron de subir las escaleras y se encontraron con nuestra discusión. Nos miraron atónitos.
     —¿Qué?—dije. —¿Ustedes también?
     —Lo siento, T/N—dijo Denki. —No queríamos molestarte. Por eso entramos por el patio.
      —Sí. Ven, Bakugou, cálmate—le dijo Kirishima. —Déjala tranquila.
      —¡Cállense!—gritó Bakugou.
      Hisoka respiró hondo.
     —Ya sé que te molesta, T/N...—empezó Hisoka. —Pero Bakugou es mi amigo.
      —¿Tu amigo?—refuté. —¡Es una persona horrible! ¿Saben qué? Me voy. 
     Enfurecida, comencé a caminar hacia las escaleras y, cuando pasé junto a mi maldito enemigo, él me dijo:
      —Tonta.
      Me hirvió la sangre. Le revoleé la tostada por la cabeza y la mermelada se pegó a su cabello puntiagudo. Bajé las escaleras corriendo mientras Bakugou maldecía en mil idiomas, enojado hasta la médula.
      Al salir de casa, tomé mi celular y le marqué a Mina. Con un sentimiento de enojo y traición en el pecho, le conté todo lo que había sucedido.

Agridulce [Bakugou x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora