1. memories, petunia and french fries

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10 meses después...

Dra. Fontaine, ya no tiene más consultas por el día de hoy —me informó la enfermera que estaba detrás del escritorio.

—Perfecto, muchas gracias Hannah, nos vemos mañana, descansa —le sonreí y terminé de firmar unos informes médicos, le tendí la carpeta y me fui.

El turno en el hospital había sido caótico pero ya por fin me iría a la casa a descansar después de casi 70 horas sin pegar ojo, con suerte Luke aún no se habría ido de la casa para el estudio y podría verlo un rato, también añoraba acurrucarme en mi camita con Petunia, creo que a veces la extrañaba más a ella que al mismo Luke, pero era una ternura, recuerdo el primer día en Los Ángeles cuando Lukey me dio la sorpresa de que había adoptado un perrito para los dos.

(...)

—Vamos bebé, tenemos que apurarnos —lloriqueó Luke jalándome del brazo.

—¿Qué te traes entre manos Lucas? ¿Por qué tanta insistencia en irnos?

—Solo quiero que lleguemos a la casa y pasar tiempo a solas, eso es todo —hizo un puchero.

No le creía nada, había estado actuando raro todo el día, primero me había sacado de la cama a rastras a pocas horas de haber llegado a LA para venir a comprar cosas para la casa y ahora que me convenció de venir no había pasado ni una hora y ya se quería regresar, algo estaba tramando.

Lo miré con algo de duda pero cedí, tampoco tenía muchas ganas de estar aquí, aunque ahora me daba un poco de miedo llegar a la casa. Salimos de la tienda y nos subimos a su carro, aún no estaba nada familiarizada con las zonas de Los Ángeles (apenas tenía unas cuantas horas en la ciudad) así que no tenía idea de donde estábamos y cuánto íbamos a tardar en llegar, me sorprendió bastante la cantidad de tráfico que había, era similar al de Madrid por las tardes.

Después de unos 45 minutos llegamos por fin a la casa.

—Luke ¿qué te pasa? ¿por qué me ves así? —enarqué una ceja. Luke estaba viéndome fijamente con una sonrisa de oreja a oreja, si no fuera lindo, daría miedo.

—Nada solo me emociona que esta sea nuestra casa ahora.

—Tengo miedo de abrir esa puerta —dije con cierta duda, algo estaba escondiendo el rubio, de eso estaba segura.

—Vamos abre, me hago pis.

Rodé los ojos y con verdadero miedo abrí poco a poco la puerta, me tranquilicé bastante al no ver nada loco dentro.

—¿Ves? Siempre dudas de mi —rodó los ojos Luke.

—Hmm, no lo sé, tú estás raro —aseguré, sin embargo lo dejé pasar, caminé hasta nuestro cuarto con Luke siguiéndome por detrás.

Al entrar, sobre la cama había una enorme caja blanca con un lazo rojo por fuera —¡Ves que si escondías algo! Lo sabía.

Luke se carcajeó —Es para ti, bueno un poco para los dos, ábrelo —me acercó a la caja empujándome delicadamente por la parte baja de mi espalda.

—Bebé no tenías que comprarme nada —hice un puchero mientras lo tomaba por los cachetes —Te amo.

—Es algo que yo también quiero desde hace mucho, así que es un regalo para los dos.

Asentí y me senté sobre la cama para abrir la caja, me asusté al ver que nada más sentarme la caja se movió fuertemente, luego observé a los costados y vi que habían unos cuantos huecos en la caja —Por favor dime que es lo que pienso que es —exclamé emocionada como una niña pequeña.

BEST YEARS | Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora