5

1.1K 178 19
                                    

 -¿Había visto una ciudad tan hermosa como esta?

-Se nota que no ha salido mucho -Christian, mi jefe que ahora me pedía que lo llamara así, iba a mi lado tratando de cubrirnos a ambos con una enorme sombrilla, cosa difícil cuando a nuestro al rededor otras miles de personas se empujaban unas con otras para no mojarse o tratando de sacarnos los ojos con los codos- debes ser la única persona que disfruta un día tormentoso con vientos de setenta kilómetros por hora en el Times Square.

-Me gusta ver el lado positivo de las cosas.

En ese momento un taxi pasó por la calle a toda prisa bañándonos en aguas sucias con olor a rata de la calle, Grey maldijo y me tomó del brazo metiéndonos a la primer tienda a nuestro lado, un Macy's, el guardia de la entrada nos miró con una mueca de desagrado que ignoramos.

-Lo siento.

-No empieces a disculparte -dejó salir el aire despacio- vamos a conseguir algo seco.

Me guió hasta el departamento de mujeres donde, sin mirarme, tomó algunas prendas sin mirar la etiqueta de precio o talla, para mi mayor verguenza pasó a la zona de lencería y miró todo con mucho cuidado, al final tomó un conjunto rosa y me tendió todo.

-Ve a cambiarte, te veo en el piso de abajo en quince minutos.

-Um, quizá debería...

-¿Te recuerdo que vas sin bragas?

Me apresuré a huir a los vestidores, me puse la ropa que me eligió con un excelente gusto -falda plisada, camisa y chaqueta a juego y el conjunto rosa- aparté las etiquetas de precio viendo que ahí iba mi salario de las dos semanas y bajé a encontrarme co mi jefe que iba con jeans, camisa y chaqueta nueva, metieron la ropa sucia en bolsas con la marca de la tienda y sin dejarme pagar mis cosas salimos de vuelta a las calles donde la lluvia había pasado un poco, él no se quiso arriesgar así que entramos a otro de los enormes edificios y fuimos hasta un restaurante de hamburguesas donde comimos unas enormes acompañadas con papas y litros de ketchup, el cual hice salpicar por toda la mesa pero logramos evitar manchar nuestra ropa nueva, estaba tan llena y la había pasado tan bien hablando con él que me sentía casi hipnotizada, tanto que al entrar en Tiffany's apenas noté cuando colocó una delicada cadena al rededor de mi cuello.

-Alto ahí señor magnate -me giré para verlo de frente- ¿me estás comprando joyería porque tuvimos sexo?

La vendedora fingió una tos para alejarse, mientras Christian alzó una ceja.

-Suelo pagar con la misma moneda Ana, esto es solo por seguridad.

Me señaló un espejo a nuestro lado, miré la cadena y solté una risita: solo era un dije de un trébol de cuatro hojas. lo toqué con el dedo, era sencillo, delicado y me encantaba.

-Muy apropiado -dije, él estaba detrás de mi sonriendo- solo por eso, podemos tener sexo de nuevo.

-No me des ideas ahora -presionó su erección contra mi trasero- espera a que volvamos al departamento.

-Oh, pero tengo buenas ideas -estaba algo ruborizada- por ejemplo si ya perdí unas bragas de Kitty, las que llevo ahora podrías quitármelas de forma más creativa.

-¿Alguna idea?

-Con los dientes.

-Su tarjeta señor Grey -la vendedora de antes, una vez más roja hasta los pies le devolvió su American Express negra y un ticket, quería ver el monto pero se apresuró a guardarla; le pedí que siguiéramos paseando por la ciudad, tenía muchas ganas de seguir por las calles de Nueva York pero ya estaba bastante oscuro y el cielo amenazaba con otra noche tormentosa, Taylor pasó por nosotros para volver al piso donde nada más entrar mi jefe me tomó de la mano para llevarme a su habitación, era mucho más grande que la mía y tenía una cama con cuatro postes de madera.

-Esa cama me hace pensar en una cosa.

-Creo que pensamos en lo mismo.

-Dormir ocho horas seguidas luego de una caminata por la ciudad.

-No pensamos en lo mismo -se rió nos condujo al baño donde me sacó la ropa con cuidado, por primera vez vio mi cuerpo desnudo al completo, se notó que le gustó lo que vio hasta que notó un pequeño detalle.

-¿Qué son estas marcas?

-Nada importante -dije comenzando a sacarle la ropa- marcas de mi mala suerte.

-Aquí hay otra... y esta de aquí.

Bueno, mejor ahora que nunca, comencé a narrar a prisa para no desaprovechar el tiempo.

-Esta fue a los seis meses de nacer, mi madre me llevó al parque y un ave me picoteó el hombro, esta fue a los tres, pisé una lata de atún que cayó de la basura, a los cinco me caí de la bicicleta, a los doce me sacaron el apéndice, a los dieciocho la vesícula, a los veintiuno quería pechos más grandes y resulté alérgica a los implantes y la de la espalda fue por un tenedor.

-¿Cómo?

-No quieres saber -ya le había quitado lo de arriba, ahora iba lo interesante: le abrí los pantalones y metí la mano en sus calzoncillos- ahora veamos que hay detrás de la bragueta uno.

-Eres muy atrevida -jadeó terminando de sacarse los pantalones.

-La vida es muy corta como para ser mojigata.

Usamos su increíble ducha que tenía más de ocho chorros de agua que venían por todos lados, fue delicioso todo ese vapor acompañado de un masaje, luego nos secamos a prisa y fuimos a su cama, antes de acostarnos abrió uno de sus cajones y sostuvo en alto unas esposas de cuero.

-Me gusta usar algunos juguetes de vez en cuando.

-Con que sí, ¿eh? -se las quité- muy bien, recuéstate.

-¿Perdón?

-Pues para esposarte.

-No yo...

Ay, de nuevo la timidez, era tierno cuando era así, tuve que empujarlo por el pecho súper firme que tenía y sentarme a horcajadas sobre él, le alcé los brazos al cabecero y lo monté sin piedad, tomándolo tan profundo como pude, luego alzaba las caderas y todo adentro de nuevo, Christian jadeaba boquiabierto, bajé mi rostro para besar cada parte que alcanzaba, la cama chirriaba con cada bote que daba, esta vez de nuevo no se contuvo y lo sentí alcanzar el orgasmo dentro de mi con un profundo gemido que me puso a cien, metí una de mis manos entre mis piernas para estimular mi clítoris y no tardé en acabar sobre él aún estremecida, nuestro sudor se mezclaba con el olor a sexo y cuando lo desaté me abrazó con fuerza haciéndome rodar bajo su cuerpo.

-Ha sido la mejor experiencia que he tenido, luego de lo que pasó esta tarde, claro.

-Puedo decir lo mismo -pasé una mano por su cabello- pero no tienes que ser tímido conmigo, puedes dejarte llevar.

Se rió antes de besarme de nuevo, luego salió de la cama estirando su delicioso cuerpo bien formado.

-Gastas mucha energía, iré por unas sodas a la cocina y de paso puede que traiga el bote de chocolate.

-¿Te gusta comer en la cama?

-Mientras tu seas el plato, claro.

Iban a ser unos buenos días en la gran manzana.

Asistente|Relato|ChristasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora