Capitulo 6: Un eco de Buenos Aires

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Martín se siente mareado. Diría que la habitación está dando vueltas, excepto que no está en una habitación, está al aire libre en el patio. Y decir que el exterior está girando suena peor, de alguna manera. No está borracho, ni siquiera un poco borracho. Solo tomó una copa de champán hoy, justo antes del almuerzo, como una pequeña celebración cuando terminaron la sesión de fotos de la boda.

Andrés le entregó ese vaso.

Su esposo le entregó ese vaso.

Y ahí radica, obviamente, el motivo del vértigo de Martín.

Porque cuando le puso una copa de champán en la mano, le besó el cuello y lo llamó marido, todo se vino abajo, todo encajó. Se casaron, sucedió. Y peor que eso, cree que sucedió. Ya no se pregunta si esto es un sueño, ya no teme que Andrés salga disparado en cualquier momento, no lo hará, ha estado pegado a él todo el día, es delicioso, y lo más importante, ya no cuestiona nada. En absoluto.

Andrés lo ama.

Andrés se casó con él.

Andrés sostiene su mano debajo de la mesa.

Entonces, sentirse un poco mareado parece justo. Lo mínimo, en realidad, considerando el día que está teniendo.

La música cambia y resulta extrañamente familiar. Le recuerda a su hogar. Bueno, un hogar que ya no es un hogar. Un eco de Buenos Aires. La casa de Martín ya no se puede señalar en un mapa. Está sujeto a cambios. La casa está sentada a su lado, y hay una sonrisa devastadora en su rostro y un anillo dorado en su mano izquierda.

Antes de que pueda preguntar por la música, ve que su esposo se endereza en su silla y lo mira.-Martín, mi amor, hay algo que tengo que hacer.-anuncia con gravedad.

-¿Qué es?.-pregunta curioso.

-Quédate donde estás.-ordena Andrés, ignorando su pregunta.

Presiona sus labios contra su sien antes de levantarse, dejando la mesa y da unos pasos por el patio.

Se detiene a pocos metros de él y se da la vuelta para mirar hacia la mesa llena de invitados. La charla se apaga rápidamente. Todos los ojos están puestos en él.

-¡Sí, hora de hablar!-grita Denver junto desde su asiento, levantando su copa. Su padrino debe estar al menos un poco emocionado con la idea de que Berlín hable.

Entonces un discurso. Por supuesto. Lo esperaba.

-Queridos compañeros y amigos. Familia.-comienza a decir. Suena muy formal, pero sonríe mientras habla. -Gracias a todos por venir hoy. Muchos de vosotros, para la fiesta y las copas, estoy seguro. No obstante, estoy agradecido de que estuvieran aquí para compartir nuestra alegría y celebrar con nosotros. Y lo más importante, dar testimonio de que tomé a este hombre como mi marido.-

Estas palabras provocan algunos aplausos y más vasos alzados. Denver pone ambas manos sobre sus hombros y lo sacude vigorosamente, como siempre hace en la victoria. Una portería de fútbol. Un juego de mesa gana. Un atraco exitoso. Se vuelve hacia él y le devuelve la sonrisa. Sí, eso es una victoria allí mismo. Como probablemente diría su padrino, anotó a lo grande hoy.

Pero vuelve su atención en Andrés. Él chocará los cinco más tarde. Su esposo está hablando.

-Nuestro día fue perfecto Martín. No todo salió como planeamos, pero fue perfecto. Es. Sé que crees que esperaba algo más sofisticado, y tengo gusto por el lujo, es cierto. Amo un evento grandioso. Pero más que eso, te quiero. Tanto es así que todo lo demás sobre esta boda es completamente irrelevante. Podríamos habernos casado en las alcantarillas y hubiera sido perfecto.-

Algo Robado, Algo Azul (Berlín x Palermo)[Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora