Algo Robado, Algo Azul (Berlín x Palermo)[Traducción]

EXTRA III (Final part 2)

Andrés no puede creer que lo esté considerando.

Martín puede decirlo. Sus besos a lo largo de su cuello se estan volviendo febriles. Se ríe cuando siente una mano burlona recorrer su trasero. Una provocación.

Eso es suficiente de esto.

Agarra un puñado de su cabello y aparta su cabeza de su cuello. Lo ha hecho mucho peor antes. Pero él no lo deja ir, manteniendo sus dedos en un fuerte agarre alrededor de su cabello, incluso después de tenerlo donde lo quiere.

Necesitaba eso. Necesitaba mirar la cara de Martín, ver algo allí. Como era de esperar, no se inmuta ante el dolor, ni siquiera se estremece, en realidad. Deja que sus ojos se cierren y acepta el toque, por duro que sea. Confía en que Andrés lo cuidará bien. Él siempre lo hace.

Pero también nota el movimiento de la nuez de Adán de Martín cuando lo mira a los ojos nuevamente. Tragando duro, escaneando su rostro, al igual que Andrés lee el de Martín. No tan seguro de sí mismo como ha estado fingiendo ser, entonces. Pero lo está intentando. Andrés ama eso de él.

-¿Y si eso no es lo que quiero?-pregunta en su lugar.

No es una pregunta real.

Sabe muy bien que podría agarrarlo ahora mismo y empezar a golpearlo, si así lo desea. Podía sacudirlo como un muñeco de trapo y maltratarlo. Podía dejar que sus uñas se clavaran en su piel y dejar moretones en sus caderas. Y Martín aún estaría agradecido por ello.

Puede hacer todo eso. Y lo hará.

-Esa es tu elección.-confirma Martín. -Siempre ha sido tu elección, Andrés. Pero vi tu cara cuando dije que te iba a follar. Creo que quieres que lo haga.-

Andrés todavía se tira del pelo y, sin embargo, de alguna manera hay una sonrisa arrogante en su rostro.

-¿Ponte boca abajo por mí?-añade Martín.

No, eso no puede volar.

-¿Es una orden de mi marido? ¿Crees que dejaré que me mandes así?-

-¿Puede mi hermoso esposo a quien atesoro acostarse boca abajo para que pueda comerle el culo? ¿Por favor?-

Sonrie ante eso. Por favor. Bueno, preguntado tan amablemente. Sería de mala educación no seguirle la corriente, ¿no?

-Quizás.-se toma su dulce tiempo para acostarse cómodamente sobre su estómago, gimiendo ante el leve roce de las sábanas contra su pene. Eso ha sido trágicamente ignorado, hasta ahora.

En el momento en que se coloca, las manos de Martín están sobre él, firmes, abriéndolo, y siente una cálida lengua contra su entrada.

Él deja escapar un ahogado, bajo en su sonido garganta. Siempre es placentero de una manera casi sorprendente. Y ha pasado un tiempo desde la última vez que lo hicieron. Espera no acostumbrarse nunca a esa sensación.

Suaviza su agarre sobre la piel. Lo mantiene abierto y se sumerge de cara en él con cuidado. Casi con reverencia. Y gime mientras lo hace, sin avergonzarse de su placer mientras gira su lengua contra la parte más íntima.

Sí es algo.

Si. Andrés está contento con su decisión.

Porque esa fue su decisión. No importa lo bullicioso que sea Martín sacando ideas así. En su noche de bodas, nada menos. ¿quién se cree que es?

Su marido.

Quizás los eventos de hoy sean la razón detrás de esta fiebre de confianza. La razón de esta actitud, que es simplemente inaceptable. Y bastante excitante. Andrés no sabe con seguridad de dónde sacó Martín esta bravata recién descubierta, pero le gusta ese color en él.