ocho.

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Javiera.

Después de que el Vicho se fuera de la plaza por tremenda vergüenza que paso, yo simplemente terminé de jugar mi partidita de Ludo y me pare para esta vez irme yo. Extrañamente el Maury me siguió con su skate hasta que tomé la micro, pero no me habló en ningún momento, algo raro pero supongo que pudo ser porque el Vicente le pidió que me cuidara en su remplazo.

El camino volviendo a mi casa fue bastante corto en comparación a otras veces por que la micro iba vacía, al llegar entre con cuidado de no despertar a mi mamá porque de seguro andaría con la wea, así que subí como flash las escaleras y entre a mi pieza, debía arreglarme para la fiesta de la tarde.

Me metí a bañar para estar lista temprano, aunque mi definición de bañarme es estar dos horas haciendo karaoke sin dar el agua para no gastar de más. Finalmente una hora antes de la fiesta aún estaba arreglándome. Me puse un vestido negro entallado que llegaba un poquitín bajo mis muslos, unos zapatos a tono y me maquillé bastante poco, al terminar con rapidez salí de mi pieza hacia el primer piso donde estaba la Emi bastante más arreglada que yo.

—Te odio weon ¿por que tú no te das cincuenta vueltas para vestirte y te ves tan linda?.— arrugué la frente y le mostré mi lengua en broma, para luego tomar mi mochila pequeña desde el sillón de la casa —yo ya me voy, te espero allá sorra.

—Espera que te falta algo, ven— me grito cuando estaba por salir así que me devolví, al estar frente a ella me puso una coronita sobre la cabeza y me sonrió.—está guardada aquí desde hace tiempito, se te ve bonita.

Después de decir eso se fue hasta donde estaba su celular, seguramente para revisarle el perfil al profe Gabo y ver si iría al carrete, la dejé de mirar y me dirigí a la puerta para poder salir de la casa rápido. Ya fuera revisé si tenía todas mis cosas y fui a tomar la micro.

Nuevamente el transcurso fue bastante corto y al llegar estaba llenísimo el liceo, aproveche que había llegado relativamente temprano y pasé por dónde estaban los practicantes haciendo la guardia para que entrara solo gente del liceo, saludé a todos y al Gabo solamente le dije que venía después la Emi, no sé cómo ninguno se daba cuenta de lo mucho que se atraían, terrible pavos.

Ya dentro del establecimiento me acerque a mis compañeros para empezar a bailar con ellos en forma de broma por un rato en lo que llegaba mi grupito, al final llegó solo el Maury, la Emi y el Gabo, quizás que huea le pasó a los otros dos.

No sé cuánto rato pasó desde que llegaron todos pero un tipo que nunca había visto se empezó a acercar mucho a mi, pasó por mi lado y dejó caer una colilla en mi mochila así que la tomé para botarla pensando en que seguramente se le había caído, mis compañeros estaban todos en su volá así que yo creo que no se dieron cuenta cuando el tipo volvió y se pegó a mi lado, pero yo estaba demasiado incómoda. Así que me alejé con cuidado de que no se notara mucho pero el tipo me seguia.

—¿oye para donde vai? ven po bailemos.—dijo el antes mencionado cuando logró llegar a mi lado.

Yo con algo de miedo ya que me había perseguido casi por todo el lugar negué con la cabeza e intenté seguir alejándome. Los próximos minutos a eso fueron algo confuso por que sentí como me agarraba fuerte de la mano y mi cuerpo no reaccionaba para poder pararlo, como si yo no fuese quien me controlaba.

Me llevo hasta donde estaba toda la gente en el centro bailando, en donde ya no sabía que hacer por que la gente chocaba contra mi y el tipo intentaba toquetearme mientras yo no me podía mover.

Tras unos minutos en los que el tipo por alguna bendición divina no me pudo hacer nada más que bailar muy cerca, sentí como alguien se ponía tras de mí al mismo tiempo que me abrazaba por los brazos, siendo sincera sentí muchísimo miedo de que alguien me fuera a llevar o hacer alguna cosa rara, pero me tranquilicé al reconocer los tatuajes del brazo de la persona y su perfume, era el Mauricio.

—tranquila, estoy acá Javi, te prometo que este enfermo de mierda no te va a hacer nada.— no sabía exactamente por qué mis sentidos funcionaban tan lento, pero cuando pude enfocar mi vista nuevamente al tipo que estaba frente a mí, el Gabo lo estaba haciendo mierda en el suelo a puras patadas.

Después de eso solo sentí que el mundo se caía a mis pies y todo se puso negro mientras de manera inconsciente me apegaba cada vez más a la calidez del cuerpo del Maury, con él nada podía asustarme.

hueón desordenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora