Parte 2

289 24 0
                                    

como nota, perdón la ortografía. Estoy teniendo serios problemas de tipeo y tildes, como que mi cerebro olvidó las normas, o escribo palabras al revés.

Este fanfic tiene muchos capítulos, pero actualizaré día por medio. Ojalá les guste. Tal vez vaya teorizando en el camino. 

--------------------------------------------------------------------

Si lo pensaban bien, lo hablaron una vez, tal vez el paso definitivo fue ese día. Porque fue entonces que Soul tomó real conciencia y se vio reflejado en sus actos. Despertaron enredados, como siempre que había tormenta. Ella estaba aferrada a él, quien percibió un calor viniendo desde ella. Mas bien de su entrepierna, que sostenía fuertemente una de las suyas. Se destapó para mirar antes que ella despertara – temía que hubiese sido otra polución nocturna, le acechaban más ahora que antes- pero una mancha roja lo dejó desconcertado. El cambio de temperatura la despertó, para gritar horrorizada.

Soul no logró articular bien qué la había aterrado.

-Eh eh esto... perdóname, te compraré un nuevo, pijama, lavaré esto enseguida... -tembló, nerviosa.

-Maka... pero qué dices... qué te pasa... ¡sangras!

-Ay Soul... espérame, me cambio y te explico.

La sintió bañarse y gemir. Entonces preparó desayuno, y cuando ella llegó con la ropa a lavar, ya tenía armada la mesa, servido incluso. Le explicó que era su menstruación, lo cual trajo memorias de alguna aburrida clase de biología en la que se habría dormido. Entremedio, ella se puso pálida.

-Tomaré unas pastillas y se me pasará, pero andaré soñolienta. Me quedaré en casa hoy, leeré algunos libros. Espero no te moleste lo de tu pantalón.

-¿Por qué habría de molestarme? No fue que lo planearas.

-Igual... uhmm no lo comentes con tus amigos –le pidió, avergonzada.

Soul se carcajeó –Ni modo que les contara todo... pero bueno, ya que me lo pides así, lo pensaré... ¿qué tienes?

-Mucho dolor.

No había sido mas conversación que esa, pero Soul había estado atento a cocinarle y luego llegó con una barra de chocolate, que leyó la haría sentirse mejor. Vieron películas, fue entonces –claro, fue entonces- que él la tenía abrazada en el sofá, ella semi acostada en él, y que se habían besado.

Bueno, no fue tanto como beso beso, pero sí al menos hubo roce de labios. Habían seguido haciéndole porras a los personajes de la serie, y a la noche volvieron a besarse antes de dormir.

Pronto, el gesto de toparse los labios cuando estaban a solas dio paso a otras cosas, incorporándose a su cotidiano sin que alguno de los dos intentara preguntarle al otro nada, lo que ayudó a bajar la tensión entre ambos. Seguían con las dinámicas de amor y odio, sólo que risitas nerviosas y sonrojos sin motivo les sucedían sin querer. 

AdultezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora