e i g h t e e n

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Una de las pocas reglas que se tenían ambos, era que, el primero que se despertaba tenia el deber y la obligación de levantar al contrario con besos y únicamente besos

Y aunque fuera incomodo hacerlo en un lugar donde cualquiera de los caballeros podían escucharlos, Minho se atrevió a darle suaves besos en la nuca de Jisung sin apartar sus manos de su cintura

Los besos se extendieron por las mejillas de Jisung y cuello, haciendo al rubio sonreír hasta el borde de reírse. Minho frunció su ceño con una sonrisa

— estabas despierto. Hiciste trampa — susurró Minho

Jisung se dio la vuelta para encararlo, subiendo una pierna sobre él: — lo siento Min, amo tus besos — contestó el rubio contra sus labios

Minho acarició su mejilla: — cuando lleguemos te daré más

El Alfa se levantó de su lado para comenzar a alistarse, en cambio Jisung, siguió recostado un rato antes de salir a alistarse y desayunar. Se sintió fuera de su zona de confort cuando no despertó como el resto de los días en su cómoda cama con el calor del cuerpo de su esposo y en la privacidad que le ofrecían los muros.

Jisung salió de la tienda de campaña y se estiró, respirando aire fresco mientras sonreía de oreja a oreja para luego volver a la acción al ver que todos recogían el campamento

Ayudó a recoger su tienda de campaña con algunos caballeros y recogió las cosas de Minho mientras hacia un puchero, confundido al notar que desde que salió no había vuelto.

Algo en el rubio le indicó que algo no estaba bien del todo, pero aun así siguió al General Park y al resto de caballeros hacia los caballos, tratando de mantener la calma y no entrar en pánico.

Jisung acarició a su caballo y decidió buscarle un nombre en lo que esperaba, hasta que unos minutos después, Minho apareció con su espada desenvainada junto con otros caballeros.

El grupo parecía algo confundido con lo que había pasado, excepto por el General Park

Minho guardó su espada y le dio la señal al General para que se colocaran en la formación para continuar el camino. Luego sujetó la cintura de Jisung para ayudarlo a subir el caballo.

— ¿pasó algo Min? — preguntó en un susurro el rubio

Minho subió a su caballo y carraspeó, acercándose a Jisung para susurrarle antes de llegar a la formación

— ayer por la noche, iba a salir para hacer del uno y cuando regreso me topo con uno de los caballeros apuntándole con una flecha a la tienda de campaña.

Jisung abrió sus ojos como platos y su corazón latió rápidamente de tan solo imaginarlo

— lo llevé al río — continuó Minho — y lo inmovilicé para que me dijera por que mierda lo hacia y no quiso hablar. Lo dejé toda la noche ahí y cuando regresé ahora, no confesó nada tampoco, asi que tuve que matarlo

Jisung lagrimeó

— perdóname amor, pero si veo que estas en peligro y tú no llegas a darte cuenta, debo protegerte — tomó su mano para acariciarla — te cuento esto para que estés pendiente a tu alrededor, ¿está bien bebe?

Jisung asintió, tratando de sonreirle

Minho secó sus mejillas con el dorso de su mano y se unió con el resto al igual que Jisung para seguir adelante.

El rubio no podía evitar pensar en lo ocurrido mientras miraba al caballo sin jinete que viajaba con ellos. A pesar de que sabia que Minho lo protegería de cualquier forma, aquello le había dado miedo hasta cierto punto.

Un emisario que pasaba a un lado de ellos llamó la atención de Jisung, sacándolo de sus pensamientos. Jamás había visto uno hasta ese momento.

El rubio reprimió una sonrisa, Seungmin le había contado todo lo que había ocurrido entre el príncipe Hyunjin y él. Tal vez aquel emisario iba hacia Yagakima con un mensaje para Seungmin de Hyunjin.

Y así fue, en cuanto Jeongin llegó a Yagakima, siguió las instrucciones de Hyunjin. Dejó a su caballo a un lado y se escabulló por el castillo hasta llegar a la ubicación que se le había indicado, burlando a varios caballeros.

Seungmin gritó bajo cuando lo vio entrar por una de las puertas de la cocina y tomó un cuchillo para defenderse. Jamás lo había visto y pensaba que había entrado para robarle la comida del Rey

— ¡n-no llames a nadie! — le pidió Jeongin en susurros — s-soy el emisario del príncipe Hyunjin, esto es para ti — el castaño buscó la carta entre las demás que tenia para entregársela

El pelinaranja soltó el cuchillo de inmediato y tomó la carta con una suave sonrisa para guardarla en sus bolsillos

— g-gracias — dijo Seungmin con una reverencia — no puedo mandarle una carta ahora, pero por favor dile de mi parte que lo amo...

Jeongin trató de disimular su asombro y le ofreció una sonrisa antes de retirarse.

Era como lo había supuesto. Cuando Hyunjin le había dado la carta le había pedido que no la abriera para leerla por nada del mundo y luego le dio todas esas instrucciones raras y sospechosas, Jeongin intuyó que se trataba de un romance prohibido del que no estaba tan seguro que durara mucho por la forma en como era Hyunjin.

Jeongin sonrió débil para tratar de no sollozar y se subió de una vez por todas a su caballo al salir del castillo. Pasó sus dedos por su cuello, específicamente por la marca de Hyunjin.

Ya comenzaba a cicatrizar y a desaparecer, pero los recuerdos con él jamás se irían y seguirían vivos en su cabeza.

My KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora