El helicóptero sobrevolaba la ciudad con música electrónica de fondo, justo hace un momento habían tenido una pequeña discusión divertida por elegir la emisora. Al final, el rubio había ganado entre risas y amenazas de tirarse del helicóptero en marcha. En fin, la escena de Gustabo y Armando en este momento pasaba de miradas cómplices y pequeñas risas a miradas al horizonte, en donde el sol empezaba a ponerse. Y toda esta realidad en la que ambos eran felices, aunque sea por unos segundos, se mostraba ajena a cualquier persona que esté por debajo de ellos.
- Tengo que confesarte algo... - Armando dudó un poco y con un chisteo terminó por rendirse - Tu llamada fue algo inesperada, pero me alegró mucho
Gustabo se sonrojó levemente por el comentario tan sincero y directo del mayor, el tono carmesí en sus mejillas era casi inexistente, pero en su cabeza se permitió sonreír internamente. Le gustaba la honestidad del mayor, y en especial, la forma en cómo le hablaba, cual si fuera una muñeca de porcelana. Normalmente todos le hablaban con deseo puro impregnado en sus palabras... todos menos Jack Conway.
Al venirle la imagen mental de su ex pareja, puso los ojos en blanco. Se había prometido no pensar en él, y ahí estaba, recordando el casi un año de relación que había tenido con el pelinegro.
- ¿Estás bien?
- ¿Porqué decidiste pasearme en helicóptero cuando te llamé?
El rubio no quería hablar del tema aún, estaba a poco tiempo de haber abierto la herida y realmente no buscaba meter sus dedos en ella de manera voluntaria. Armando captó la evasión, así que aguantó las ganas de continuar preguntando para mirar al rubio con la cabeza ladeada, cómo si se replanteara la idea de coger el avión para llevarlo de paseo.
- La verdad no hay mucho misterio... A mi me calman mucho los paseos y pensé que te gustaría uno. - Armando notó la espalda del menor respingarse y su incomodidad cuando mencionó esto.
Quizá me pasé al mencionar que noté su sentimentalismo detrás de la llamada, joder.
- Escúchame, Gustabo, no necesitamos pelear - conducía con destreza por las montañas, pasando luego a terreno acuático, tomando así un descanso de la altura - Sé que no quieres hablar del tema - liberó una mano para rascarse la nuca con nerviosismo, no quería cagarla más - Sólo quise ser sincero con la razón detrás de este paseo -
- ... - Gustabo no sabía que pensar, prefería mirar el mar antes que enfrentar las orbes del mecánico, se sentía expuesto, ¿era tan obvio que acababa de salir de una relación amorosa?
Armando se sentía hundido. Pero al ver el perfil de Gustabo con sus mechones moviéndose frenéticamente por el aire y sus delgadas pestañas moviéndose delicadamente... se sintió afortunado. Si el rubio había decidido llamarlo a él era por algo, y con más seguridad, continuó su discurso.
- Tampoco necesitas escapar de mi, ¿sabes? - tomó el hombro del rubio, tratando de comunicarle de manera física lo que pensaba - No busco que me informes más del tema, sólo que noté tu enojo a través de la llamada y que estoy - el mecánico calló, no encontraba las palabras justas para expresar lo que pasaba por su cabeza - Que estoy aquí, para ti. Si necesitas despejarte, distraerte, o si necesitas hablar con alguien.
Finalmente, ante las palabras dulces y transparentes del mayor, Gustabo volteó a verlo, con los ojos algo brillosos. Quizá por la lágrimas que amenazaban por salir o quizás por la felicidad que esas palabras le habían dado. Y el contrario sólo se quedó embobado con la vista delante de él, sus manos, sin permiso de su propio cerebro, dejaron de responder.