Bellyache

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Sentado en un auto completamente en silencio anejaba de manera lenta por las calles del norte, a pocos kilómetros de llegar a la ciudad. Si bien no había quien lo hiciera conversación, eso no significaba que estuviera completamente solo. Sus compañeros de atraco estaban en el maletero del 4x4 que les dio Culebra cuando lo encontraron en el teatro. Habían terminado inconscientes tanto diablo como culebra que estaba de franco. La adrenalina recorría sus venas de una manera desastrosa, se sentía victorioso de muchas maneras.

Había logrado abatir a dos policías cuando entraron al banco a por ellos, incluso había sido el único que había salido ileso de ese lugar. ¡Era increíble! Y con ambos cuerpos inconscientes en el maletero, había probado también que era mejor que ellos, que esos peones de mierda. Había probado otra vez lo mucho que merecía estar en la mafia. 


Una hora antes...


Gustabo tomó el AKA de las manos del tal Culebra, acariandolo son sus dedos apenas lo tuvo completamente, definitivamente era algo que le daba mucha ilusión, nunca había tenido un arma larga a sus disposición, y ahora que la tenía, estaba como un niño con juguete un juguete nuevo, sus orbes cristalinas brillaban mucho más que el sol que ya caía por ser más del medio día.

Emilio lo miró enternecido, podía ser un hijo de puta pero también era una persona dulce y encantadora cuando mostraba sus verdaderos sentimientos. Bueno... era encantador de todas maneras.

Joder... ya se le había puesto duro el pene recordando todas las veces que el pequeño lo miraba con súplica para que lo hiciera aún mas fuerte, sus ojos llorosos, el sudor haciendo que su cabello se pegue a la frente .

-Diablo... ¿estás escuchando? -Gustabo volteó a verlo después de que culebra le hubiera hablado del  plan y Emilio no soltaba ni una palabra acerca de este- Culebra acaba de preguntarte si querías ser tu el francotirador  -entonces notó el bulto entre sus piernas, sonriendo de lado- 

E-eh no, no culebra, sé que te gusta ser el franco, te lo dejo a tí -no sabía si de verdad le gustaba ser el francotirador o no, pero definitivamente no iba a desperdiciar la oportunidad de estar a solas por unos minutos con el rubio-

- Si es así culebra, ¡pues perfecto! -el rubio sonrió mas ampliamente- seguro eres muy bueno en esto, ¿ya nos vamos? que creo que el super intendente tiene turno noche hoy y aparte de él no hay nadie en ese grupo de perdedores que pueda detenernos.

Entonces los mafiosos lo miraron extrañados, había hablado del mayor con un sentimentalismo inesperado.

- ¿Porqué tanta alabanza al pinche Conway ese, eh, Gustabin?

Entonces el rubio se dio cuenta de su pequeño error, ¿qué le había pasado? normalmente no suele dejar escapar sus sentimientos... debía empezar a separarse emocional del Superintendente si seguía así.

- ¿Alabanza? -rió sarcásticamente- si yo lo que le tengo es odio, ese estúpido no deja de tocar las pelotas creyéndose el dueño de la ciudad- tornó los ojos con fingido cansancio- si lo que busco es tener su cuerpo muerto tirado en el mar.

- Y así estará, no debes dudarlo -soltó culebra de forma rabiosa, haciendo notar al rubio el tremendo odio que le tenía a Jack-

- ¡Pues que bien, pendejos!, ¿pero que estamos esperando, pinches jotos? que debemos ir antes que el sol caiga, para ir a la sede temprano.




Estaban ya todos en sus posiciones, Culebra bien acomodado en el edificio contiguo, Diablo en el fondo del banco, con tres rehenes amordazados, los iban a usar para quitar el helicóptero y el tirador, sino, no podían ni intentar cargárselos a tiros a todos esos. Y Gustabo estaba esperando que decidan quien de todos negociaría. Mordiéndose las uñas por la ansiedad para negociar de una vez, la malla aún no se ponía de acuerdo acerca de quien haría los intercambios. 

- A ver, señor atracador, ¿cuantos rehenes tiene?

- Buenos días ante todo, ¿no? joder... que poco educados son ustedes los maderos 

- Pues usted no tiene moral por coger a inocentes personas como rehenes para cometer fechorías- espetó con furia el comisario Volkov, había terminado decidiéndose que este sería la mejor opción para negociar, por la experiencia que tenía-

- Pero si no les vamos a hacer daño eh... ¿cómo es que usted se llama, señor?

- ¿Porqué debería decirle mi nombre?

- Para saber como llamarlo -entonces pasó sus ojos por todo el cuerpo del poli, no estaba mal- Aparte quiero saber si su nombre es tan atractivo como usted - Gustabo guiñó un ojo travieso-

Esto sera pan comido, pesó cuando vio el sonrojo violento que causó en el contrario después de decir esto

- Volkov, mi nombre es Volkov, rubio de mierda -soltó desviando la mirada de este-

El de cabellos grises había caído también ante los encantos de Gustabo, definitivamente los coqueteos y miradas deseosas que se habían lanzado antes de empezar a negociar habían hecho efecto. Porque apenas el comisario había estacionado el auto frente a ellos, el rubio no le quitaba la mirada de encima, su altura y porte de hombre frío era algo que no pasaba desapercibido, este al notar las miradas intensas sobre él, empezó a buscar el culpable.

Y entonces notó esos mechones rubios y orbes azules que asesinaban con todo en su cabeza, se había quedado hipnotizado.

- Volkov, ¿eh? ¿Ruso? -el rubio de mordió el labio inferior, al notar mejor los rasgos faciales del comisario, estaba buenísimo, quizá se lo cogía con él un día de estos que iba a informar a Conway-

- Comisario Volkov-

- Eh, que hasta comisario, definitivamente te queda el puesto -le guiñó el ojo descaradamente cuando termino de hablar- Si nos atrapa, me gustaría que usted fuera el que me empapele -el rubio se pasó mano por el cabello, poniéndolo para atrás nuevamente, se le había desacomodado cuando estaba hackeando el banco, buscando dinero en las cajas, aprovechando para mandarle una mirada de hambre al policía- Comisario Bombón.

El resto de la negociación se llevó entre coqueteos que iban y venían por parte de ambos, el de ojos grises fue tomándole mas confianza al rubio, hasta le daba pena encarcelarlo para ese momento. Se consiguió que retiraran el helicóptero y el franco con los tres rehenes, sin antes algo de resistencia por parte de la malla.

- Ahora si, comisario bombón, tendré que decirle con mucha pena... diez, nueve...

-Joder, Wilson -el primer nombre que se le ocurrió a Gustabo cuando preguntaron por el suyo- Usted...

-Lo sé, soy muy guapo para ir a la cárcel, así que nos daremos a tiros hasta que uno de los dos caiga -se fue así, sin más, hacia detrás del cajero para mejor angulo, mientras movía su trasero de forma provocativa hacia los demás.


Y ahora estaba sacando un chicle sabor frutos rojos de la guantera, mientras sonreía satisfecho por su tremenda hazaña, con un cosquilleo en el estómago por pensar cuando Conway se entere de esto. Afortunadamente el celular de culebra no tenía contraseña y logró contactar con Nadando así, pidiéndole la dirección, mandando adjunta una foto de él con el dinero en el 4x4 para que sepa quien es. Y para que este empiece a confiar mas en cuanto a meterlo a la mafia, tranquilamente podría haberse ido con el dinero y no volver a aparecer en la ciudad, pero no lo hizo.

Otro más a la lista, pensó cuando tuvo la ubicación.



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Guys My AgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora