Pacify her

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Frenó abruptamente al llegar a la sede, dándole un vistazo a toda la construcción, era inmensa, pero definitivamente un buen lugar para esconder una mafia.

- Ostia pelo... ¿y este ángel?

Gustabo solo sonrió coqueto viendo por la ventanilla al ver un hombre con mascara de duende y gorrito de navidad caminando hacia él.

- Este ángel es alguien que necesita ayuda para sacar a Culebra y Diablo del maletero, ¿ me ayudas?

- Con mucho gusto plecioso.

Yun acercó su mano a la puerta, abriéndola para el rubio, como si de una princesa se tratara, definitivamente había querido ser el afortunado que le diera la bienvenida al nuevo, Nadando le había contado muchas cosas sobre él.

Una de ellas que pudo confirmar casi al instante fue lo atractivo que era, definitivamente Nadando no se había ni acercado a lo que podía hacerte sentir este chico con tan solo dirigirte la mirada, era algo que te dejaba embelesado.

El rubio salio lentamente del auto para ir al maletero, agachándose para abrirlo, levantando un poco mas su trasero hacia el de acento asiático sin una pizca de pudor cuando pasó por detrás de él, tratando de provocarlo. 

 -Culebra, quien pensaba que iban a tumbalte. ¡Te han dejado pal pelo!

El chino tomó a Culebra del maletero sin dejar de admirar el esbelto cuerpo de Gustabo, según había dicho que se llamaba Nadando. Definitivamente iba a conseguir un polvo con el para la noche misma, no aguantaba las ganas de sujetar esas caderas con fiereza y enseñarle al rubio la cantidad de placer que le podía brindar con solo penetrarlo de manera certera y profesional.

Justo escucharon la puerta abrirse mientras Zebralin los observaba desde lejos con una mirada de celos hacia el rubio. ¿Quien se creía ese para quitarle a Xiaomi? Estaba guapo, si. Pero él también tenía lo suyo y había estado luchando por conseguirse el corazón de Yun poco a poco. Le parecía injusto que alguien venga de la nada y el de cabellos rojos ya haya caído rendido por él, porque esas miradas de lujuria que el máscara de duende le daba al cuerpo del ojiazul no eran nada sutiles.

Gustabo llevó a Diablo como princesa, notando cómo este empezaba a despertar. Él solo siguió caminando detrás del asiático, igual no faltaba mucho al parecer.

-Déjalo acá tilado, ya viene una amiga mía a culale sus helidas, tu tlanquilo bonito.

Gustabo rió suave por lo gracioso que sonaba su acento, ocultándola después por temor a ofender al contrario, no quería problemas apenas llegaba.

- Malicona no escondas tu lisa, me palece helmosa -dijo con sinceridad el de gorro navideño-

- Pinches jotos, ya dejen de chuparse la verga mutuamente y ayúdenme a levantarme

Entonces alguien cruzó el umbral del pequeño cuarto donde habían dejado a los heridos. El rubio volteó la mirada escuchando esa voz tan potente y seria retumbar en sus tímpanos.

- Vengan al comedor, presentaremos a Gustabo con los demás. Rápido. -espetó molesto, había escuchado lo que Xiaomi le dijo al rubio, ¿porqué le afecto? no sabe y no tiene tiempo para pensar en ello, debía asegurarse que todos estuvieran en la mesa.

Salieron caminando suave con Emilio apoyando un brazo en el cuerpo del rubio y otro en el asiático. Mientras la amiga de Xiaomi estaba curando a Culebra en el cuarto.

- Si ya saben como soy pa' que me invitaaaaaan -soltó el mexicano sin poder evitarlo, haciendo reír a los cercanos, entendiendo la referencia-

Guys My AgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora