"Las puertas eran azotadas como si un vendaval arreciara dentro de la casa. Las luces se apagaban, y de pronto, allí estaba él. Una figura masculina. Alta en todo su esplendor, y cubierta por una bata y un sombrero. Su cuerpo oculto por las sombras, pero con unos ojos tan rojos y brillantes que parecían quemar el alma de todo aquel que los viese."
El libro se tornaba cada vez más interesante, y Dave se hallaba totalmente hechizado por aquella magnífica escritura. Su mente trabajaba con una rapidez extraordinaria creando entornos y escenas relacionadas con el libro. De pronto nada a su alrededor existía, solo aquella historia.
"La sangre caía a borbotones de la garganta de la víctima de aquel extraordinario ser. Sonó un fuerte golpe en la madera..."
De pronto sonó un fuerte golpe en la madera. Dave dió un pequeño salto, y su corazón se aceleró. Aquel golpe lo había sacado bruscamente de su lectura. Miró a su alrededor, pero no había nadie. ¿Había sido acaso parte de su imaginación? ¿Le había jugado la mente una mala pasada?. No lo sabía.
– ¿Estás bien? – oyó Dave que le preguntaban. Era una voz de mujer.
Al voltearse a ver quién formuló la pregunta, se halló con el rostro contrariado de la bibliotecaria de turno. Una chica de tez blanca y cabello castaño claro y liso. Con unos ojos del color de la miel. Era bella a simple vista.
– ¿Tan bien oíste el golpe? – preguntó el chico.
– Pensé que se habían caído los libros o algo así.
– ¿Viste quien fue? – preguntó Dave, haciendo caso omiso a lo que decía la chica.
– Si no fuiste tú, entonces debe haber sido algún idiota que no tenía nada más que hacer.
Dave se puso de pie, recogiendo su mochila del suelo. Había terminado su almuerzo mientras leía. Saco su celular del bolsillo y vió la hora.
Comenzó a temblar. Su rostro palideció, aunque él no pudiera verlo. Comenzó a sudar frío, y de pronto sus entrañas parecían querer buscar alguna forma de salir de su cuerpo. Su corazón se aceleró, acompañado por un fuerte dolor de cabeza.
Eran las 13:47pm. ¿Cómo? ¿Cómo había pasado tanto tiempo? Hacía una hora y veintidós minutos que el debía estar en el aula de clases.
– ¿Te encuentras bien? – preguntó la chica en un tono de preocupación al ver la cara pálida de Dave.
Él solo dió media vuelta y se fue.
”Esto no puede ser verdad – pensó – Como puede ser posible que haya sucedido esto. Ese libro". Aunque se empeñaba en culpar al libro por haber roto su rutina, algo dentro de él sabía muy bien que toda la culpa era de él, pues el libro no le había pedido que lo leyera.
Llegó al salón donde le tocaba la clase, pero ya la mayoría de las personas se retiraban, y no había rastro alguno del profesor.
"Se terminó la clase".
La ansiedad aumentó. Su mente se volvió un desastre. El pánico se apoderó de él. ”¿Que pasará ahora? – pensó, angustiado –. No tengo idea de qué pasará ahora".
Por si fuera poco, la siguiente clase no fue presenciada, pues el profesor que la dictaría se había tenido que retirar por un problema familiar.
Mientras Dave se dirigía a su casa, no paraba de pensar en el gran error que había cometido. Había roto la rutina y todo se había ido al carajo. Ahora estaba a merced de la suerte, y solo quedaba esperar que pasara lo que tuviera que pasar, pero eso no le agradaba para nada.
Al llegar a casa fue directo a su cuarto, omitiendo el saludo y las preguntas de su madre. Se tiró en la cama, temblando aún, y se quedó observando el techo.
A su lado el celular vibraba incesantemente. Su madre comenzó a tocar la puerta y él sentía que su cabeza explotaría a cada golpe.
Entre todo el ruido, la ansiedad y el pánico, no supo cuando se quedó dormido.
Se despertó de pronto, al oír un extraño ruido. Era como si alguien golpeara suave y constantemente el cristal. Supo de pronto que el sonido provenía de su ventana. Se levantó y caminó hasta allí, pero incluso viendo que no había nada ni nadie que pudiese causar aquel ruido, éste no cesaba. Era constante y suave, como si alguien golpeara el cristal con una uña.
De pronto tocaron a la puerta.
– Dave, deja de golpear la ventana y baja que la cena está lista – oyó decir a su madre.
"Cena", la palabra explotó en su mente de forma tan drástica, que no pensó siquiera en que algo más extraño había sucedido.
"A las 4:00pm debía hacer treinta minutos de ejercicios – pensó –. Descansar media hora y a las 5:00pm ducharme. A las 5:40pm debía hacer las tareas pendientes por al menos dos horas. Madre sabe que yo ceno a las 8:00pm, así que también me salté los veinte minutos de lectura".
A medida que Dave sacaba cuenta de todo lo que no había hecho, su mente colapsaba, y el pánico volvía a apoderarse de él. Había terminado de romper la rutina, y eso traería consecuencias.
Con mucho esfuerzo y voluntad, intentó seguir con lo que quedaba de su rutina. Por suerte para él, lo más importante eran las tareas, pero su rutina era tan estricta que ya llevaba adelantada una semana de ellas.
Aquella noche tuvo que dormir incluso sin ducharse, ya que la hora del baño había pasado mientras él dormía.
Eran ya las 2:36am del día jueves 14 de Septiembre, y Dave Letzen no había podido dormir absolutamente nada. Lo ocurrido durante el día 13 tenía su mente envuelta en suposiciones sobre lo que pasaría.
De pronto oyó un ruido. Le era familiar, pues no había pasado mucho tiempo desde que lo escuchó por primera vez. Alguien golpeaba el cristal de su ventana.
Dave se levantó de la cama y fue a revisar qué sucedía. De nuevo, al llegar a la ventana, no halló nada, pero el ruido no cesaba.
Al observar por fuera de ésta, notó que en la calle había alguien. Por su estatura podría fácilmente ser un hombre, pero era irreconocible, pues el faro bajo el que se hallaba aquella figura estaba apagado. Aún así, Dave tuvo el presentimiento de que aquel extraño o extraña, lo observaba.
Los golpes en la ventana no cesaron y eso volvió a atraer la atención de Dave. El ruido resonaba tanto en su cabeza, que parecía proviniente de su mente más que de la propia ventana. "¿Acaso lo estoy imaginando?", pensó. Pero de pronto recordó unas palabras "Dave, deja de golpear la ventana y baja que la cena está lista". Su madre también había oído el golpe, y al no poder ver a través de la puerta, pensó que era Dave el creador de ese sonido.
Su mente se despegó de nuevo de sus pensamientos y recordó a la persona en la calle. Al observar rápidamente, solo halló una calle vacía y solitaria, pero el farol dónde antes había visto la figura, estaba encendido.