Capítulo 5

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Dave salió de la biblioteca acompañado por su amiga, y luego de prometerle que estaría bien y que pronto le daría explicaciones, ella se marchó.

El resto del día transcurrió con normalidad, con la única excepción de que al llegar a su casa, Nayla estaba allí, esperándole.

La chica llevaba puesto un blue jean ajustado, una franela negra y unos zapatos deportivos también negros. Su castaño cabello estaba peinado en una trenza, y sus ojos azules brillaban frente a la presencia del chico.

Al acercarse a ella, Dave notó que ésta tenía sus manos frías, y temblaba.

- ¿Estás nerviosa? - preguntó el chico, pues según lo que sabía, una persona con los síntomas que ella presentaba podría tener un ataque de nervios.

- N... No es nada - dijo la chica, pero por el tono tenue de su voz Dave estuvo casi seguro de que mentía -. Vamos a tu habitación para que me cuentes lo que sucedió hoy.

Dave le contó a su amiga todo lo sucedido en la biblioteca, y a pesar que ella no parecía creerle, él se sintió un poco mejor al poder hablarlo con alguien.

Esa semana transcurrió con total normalidad, a excepción de dos detalles. El primero era que Dave había vuelto a oír los golpes en la venta durante la noche del martes 26, y vió de nuevo la figura bajo el farol apagado que parecía observarlo desde la penumbra. La segunda era que el sábado le había escrito a Nayla preguntando si podría ir a su casa, y no obtuvo respuesta alguna de la chica. Ni ese día ni ningún otro, y ese hecho creaba en el una sensación que solo podría calificarse como preocupación.

El sábado 30, Dave decidió ir a casa de su amiga, aun cuando esta no había respondido ninguno de los mensajes enviados por él en el transcurso de la semana.

Al llegar a casa de la chica, ella lo recibió de una forma que él no esperaba.

Iba vestida con una pijama blanca y rosa. Su cabello se notaba desnutrido y totalmente descuidado, como si tuviese días sin saber de la presencia de un cepillo. Los ojos de Nayla, aquellos que antes asemejaban a un fragmento de cielo, ahora parecían un mar de oscuridad profunda, sin nada de vida, sin una pizca de brillo. Bajo estos colgaban dos grandes bolsas negras. Fueron esas mismas ojeras las que despertaron por completo en el chico la sensación de que algo iba muy mal con su amiga.

Nayla invitó a Dave a sentarse, y parecía no prestar ni pizca de atención a lo que el chico hiciera o dejara de hacer. Él se sentó e un mueble frente a ella.

- Te envié mensajes - dijo Dave, luego de varios minutos de solo observar a quién antes consideraba la chica más risueña de todas.

Nayla solo se limitaba a observar los cuadros de las paredes como si estos fueran algo mucho más interesante que cualquier otra cosa en el mundo.

- También te llamé un par de veces - continuó diciendo el chico, al ver que su amiga no parecía prestarle atención - ¿Me puedes decir qué te sucede?

La chica seguía sin responder.

- Nayla mírame - dijo Dave, mientras intentaba tomar la mano de la chica, pero ésta, con solo sentir el roce de pieles, quitó su mano rápidamente y observó al chico con una mirada que denotaba pánico.

Luego de unos segundos, en los que la chica solo se limitaba a observar a su amigo, pareció de pronto que lo reconociera, como si desde que él llegó no se hubiera percatado de su existencia. La chica abrió los ojos de par en par, y justo cuando parecía que iba a sonreír o a decir algo, de sus ojos comenzaron a caer cientos de lágrimas.

Dave no sabía cómo reaccionar. Su amiga lloraba, y él no sabía el porqué. Todo estaba muy confuso para él. ¿Que le había sucedido a Nayla? ¿Por qué estaba en ese estado? ¿Desde cuándo estaba así y por qué él no lo sabía?

El hombre sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora