10. Chuchu

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El sol filtraba su luz a través de las cortinas que cubrían las ventanas, miré al frente y me encontré con Amanda plácidamente dormida en la otra cama. Entonces lo supe, observé el teléfono y me fijé en la hora y fecha «8:00am 1 de septiembre».

—¡Es hoy! —brinqué de la cama, Fer salió de debajo de la misma, Amanda saltó en su lugar viéndome adormilada.

—¿Qué pasa? —preguntó de golpe mientras tanteaba la mesa de noche buscando su varita.

—¡Hoy volvemos a Hogwarts!, ¡Javier! —grité alegre.

—¡Camila! —escuché de detrás de la puerta.

—¡Es hoy! —nos dijimos contentos.

Luego de celebrar corrí a baño y me alisté y cuando hube terminado le di paso a Amanda, quien me observaba con evidente cariño.

—¿Empacaron todo anoche? —preguntó papá mientras me servía café con leche.

—¡Claro que si!, ¿cómo no? —habló un tembloroso Javier a mi lado.

—Yo quiero ir —refunfuñó Alejandro.

—El año que viene —le consoló su madre—, ¿cuánto le faltará a mi sobrina? —preguntó refiriéndose a Amanda.

—No mucho, hace rato que entró... —respondí tomando un poco de mi bebida—... ¿qué hora es?

—Son las nueve.

—¡Es muy temprano!, ya quiero que sean las 10, ¿no se puede adelantar la hora? —preguntó Javier ansioso.

—No —respondió papá, tratando de no sonreír.

Escuché los pasos aproximarse, volteé dramáticamente y me encontré a una simpática Amanda.

—¿Me tardé mucho? —preguntó.

—No —le habló papá con un tono de voz claramente paternal—, justo a tiempo, diría yo.

Cuando todos hubimos comido papá nos hizo sufrir al hacernos esperar por nada, el se excusó diciendo que había que «reposar» el desayuno, ¡pero yo no quería reposar!, ¡yo quería acción!

—Papá —le rogó nuevamente mi hermano.

Papi observó su reloj, levantó la mirada, volvió a mirarlo, levantó la mirada y sonrió— supongo que ya podríamos...

—¡Lucifer! —vociferé llamando al gato.

—¡¿Así es como se llama?! —se quejó mi madrastra, interrumpiendo el llamado.

—¿Cómo le pusiste un nombre así al gato? —preguntó papá con el ceño fruncido.

—A-ah —iba a responder pero me encontraba entre la espada y la pared, luego de un año me arrepentí de su nombre... sin embargo sabía que le quedaba como anillo al dedo así que me rehusé a cambiarlo.

—Miau —hizo su aparición. Observó la jaula con resentimiento pero sabía que hasta llegar al tren no tenía más opción.

—Vamos, Fer... sabes como funciona —le hablé, y el gato se introdujo en uno de los lugares que más le incomodaban «la caja».

—Que nombre tan feo —se quejó una vez más papá mientras me observaba incómodo.

—Creo que es el nombre más idóneo para el gato —defendió Amanda con una sonrisa ladina.

Al final, papá nos hizo asegurarnos de haber apagado todas las luces, dió una última vuelta y finalmente cerró la puerta principal.

Entramos al auto dejando las valijas y las mochilas en el maletero, casi todos estábamos alegres, y digo «casi» porque Alejandro estaba un tanto triste por nuestra partida.

El juego de los espejos (ULEH #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora