6. 12:00

257 50 35
                                    


—... y recuerda poner las sábanas a secar, Tiffany —le habló mi madrastra a la elfa.

—Si, señora —asintió y se retiró del comedor.

—No sabía que tenían un elfo —comenté mordiendo otra parte de mi hamburguesa.

—Ah, siempre ha estado con nosotros, solo que ahora hay que pagarle.

—¿Cuánto le pagan? —preguntó Alejandro.

—Uno... 10 galeones.

—¿Tan poco? —pregunté.

—¿Te parece poco? —interrumpió Javier—, un galeón son como cinco euros, Camila.

—Para un elfo está bien —habló mi madrastra—, especialmente porque ella vive aquí, así que no debe preocuparse por la renta o algo por el estilo.

—Mmm, ya, es bueno saberlo —sonreí y mordí nuevamente mi alimento... ¿cómo podía romper el hielo?, Javier me observaba indiscretamente, medio burlón. Observé cómo papá se dio cuenta de nuestras miradas y el observó a mi hermano pequeño buscando respuestas, este observó a su madre, quien observó nuevamente a Javier.

—¿Qué pasa?, ¿qué se traen ustedes dos? —preguntó papi curioso.

—Ah, Camila te quiere decir algo —respondió mi contemporáneo.

Mi papá me observó esperando a que hablará. Bajé mi media hamburguesa y me limpié los deditos con una servilleta de papel— bueno... verás —carraspee—, hice unos amigos en mi primer año —mientras hablaba intentaba que mi corazón no se saliera de su correspondiente lugar dentro de mi pecho—, ellos me... me invitaron —seguía con mis dedos ocupados en la servilleta— a su casa.

—¿De verdad? —preguntó alegremente incrédulo—, ¿quienes son?

—Los Potter... je, je —solté una pequeña risa nerviosa.

—¿Es en serio? —papá buscó la respuesta en Javier y el asintió—, eso es genial, me alegra que te hayas podido adaptar al mundo mágico tan rápido. Tienes mi permiso para pasar una tarde allá.

—¿En serio? —preguntamos Javier y yo al mismo tiempo.

—¿La vas a dejar ir? —preguntó mi hermano extrañado.

—Bueno... te dejare ir con una condición —me señaló y yo asentí varias veces—, debes llevarte a tu hermano contigo —señaló a Javier.

—¡¿Y yo me voy a quedar aquí?! —preguntó Alejandro molesto.

—Si, quiero que me ayudes con algo —dijo firme mi madrastra—

—¿Cuándo vas a ir? —preguntó papá.

—Bueno... lo primero era conseguir el permiso, pero supongo que esta semana.

—Bueno, avísame con tiempo.

—Si, por eso no te preocupes.


*

Esa misma noche les escribí a mis amigos, utilicé a Goku para enviar la carta... Javier refunfuñó un largo rato, pero yo sabía que estaba emocionado por ir... es decir ¿quién no lo estaría?

Entonces surgió la duda... ¿y si le caía mal a Lily o a alguien?, ¿y si me querían comer?... o peor aún ¡¿y si creían que me juntaba con ellos por fama?!, yo no quería eso, yo quería amigos, no fama... bueno un poco de fama tampoco estaría mal, ¡pero ese no era el motivo!

—Miau.

—¡Ah! —salté en cuanto sentí la cola de Fer pasar por mi rodilla—, que susto —Fer restregó un momento su cabeza en mi pierna y luego se acostó en ella—, Fer —llamé su atención—... se que tú te bañas solo y todo pero... creo que te haría bien un baño de verdad, con champú para mascotas y todo.

El juego de los espejos (ULEH #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora