1. Vistazo al pasado, planes y rumores.

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—¡Adiós! —me despedí de Lily (quien estaba emocionada por lo genial que le iba durante su primer día en Hogwarts). Finalmente entré a mi dormitorio y cerré la puerta sin ver con anterioridad lo que sucedía adentro.

—Spellman —susurraron las hermanas.

Mi corazón de aceleró y volteé bruscamente tratando de entender que pasaba. Las hermanas me miraban atentas desde mi cama.

—¿Si? —dije bajito sin moverme de mi lugar.

—Cuéntanos —hablaron haciendo referencia a mi verano.

—Ehh... —vacilé y me adentré al lugar—... es una historia bastante larga, no se si pueda contarla en una noche —desvíe la mirada hasta mi baúl.

Ambas guardaron silencio, ocasionando que resoplara un tanto cansada... sin embargo suponía que era algo que sucedería tarde o temprano.

—Bien —acepté acercándome a mi ocupada cama—, háganme espacio.


Verano •

Al dejar Hogwarts Magna me presionaba constantemente en sueños para que la llevase hasta su hogar, era tal su grado de emoción que pronto sus sueños se convirtieron en los míos. No sabía cuantas veces había soñado con Hally, pero estaba segura de que ya no olvidaría su rostro.

Cuando llegó en día del vuelo, Magna, fue polizón haciendo de aeromoza (su plan «a» era pasar como una simple pasajera... pero dado que el avión se encontraba lleno no tuvo más remedio que trabajar).

Al pisar el continente me encontré con mi madre y mi hermana recibiéndome alegres, no pudimos parar de hablar en todo el camino sobre cómo nos había ido durante el año. El punto es que llegué al apartamento con bien.

Esa noche Magna me preguntó si podía presentarse en la casa. La detuve de insufacto— N-no lo creo —le dije mientras juntaba mis manos y comenzaba a enrollar un papel.

—¿Te avergüenzo? —una brisa fría recorrió mis sentidos, haciéndome estremecer y comenzar a sudar frío. Ahora yo había sido la que se sintió mal.

—N-no —solté atropelladamente—... es solo que... les debería contar «todo» —alargué la palabra—; supongo que a medida de que nos hablemos mas y nos pongamos al día... —dejé las palabras en el aire.

—Vale, entiendo... —habló—... pero recuerda que no tenemos mucho tiempo —advirtió.

—Yo también entiendo perfectamente —respondí un tanto incómoda—. Pero...

—¿Si?

—... ¿podrías dejarme de hablar un minuto? —murmuré soltando el papel—, es que se estoy en el baño —señalé desde mi lugar—, y se me hace incómodo que me hables porque parece que estás cerca, y, bueno... ya sabes...

Magna no respondió pero si sentí como su presencia se alejó, eso me calmó bastante y reuní el valor para volver a hablar (esta vez a la nada).

—... gracias.

El espíritu de Magna se encontraba inquieto, y no sólo fui yo la que percibió ese cambio en el ambiente. Un día en específico estaba con mi madre y mi hermana en la sala, estábamos viendo televisión y recuerdo que pasaban comerciales cuando nos dispusimos a hablar sobre el programa.

—Esa mujer... —siseó mamá—... es bien caída de la mata.

—Pero es que nadie le dice nada —me quejé.

—¿Y qué esperas que le digan? —preguntó Bella mientras pasaba un mechón de cabello por detrás de su oreja.

—¿Hola? —pregunté sarcástica—, que la están engañando... para eso están sus amigos, su familia; todos lo saben menos ella.

El juego de los espejos (ULEH #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora