XXI

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El frío desapareció en un instante y en su lugar se instaló un calor abrasador, casi insoportable. Kisame estaba tan ocupado discutiendo con Jiro que tardó en notarlo, pero cuando empezó a sudar, sabía que algo andaba mal.

Jiro también se extrañó de eso, pero no entendía el por qué, el único que sabía lo que venía era Itachi, mientras que Kisame solo se daba una idea.

Tsk, Itachi-san, tenemos que irnos. —dijo Kisame, Itachi no le hizo caso, no apartaba la vista del cielo, esperando por el ataque, notó como en sus ojos se activaba el Sharingan y, rápidamente, se interpuso entre él y Jiro, no podía dejar que lo viera.

—¿Qué? ¿Ya te vas? Vamos, es solo un poco de calor. —se burló. Kisame no sabía si era una suerte que fuera tan idiota que podía ignorar el peligro mortal en el que se encontraban o simplemente estaba fingiendo que no le importaba para ocultar el terror que él mismo ya se estaba imaginando.

—Al fin te encuentro. —dijo una voz, era la voz de aquella vez, tan gélida y hostil que le calaba en los huesos. Kisame comenzó a temblar, sentía un gran horror, tanto miedo que no tenía las fuerzas para voltear a ver de dónde proveía la voz.

Del cielo, salió un hombre, o eso suponía, pues estaba envuelto en pura penumbra, no era más que una sombra, pero aún así, se distinguía levemente una cara, era esa cara. El hombre levitó hasta quedar a solo tres metros del suelo y unos cinco metros de los tres chicos.

Itachi miraba con odio al hombre, su Sharingan lo hacía ver más amenazante, pero el hombre solo se rio.

—¿Q-Q-Qué e-está su-suced-diendo? —decía tartamudo Jiro, estaba temblando violentamente y tenía sus ojos tan abiertos que parecía que se le saldrían en cualquier momento. No pudo aguantas más y salió corriendo, tropezando varias veces. Kisame se sintió algo aliviado de que se fuera, aunque preferiría que en otras condiciones.

Ni Itachi ni el hombre flotante le prestaron atención, se seguían mirando, desafiantes, esperando a que alguien hiciera el primer movimiento.

—Esos estúpidos ojos —dijo el hombre, ya no reía, ahora mostraba una mueca de desagrado y cargada de odio—, en serio los odio, casi tanto como a su dueño. —Itachi estaba a punto de sacar su katana, cuando recordó que había salido desarmado. 

¡Que estúpido, justo hoy tenía que ser!

Regresó a su posición defensiva después de regañarse mentalmente por haber sido tan tonto.

—Kisame, ve por los demás. —susurró, pero el otro escuchó claramente.

—No te voy a...

—¡No hay tiempo para eso, haz lo que digo o no saldremos con vida! —lo regañó entre dientes, casi sin mover los labios. Kisame calló y asintió, no tenía mucha experiencia en peleas, pero sabía que no podían ganarle solo así.

—Bien, regresaré pronto. —prometió y salió corriendo. El hombre lo observó correr.

—No me importa que planees, te mataré y luego iré por los demás. —con aquellas palabras comenzaron a pelear.

Itachi se apresuró y lanzó uno de sus jutsu de Estilo de Fuego, el hombre ni se molestó en esquivarlo. El jutsu le dio de lleno pero no le hizo nada.

—¿Acaso lo olvidaste? Ying es un espíritu de fuego, los jutsus de fuego no le hacen daño. —Itachi solo lo miró como si nada.

—¿A qué te refieres, eres Ying? —preguntó un poco confundido. El hombre rio fuertemente.

—¿En serio no lo has adivinado? —se burló—. Bien, te lo diré, de todos modos, muerto no te sirve la información. En este momento tengo el poder de Ying y Yang en mi, ahora soy un dios, ¿entiendes? ¡Ahora soy superior a ti! —bramó y comenzó a reír como maniático.

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