Shorter estaba enamorado. Totalmente enamorado, ¿De quién?. De un pequeño y dulce chico que lo admiraba y seguía a todos lados, no le importaba mucho la diferencia de edad, por qué a pesar de eso él sabía muy bien que ese chico de esforzaba por alca...
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Dos días después de eso, cuando Shorter acababa de tomar una ducha después de concluir su horario de trabajo, el timbre de su departamento sonó. Aún secándose los mechones morados de su cabellera con una toalla se dirigió a la puerta.
—¿Si?—cuestionó abriendo la puerta.
—Hola—se trataba de Sing, quien llevaba una maleta deportiva en el hombro y parecía lucir apenado.
—Oh, hola Sing—Shorter se extrañó por la inesperada visita—¿Pasó algo?, ¿quieres entrar?—le ofreció señalando a los adentros del departamento.
—No, gracias. Tengo que ir a entrenar.
—¿Ah?, bueno. Entonces, ¿Qué necesitas?
—Yo...—el chico apretó la correa de la maleta con su puño mientras se encogía en sus hombros—He venido por ti—expresó.
—¿Ah?, ¿por mí?—Shorter exclamó con sorpresa.
—Sí, quiero que me acompañes a entrenar.
—¿En este momento?, yo... Ah, no lo sé—Shorter rascó su nuca con nerviosismo—. Acabo de tomar una ducha y no he comido aún Sing, si me hubieras dicho antes, tal vez... A todo esto, tu entrenamiento, ¿No se supone debe ser matutino?
—¡Y de quién crees que es la culpa!—le gritó.
—¡¿Ah?, ¿Mía?!—Shorter se señaló a sí mismo exclamando con un tono de voz igual de alto.
—¡Por supuesto!, perdí mi clase matutina gracias a la resaca de la otra noche—frunció el ceño.
—¿Eh?, ¡Pero eso no fue culpa mía!—replicó.
—¡Claro que sí!
—¿Acaso yo te induje a beber de más?
—¡Tú fuiste quien me invitó!
Shorter dio un respingo—¡Pero!
—Fue un desastre, me desvíe de mis metas. Sé que debía de haberme concentrado en la pelea ahora que ya está tan cerca, pero simplemente con el asunto de Eiji me distraje. Lo peor de todo es que cuando Eiji llegó a casa tuvo que llevarme a mi habitación, no sé que es lo que pasó después y cuando desperté Eiji se comportó bastante distante, tan solo intercambiamos algunos diálogos. Así que quiero concentrarme, pero ahora...
—Bien, bien—Shorter le interrumpió—. Te entiendo, tomare la responsabilidad solo por está vez para no dejarte solo. Pero que quedé claro, que la próxima ronda la pagarás tú—comentó dando media vuelta, entendió rápidamente que el menor no quería quedarse solo—. Dame un minuto—dejó la puerta abierta para ir en busca de su chamarra.
Sing formó una sonrisa en su rostro, relajando un poco su postura. Aunque, estando frente a la puerta, dudo en si debía cruzar ese espacio o no.
