XXXI

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Si desde ya el viaje a Francia nos había hecho sensacional, aquellas confesiones y declaraciones de amor, sencillamente no podrían habernos hecho mejor. Con Harry nos habíamos vueltos inseparables, adictos uno al otro, más que nunca disfrutábamos estando juntos. Me sentía feliz y dichosa estando a su lado, con esa maravillosa sensación de enamoramiento, tan genuina y real que lo único que deseaba en esta vida era que por favor durase para siempre.

No me había dado cuenta de cómo el rizado era todo lo que tenía en mi cabeza. Estaba perdida en él, como si se tratase de una quinceañera cualquiera, y no podía evitarlo. Por fin era que nos pertenecíamos mutuamente, porque así como yo era suya, él era mío, completamente mío. Y no, ya no se trataba de una cuestión de propiedad ni mucho menos, se trataba de que simplemente éramos el uno para el otro, y eso era algo que nada ni nadie podría cambiar jamás.

Me sentía en los cielos, en las nubes, y esperaba no tener que volver a bajar de ahí.

De este modo fue que el suceso de aquella noche en el bar junto con Liam y Beverly se volvió absoluta y totalmente irrelevante. Es más, ninguno de los dos se tomó la molestia de volverlo a mencionar, y de la misma manera, yo tampoco volví a buscar a Payne.

Porque si bien él podía ser mi mejor amigo y todo eso, llevaba días esperando a que el idiota tuviese la decencia de llamar y disculparse él mismo y por iniciativa propia, y que no fuese yo quien tuviera que partir tras él a buscarlo. De cualquier forma, no era un asunto en el que me detuviese a reflexionar demasiado, o al menos trataba de no hacerlo. No quería amargar el momento de mi vida ni calentarme la cabeza producto de la inmadurez ajena.

Así pasaron los días. La vida continuó tal y como siempre -o en realidad, con ese mismo ritmo que había adoptado hacía unos meses- hasta que otra buena noticia llegó. Sí, por fin Monique había tomado la decisión de integrarme a los ensayos comunes con el resto de las bailarinas de la academia. Por lo cual me quedaba solamente esa semana de ensayos personalizados meramente para comprobar y chequear que estuviese preparada para ello, pero si todo salía bien, pronto estaría con el resto del elenco de bailarinas de la Royal Academy of Dance, siendo una más de ellas, lo que significaría que así mismo podría participar incluso en las obras de la compañía. Lo cual no dejaba de parecerme... Increíble.

En pocas palabras, me sentía más que feliz, plena. Claro, esto sin contar la excepción de los dos detalles que opacaban mi felicidad. El primero de ellos era el hecho de que mi mejor amigo en el mundo no me hablaba y odiaba a mi... ¿Novio? Sí, supongo que así podía llamársele. Y el segundo -y no por eso menos importante- el que desde que habíamos ido a París, no conseguía sacarme de la mente a mis padres.

Ajá... Mis padres. Vaya tema, ¿Eh?

Honestamente, desde hacía muchísimo tiempo que me había desprendido de aquella necesidad de llamarlos y mantenerme en contacto con ellos. A fin de cuentas, ¿Qué diablos les iba a contar? Me había marchado escapando de ellos con la intención de realizar mis deseos, rechazando la posibilidad de un futuro alternativo o más tradicional para cumplir mi sueño de ser una bailarina profesional, lo cual había derivado en un completo fracaso.

Mas, en ese entonces no podía decir lo mismo. Desde la llegada de Harry a mi vida, las cosas habían cambiado por montón. El castaño lo había prometido y lo había cumplido, me había ayudado de sobremanera a surgir y a salir de ese pozo en el que había estado sumida durante los últimos años. Estaba perfectamente consciente de que todo lo que tenía era gracias a él, y no había día en que no lo agradeciera.

Por ese mismo motivo, quería llamarlos, enseñárselo a ellos. Quería volver a verlos, contarles de esta nueva vida, y no solo eso, sino que especialmente mostrarles al hombre que enloqueció mi mundo, que cambió el rumbo de mi destino de la manera más radical en que era posible. Me moría por presentarles a Harry, mas dudaba que él correspondiera a ello.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora