Capítulo VI

34 8 7
                                    


- ¿Qué haces Sofi? – dije desconcertado y excitado. Ella no respondió la pregunta, solo siguió guiando mi mano por su abdomen. No hice nada para detenerla, demasiado encendido y pasmado por su actitud. Se levantó la fina tela de su pijama y dejó mi mano en contacto con la piel suave y cálida de su abdomen descubierto. Guio mi mano para hacer círculos sobre su ombligo. El contacto se sentía ardiente y yo estaba listo y dispuesto para lo que sea que ella quisiera hacer. Siguió guiando mi mano más abajo, hasta que me topé con la tela de su pantalón corto. Ella la levantó y me di cuenta de que no llevaba ropa interior.

Introduje mi mano y la toqué suavemente, atento a sus expresiones faciales que me decían si el contacto le gustaba o no. Encontré su punto más sensible después de unos minutos de exploración. Toqué lento, suave, disfrutando cada segundo y ansiando ir más allá. Estaba húmeda en su centro, sus pezones se traslucían mostrando su evidente calentura, su garganta emitía gemidos bajos e involuntarios. Introduje mis dedos en el espacio cálido y apretado de su abertura.

Mis ojos no se despegaban ni un segundo de los suyos, viendo cada expresión de placer, cómo mordía sus labios y cómo disfrutaba de mi toque. Era yo la que la hacía gemir, no eran mis fantasías y eso se sentía demasiado bien. Estuve absorto. No entendía bien qué la había llevado a pedírmelo y mi cabeza mataba por una explicación, pero mi cuerpo decía que ya habría tiempo para eso. Los sonidos de su boca se empezaron a hacer cada vez más fuertes con cada caricia en su centro o con cada embestida de mis dedos. Su volumen era tan alto que intenté acallarla con un beso. Ella desvió su boca de la mía y en vez de eso mordió una de sus manos para extinguir los sonidos de placer que iba dejando en la medida que más intensas se hacían las sensaciones.

Me desconcertó que no me permitiera besarla cuando estaba en medio de un contacto tan íntimo con ella. Debió repercutir en mi performance, porque ella me pidió que no parara. Seguí hasta el final, hasta sentir que los músculos de su interior se cerraban alrededor de mis dedos y su cuerpo se arqueaba en un último espasmo.

Ella quedó agitada y sonrosada. Afuera ya estaba amaneciendo. Yo no entendía nada. Por fin le di lugar a mi cabeza, que pedía a gritos una explicación de lo que había pasado. Me senté en la cama, dándole la espalda.

- ¿Qué fue eso? - mi voz sonó resentida. Ella se acercó a mí y pasó sus brazos por mi cuello.

- Eso fue un orgasmo, Ale- me respondió con voz socarrona.

- Sé lo que es un orgasmo, Sofía, aunque nunca te hubiera visto tener uno a ti. Te estoy preguntando qué significó esto... ¿por qué no quisiste que te diera un beso? – el contacto cálido de mi espalda con su cuerpo se rompió. Estaba frustrado y triste. Esta no era para nada la primera experiencia sexual que quería con ella. ¿Por qué no había dejado que la besara? Me di vuelta porque no hubo respuesta, ella se había sentado en el otro lado de la cama.

- No me gustan los besos- dijo ella como si con eso se cerrara el tema.

- ¿No te gustan? Recuerdo haberte pillado varias veces con lenguas ajenas metidas hasta tu garganta- me di cuenta de que estaba hablando demasiado, así que paré e hice un silencio- recuerdo que mis besos te gustaban.

Lo solté tratando de evitar el resentimiento que se colaba por mi garganta. Era la primera vez en años que aludía al día que me colé en su pieza para poder besarla. Ella no me miró, pero vi que se sonrió con nostalgia.

- varias cosas han cambiado desde ese día, Ale. Tú mismo besaste a otras chicas el día después de eso ¿no? – el silencio entre nosotros se extendió por minutos que me parecieron horas - ¿Por qué lo hiciste?

- porque era un niño estúpido y cobarde - para mí eso era un resumen bastante bueno, no quería ahondar en otro tipo de historias que dejaban a otros como culpables, pero no a mí. El único responsable de no quererla como se merecía era yo. Aunque Gonzalo tuviera su parte.

A ella no pareció bastarle la explicación, pero entendió que si a mí no me bastaba la suya no podía seguir insistiendo. Parecía que este era el final de la conversación y el final de su visita en mi habitación, sin embargo, a ella no le pareció lo mismo. Se volvió a tapar entre las sábanas de mi cama hasta la nariz.

- ven, no quiero dormir sola nunca más mientras esté en esta casa, tanto si te gusta como si no, me voy a meter entre tus sábanas todas las noches- lo dijo removiéndose en mi colchón. Me lanzó una mirada que dispersó todas las intenciones de agravar la situación - No me hagas dormir con Gonzalo, sabes que su habitación siempre huele mal.

Solté una risa espontánea. Recordaba que cuando recién llegué a vivir con ellos, Sofía siempre hacía ese comentario sobre nuestro dormitorio. Nunca podría negarle algo. Además, escucharla decir que quería estar entre mis sábanas todas las noches hizo que mi corazón bailara. Me metí en la cama y la acerqué hacia mí. Esta vez quedamos frente a frente, ambos sobre nuestros costados. Le pasé los brazos por la cintura.

- pensé que yo también olía mal - dije mientras enterraba mi nariz en su pelo.

- Mentí. Tu olor me gustó siempre - ella enterraba la cabeza en mi pecho. 

_____

Hola genteeee!! no sé si alguien sigue aquí, ojalá que si.

Me costó muchísimo subir este capítulo, por pudor, por miedo a que no guste... pero alguien por ahí me dijo que debía recordar que uno escribe para uno mismo también. Gracias @Winny26!!!

Cuéntenme qué les pareció el capítulo, para dónde creen que va esta historia. 

Gracias a todxs los que llegan aquí <3

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora