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Mis dedos están entumecidos de agarrar el horario de clases
mientras camino por los pasillos. Kristina está a mi lado, pero nunca me
he sentido más perdida.

Estoy buscando a mi ancla.

A Harry.

Él está un año por delante de nosotras, por lo que ya está bien
establecido en la escuela secundaria.

Él sabe cómo funciona todo.

Siempre
había asumido que las cosas serían las mismas entre nosotros cuando
llegáramos a la escuela secundaria.

Pero si estoy siendo honesta conmigo
misma, algo ha cambiado entre nosotros durante el último año.

Quiero confiar en que no tiene nada que ver con mi familia, y con
quién soy, pero no sé si puedo creer eso. Hay una razón por la que no invito
a la gente a mi casa. Echan un vistazo a los muebles y a la rigidez de mis
padres, y suponen que yo también soy así.

Lo vi en los ojos de Harry ese día. El día en que él y Kristina finalmente
vinieron a cenar, a petición de mi madre. Ella quería ver con quién pasaba
el tiempo su hija.

Y nunca olvidaré la frialdad en la cara de mi padre cuando miró a
Harry desde el otro lado de la mesa.

Como si él fuera escoria. El peor tipo de
basura que yo podría haber llevado a casa.

Eso no podría haber estado más lejos de la verdad. Harry era la
mejor persona que conocía.

La gente también lo juzgaba, supongo. Por vivir donde lo hacía. Por
andar en moto y usar vaqueros holgados y sudaderas con capuchas
oscuras. Lo había visto antes cuando entrábamos juntos a alguna tienda.

Nunca pareció que le molestara lo que otras personas pensaban. Pero algo
cambió ese día después de que mi padre lo acompañara fuera. Le pregunté
a Harry más tarde si mi padre le había dicho algo, pero él me dijo que no.
En cualquier caso, las cosas ya no son lo mismo.

Harry pasa menos tiempo con Kristina y conmigo, y más tiempo con
sus amigos. Juro que creció más de treinta centímetros el último verano.

Él
ni siquiera se ve como el mismo muchacho que construyó fuertes con
nosotras en el patio trasero hace solo un año.

Él tampoco actúa así.

Pero conozco a Harry.

Sé que él cuidará de nosotras. De la forma en que siempre lo hace.
Es por eso que tenemos que encontrarlo.

Kristina está a mi lado, pero no parece tan nerviosa como yo. Ella
siempre ha sido más sociable. Nunca olvidaré ese primer día, ser la chica
nueva de la escuela. No pensé que alguna vez haría amigos. Aunque mi
padre era el vicegobernador, insistí en que quería ir a la escuela pública.

Sólo quería ser normal. Kristina fue la primera persona que me tomó en
cuenta. Ella arrastró a Harry justo al lado y me dijo que me enseñarían
como funcionaba todo.

Desde ese día, no recuerdo haber estado nunca separada de ellos.

Los niños en la escuela no fueron muy amables conmigo. Pensaron
que era una esnob engreída debido a quién era mi padre. Pero Harry siempre me defendió. Incluso le pegó un puñetazo a Bobby Daniels en la cara una
vez por decir algo sobre mí.

Siempre ha sido mi roca. Mi protector.

Ni siquiera puedo recordar cuántas horas incontables hemos pasado
en el porche trasero, inclinados mirando las estrellas y hablando de la
vida.

Harry me dijo este verano que ya no sabía qué quería ser.

No entendí lo que quería decir.

Porque él era el mismo viejo Harry
que siempre había conocido.

Un poco tímido, bastante divertido y la persona más firme que he
conocido. Él siempre me dijo que quería hacer algo bueno. Como convertirse
en un agente de policía o algo así.

Pero ahora es como si él deliberadamente intentara probar un punto.

Se tatuó todo su brazo durante el verano sin decírselo a sus padres. Y ha
estado bebiendo y saliendo mucho de fiesta. Las cosas que mi padre dice
que hacen los chicos como él. Los muchachos del otro lado de la ciudad,
con quienes no quiere que salga.

Pero ese no es realmente Harry. O al menos no el que yo conozco.

Sus amigos son diferentes a él. Todos actúan como si estuvieran en
una pandilla o algo así, pero realmente sólo se sientan y beben. No sé por
qué Harry comenzó a salir con ellos.

La semana pasada, cuando entré al
garaje y los pillé fumando, se rieron de mí.

Harry me dijo que me fuera.

Él nunca había hecho eso antes.

Pero sé que tenía sus razones. Parecía enojado cuando comenzaron
a reírse y susurrar cosas sobre mí.

Yo estaba acostumbrada a ello, para ese entonces.

Tengo aparatos en los dientes y gafas, siempre he sido torpe, así que
los chicos siempre se ríen de mí. Pero no Harry. Él nunca se ríe.

Es por eso por lo que mis nervios se asientan en mi estómago cuando
finalmente lo encontramos en el pasillo. Está hablando con una chica. Una
chica realmente bonita.

No como yo.

El alivio que acabo de sentir es tragado por la humillación y la
vergüenza. Especialmente cuando Harry se da cuenta de que estamos de
pie allí y parece decepcionado. Enfadado incluso.

—Hey —dice, metiéndose las manos en los bolsillos.

Sus ojos se mueven entre Kristina y yo, y el silencio nunca se
extendió tanto entre nosotros.
Kristina habla sobre su horario de clases, contándole todas las aulas
en las que se encuentra y los profesores con los que la encasquetaron. Pero
Harry y yo no estamos hablando. Él sólo me mira como si quisiera que yo
desapareciera.

Mis ojos están ardiendo y querría derramar mis entrañas. De la
forma en que siempre hemos hecho el uno con el otro. Quiero expresar lo
nerviosa que estoy y hacer que me tranquilice, diciendo que todo va a estar
bien y que nada cambiará.

Pero cuanto más estamos aquí parados, más lo siento alejándose de
mí.

La chica a su lado toma su mano y le susurra algo al oído. Y todo mi
mundo se derrumba a mí alrededor.

Porque Harry no se queda y me dice que todo estará bien. Él se va.

Con ella.

NAVIDAD EN FAMILIA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora