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Harry observó a ____ durmiendo a su lado. Se había portado como una loca que tratara de exorcizar un demonio, como si estuviera desesperada por sustituir la pérdida y el dolor que sentía por otra cosa.

Aunque él no lamentara que lo que había sucedido en el hospital la hubiera devuelto a su cama, odiaba verla sufrir.

Harry, a partir de las conversaciones que habían tenido, se había hecho una idea de cómo había sido la vida de ____ desde niña. No precisamente un camino de rosas, como había supuesto.

Para empezar, ella solo había tenido a su padre, que le había dado todos los caprichos, incluyendo a una amiga, Anna Garrick, que vivía bajo el mismo techo, pero no había podido compensarla por el hecho de que su madre la hubiera abandonado.

Charles vivía entregado a su trabajo. Cuando estaba con su hija, era una figura autoritaria que controlaba que hiciera los deberes, sacara buenas notas y se portara bien en la escuela. Ella se esforzaba en destacar en los estudios con la esperanza de ganar su aprobación, pero él apenas la elogiaba. Y cuando no cumplía sus expectativas…

No era de extrañar que, en aquel momento, ____ se sintiera abandonada por ambos progenitores. Harry sabía que sufría, pero no qué hacer para ayudarla. También sabía que era responsable de parte de su sufrimiento.

Y podía solucionarlo destruyendo el DVD y dejando libre a ____.

Ella murmuró en sueños mientras él la atraía hacia su pecho. No, si había aprendido algo en los últimos días, era que no quería dejarla marchar.

Charles Wilson no se la merecía. Él, en cambio, haría todo lo que estuviera en su poder para que no le faltara de nada. Y era indudable que llegaría un día en que eso sería suficiente.
   
   
Durante el resto de la semana, ____ dedicó su energía a dos cosas: a Harry y al trabajo. El viernes por la tarde estaba hecha polvo. La falta de sueño y la concentración que le exigía el trabajo mientras cerraba el último contrato con las bodegas le habían provocado una horrible jaqueca.

Mientras Harry y ella se dirigían al piso, deseó haber vuelto a la casa de la playa, cuya tranquilidad era justo lo que necesitaba en aquel momento. Irían al día siguiente por la tarde.

Le sonó el móvil, pero no le hizo caso. Debería haber apagado el maldito aparato al salir del despacho. Al fin y al cabo, todas las llamadas se relacionaban con el trabajo o eran de Anna, que la había ido poniendo al día sobre el estado de su padre.

____ se negaba a pensar en la situación de su padre, que no presentaba buenas perspectivas. Se negaba de plano a reconocer que la persona que más había influido en su vida pudiera desaparecer pronto si las cosas no mejoraban. Pero Charles la había rechazado en el hospital.

¿Tan difícil era quererla? Sintió una opresión en el pecho al pensarlo. Su madre la había abandonado y su padre la odiaba.

Harry le agarró la mano.

–¿Te encuentras bien? Estás muy pálida.

–Tengo jaqueca.

Él la miró, preocupado, y le acarició la mejilla antes de volver a agarrar el volante.

–No parece que tengas fiebre. ¿Crees que debes ir al médico? Llevas toda la semana con mal aspecto.

–Han sido unos días muy estresantes, ya lo sabes. Solo necesito un calmante y un mes durmiendo.

–No puedo prometerte un mes, pero no protestaré si te quieres quedar todo el fin de semana en la cama.

____ esbozó una sonrisa. No le cabía la menor duda de que estaría encantado de pasarse todo ese tiempo en la cama con ella. Él le tocaría el cuerpo como si fuera un afinado instrumento. No obstante, en aquel momento, lo último que la apetecía era tener relaciones sexuales.

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