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Esa noche volvieron a Karekare. No hablaron en todo el trayecto. Cuando llegaron, ____ dijo que iba a acostarse.

Se despertó de madrugada y Harry no estaba en la cama. Se levantó, se puso la bata que iba a juego con el camisón y se dirigió al salón.

La habitación estaba a oscuras salvo por la luz procedente de la enorme pantalla de televisión. Harry estaba sentado en el sofá frente a ella y había una copa de vino en la mesita de centro. No la oyó entrar. Tenía los ojos fijos en la pantalla.

____ miró a la pantalla y deseó haberse quedado en la cama. Allí estaban los dos, haciendo el amor. En su momento, pensó que sería divertido. Al fin y al cabo, había sido ella la que lo había instigado. Como siempre, había actuado sin pensar.

Cerró los ojos, pero seguía viendo las imágenes de sus cuerpos entrelazados, de la expresión de Harry mientras le hacía cosas que no había permitido a ningún otro hombre, de cómo había confiado en él y había disfrutado de cada segundo, sin pensar en las posibles consecuencias.

Abrió los ojos, dio media vuelta y salió de la habitación antes de que Harry se diera cuenta de su presencia. Al llegar al dormitorio se quitó la bata y se metió en la cama. Volvió a cerrar lo ojos con fuerza, pero no lo suficiente para impedir que las lágrimas se derramaran por sus mejillas.
   
   
Harry estaba sentado en la oscuridad mirando la pantalla, comprobando la increíble conexión que tenía con la apasionada mujer que en aquel momento dormía en su cama.

Ya la había amenazado dos veces con el vídeo. La primera lo había hecho en serio. ¿Y la segunda? Eso había creído hasta que comenzó a verlo y se dio cuenta de que nunca lo usaría en contra de ella.

Seguía queriendo vengarse de Charles Wilson, pero no podía ni quería hacer daño a ____ para conseguirlo. Lo que ella le había dicho esa tarde le había llegado muy dentro. Racionalmente, sabía que tenía razón, pero emocionalmente seguía siendo aquel niño dispuesto a que su padre volviera a sonreír.

Harry había comprendido desde muy pequeño que la relación entre sus padres era una anomalía con respecto a la de los padres de sus amigos. Deborah Hunter y Thomas Styles no se habían casado, ni siquiera vivían juntos, pero formaban una unidad a la hora de educar a su hijo.

De pequeño, había preguntado a su madre por qué su padre no vivía con ellos, y su madre le había respondido con tristeza que Thomas no era como los demás padres.

Al crecer entendió lo que diferenciaba a su padre de los demás, lo cual aumentó su determinación de dar una lección a Charles Wilson. Thomas Styles era homosexual. De haberse sabido, se habría convertido en un estigma que le hubiera hecho perder sus amistades y su trabajo.

El propio Harry había sido el resultado de un último intento desesperado de su padre de demostrar que era como los demás. Thomas se lo había contado en su última visita a Europa, antes de morir.

Había conocido a Deborah Hunter y, desesperado por negar su sexualidad, había tenido una corta relación con ella, cuyo resultado fue la concepción de Harry, lo que había convertido a Thomas y a Deborah en amigos íntimos durante el resto de sus vidas.

Cuando se enteró de todo, Harry entendió muchas cosas. Supo que su padre no podía haber tenido una aventura con Cynthia Masters Wilson, de lo que lo había acusado Charles Wilson. Era algo que este habría debido saber desde el principio si hubiera sido un verdadero amigo de Thomas. Pero era un hombre conocido por sus ideas chapadas a la antigua y sus aires de superioridad moral. Probablemente por eso, Thomas nunca le habló de su homosexualidad, por temor a perder su amistad. Pero Charles debía haber confiado en Thomas, y fue la pérdida de esa confianza lo que destrozó a su padre.

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