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Los faros delanteros del coche iluminaron una comadreja en la curva. Por fortuna, ____ pudo sortearla y concentrarse en lo que la aguardaba.

No había encontrado a Harry en el despacho al llamarlo ni tampoco lo había encontrado en su piso.

Solo quedaba la casa de la playa.

Qué apropiado que aquello fuera a acabar donde había empezado.

Era liberadora la idea de haber acabado con las limitaciones previas que le habían impuesto y que había consentido que continuaran en la edad adulta. De todos modos, se sintió nerviosa al aproximarse a la casa. Aparcó frente al garaje y rodeó el edificio para llegar a la entrada principal. Llamó al timbre varias veces seguidas.

La puerta se abrió.

–¡____!

Harry parecía asombrado de verla, pero ella sintió que sus ojos la examinaban como si la acariciaran. Su cuerpo traidor comenzó a reaccionar. Apartó sus ojos de los de él.

–Tenemos que hablar –dijo con brusquedad–. ¿Puedo entrar?

Él se echó a un lado y le indicó que tomara asiento en el salón.

–¿Quieres tomar algo?

–No es una visita social –observó ella. Era importante establecer los parámetros con claridad desde el principio–. Necesito saber una cosa.

–Pregunta. Te responderé en la medida de mis posibilidades.

–¿Sigues jugando a algún juego con mi familia con tu propuesta de fusionar las empresas?

Él pareció sorprendido.

–¿Ya lo sabes?

–Judd me llamó para que volviera a Auckland a hablar de ello. Me ha dado un informe por escrito, que aún no he leído. Quería hablar antes contigo para decidir si lo leo o si lo echo a la chimenea.

–No se trata de un juego.

–Entonces, ¿es eso lo que de verdad quieres?

Él la miro directamente a los ojos y ella vio la sinceridad reflejada en ellos.

–Sí.

–¿No lo haces para arruinar a mi familia o hacerle daño?

–No.

Ella inspiró profundamente.

–¿Ni para hacérmelo a mí?

–Ni para hacértelo a ti, ____. Nunca fue mi intención. Quise darte todas las oportunidades para que tuvieras éxito.

–Entonces, ¿por qué lo haces?

Harry suspiró y se inclinó hacia delante, apoyó los codos en los muslos y entrelazó los dedos. La miró fijamente.

–He hecho esa propuesta por tres buenas razones. La primera es que es lógica desde el punto de vista del negocio. Si dejamos de competir entre nosotros estaremos en una posición más fuerte a la hora de comenzar nuevos proyectos. Está todo en el informe. Cuando lo leas verás de qué hablo.

____ asintió.

–De acuerdo, esa es una de las razones. ¿Y las otras dos?

–Ya es hora de olvidar las peleas que tanto daño han hecho a las dos familias. Alguien tenía que dar el primer paso y decidí hacerlo yo. Es cierto que crecí en un entorno duro, pero muchos niños lo hacen. Y tuve más ventajas que la mayoría. Aunque mi madre y yo viviéramos de forma muy precaria, mi padre me dio la mejor educación posible. Y tener que luchar me hizo fuerte y resuelto; me hizo lo que soy hoy. Con defectos, sin duda, pero sé lo que está bien y lo que no. Debo olvidar la ira y el dolor para seguir adelante. El orgullo puede ser mortal. No quiero que destruya todo lo que amo.

Aventura ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora